35. En Casa

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Subiendo poco a poco, Lisa llegó al final de las escaleras, encontrándose de nuevo con las magníficas vistas. Sintió frío al notar su piel en contacto con la brisa y se encogió en si misma, agarrando fuerte su abrigo. Era por la mañana, un poco antes de irse. Suspiró fuerte y cerró los ojos. Quizás si conseguía aquí conseguía relajarse, no lo pasaría tan mal en el viaje. Quizás se sentiría mejor. Pero sabía que eso no era posible.

No le gustaba el hecho de irse de nuevo con sus padres, quería estar más tiempo en la ciudad, sin ataduras, sin correas que la asfixiase, sin tener que dar explicaciones por cualquier cosa que hacía. Sin embargo, la familia se juntaba en Navidades. ¿Ella no lo haría? ¿Ella sería la oveja negra?

Miró la ciudad, que se esparcía como motas de polvo. Podía ver las casas más nítidamente, y Jack no mentía con que podrías ver con prismáticos lo que hacían los demás detrás de la ventana. Lisa se apoyó en la barandilla y en silencio, siguió contemplando el paisaje.

¿Qué pensarían los demás? Esos que estaban en esas casas, ¿qué vidas tendrían? ¿serían lo mismo de complicadas que la suya? ¿O quizás más fáciles? ¿Quiénes serían sus seres queridos? ¿Habían sufrido por amor? ¿O quizás estaban felizmente casados? Sonrió y se apartó algunos rizos de la cara. Pensar en que ella podía vivir otra vida le causaba felicidad. Sin embargo, estaba tan atada a las creencias que le impugnaron sus padres que le tenía miedo al mundo.

Sintió pasos y giró su rostro, viendo como otra cabellera rizada se asomaba por las escaleras. De pronto, sintió calidez porque reconoció el rostro de Jack, llegando y mirando sorprendido a Lisa, quien dejó de apoyarse en la barandilla para saludarlo con la mano. Él se dirigió lentamente donde estaba ella, tenía una camiseta color gris y unos pantalones azules. Su chaqueta de cuero hacía que se viera más maduro, pero su rostro seguía mostrando la cara de un joven adulto.

-Al final te gustó el lugar. – Comentó, apoyándose a su lado. Lisa lo observó por un momento, parecía más sereno que de costumbre. Sus facciones estaban relajadas y su semblante era neutro, sin embargo, transmitía paz. Ella necesitaba paz en ese momento.

-Sí, es muy tranquilo este lugar. – Asintió Jack, dándole la razón mientras miraba el paisaje con detenimiento. Hubo un silencio cómodo, donde no tienes que hablar por obligación. Y si mal no recordó la última vez fue así. – Aunque hoy está más apagado que de costumbre.

Las nubles cubrían el cielo, provocando un sombrío paisaje, donde las casas se veían más azuladas y el horizonte más blanco, más translúcido. El viento movía las hojas de los árboles, creando una sinfonía casi vacilante, que te provocaba cosquilleos en tu cuerpo. Se escuchaban de lejos a los coches pitar, pero poco más, aparte del sonido de los pájaros cantar, prediciendo la lluvia, que poco haría su gran aparición. Lisa solo se acurrucó un poco más, tapando sus labios en el cuello de su prenda.

-Está más bonito, ¿no crees? – ella solo observó cómo miró al cielo. – No se escuchan los coches apenas, los niños están en casa y la gente no sale por miedo a que llueva. Es como si te dejasen el mundo a tu merced.

- Pero solo en espacios como este. – Puntualizó ella, los ojos marrones de Jack conectaron con los suyos y ella pudo ver como una sonrisa verdadera surcaban los labios del chico que tenía a su lado. Por un momento se sintió viva, por lo menos ya no sintió frio.

- ¿Y para qué quieres más? – le sostuvo la mirada por unos segundos, sin hablar. Y cuando ella pensó que él la estaba mirando más de la cuenta, volvió a hablar, causándole cosquillas el viento, que volvió a aparecer, pero con más fuerza. - ¿Por qué has venido?

Ella se aparta un poco y agacha la cabeza, pensando en si era buena idea decírselo o no. Sin embargo, parecía de confianza, así que decidió contarle su situación.

-No quiero ir a casa. – Soltó por fin, quitándose un peso de encima. Era verdad que sus amigas conocía su relación con sus padres, pero nunca había sido capaz de expresarlo con palabras. Para ella significaban esas palabras como un ¨odio a mi familia¨, lo cual no era el caso. Ella quería a su familia, pero... Quería ser libre. Estaba tan obsesionada por ser libre que no le interesaba algo más que eso.

- ¿A casa? – preguntó el, sin un ápice de confusión.

- Si, ya sabes. La casa de mis padres. Es Navidad, ya sabes: cenas familiares que no tienen otro objetivo que cotillear sobre los parientes y estar en una casa con más restricciones que derechos. Es que Jack, no quiero ir con mis padres, estoy cansada. Llevo dieciocho años limitada por ellos. Necesito espacio.

- Entiendo. – Respondió el del pelo rizado con simpleza. Ella se quedó mirándolo y él, debido a la insistencia de su mirada, volvió a hablar. - ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué la familia es lo más importante y que no deberías pensar así? Creo que la sociedad ha llegado a un punto donde se puede decir que la familia no lo es todo. Si no quieres ir, pues ya está, no vayas.

- Es fácil decirlo, pero... - Jack la cortó y la miró serio. Mantenía su tranquilidad intacta, provocando que Lisa se exasperara más.

- No tienes por qué ir, eres tú la que se obliga. Igual también puedes poner límites con tus padres.

- Parece muy...

- No, es fácil. Tú lo complicas. Y no va a malas. – señaló él. Ella solo miró hacia otro lado sin saber que decir.

- Entiendo, lo siento. – Él carraspeó.

- No lo sientas, no has hecho nada. Quizás me he pasado. – Lisa niega con la cabeza, haciendo mover sus rizos de una manera rápida.

- No te has pasado, tranquilo. – Se recoge un mechón y mira la ciudad una vez más. Debería irse ya, antes de que fuese demasiado tarde y tuviese que correr para llegar al autobús. - ¿Y tú vas a casa?

Él la observó por unos segundos, antes de responder. Como si se estuviera pensando la respuesta dos veces, como si no supiese que decir o contestar a esa pregunta.

- ¿Qué si voy a casa? – Sonrió él, con melancolía. – Yo ya estoy en casa. 

Esta foto me la mandaron, es la ciudad donde resido ahora

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Esta foto me la mandaron, es la ciudad donde resido ahora.

Algunas veces sentimos que una ciudad se siente más un hogar que el lugar donde crecimos. Somos personas, no estamos atados, y Jack lo demuestra así. Yo ahora me siento de otra manera al abandonar mis raices, una mezcla entre novedad y felicidad cargada con libertad. 

He querido representar eso con Jack, me siento identificada con su situación. 

Espero que os guste el capítulo, comentad y votad si os ha gustado. 

Los quiero mucho.

Butterfly. 

Silence {Corbyn Besson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora