40. Vinilo

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El sonido de la madera quemándose.

El olor de un libro viejo.

La luz tenue y el sonido de lluvia.

El pelo de Ana atado en una trenza improvisada.

La luz intermitente del móvil de Jonah, mientras jugaba en silencio a su juego favorito.

La castaña vivía un sueño del cual apenas podía despertar. Relajada, pasaba las páginas, embelesada por el protagonista de la novela. No era una de las novelas románticas donde el chico le prometía amor a la protagonista, sino de dos personas que maduraban como personas, que conseguían sus sueños. Donde llegaban a superar sus traumas, con amor, miedo y pasión. Donde se hacían adultos. Por primera vez en mucho tiempo estaba bien, se había olvidado de sus problemas, de sus miedos, viendo como otros los vencían.

Su pecho subía y bajaba con tranquilidad, estaba tumbada en el sofá, pero apoyada en el respaldar de este, y sus suspiros estaban acompasados por los gruñidos de Jonah, quien estaba jugando a un juego online sentado en el suelo, al lado del fuego. Los dos, tan inmersos en sus mundos, no habían ni mirado los dulces de la mesa, aquellos por los que supuestamente, en un principio, habían venido. La atmósfera era suave, calmada.

Y tan irreal.

Jonah, tras haber perdido, dejó el teléfono en la mesa, y tras agarrar una galleta, miró como Ana seguía concentrada en su libro. Dio la espalda a la chimenea, y se apoyó con sus manos, observándola al detalle, sin decir nada más. Los ojos de Ana brillaban de una manera impresionante, con una sonrisa casi genuina.

-Un secreto a voces. - dijo en voz alta para llamar la atención de la chica, quien posó sus ojos miel en él, para después pasar de nuevo por el libro. Lo giró para ver la portada y sonrió. Él también lo hizo. - Menudo nombre.

- La verdad que sí. - Se quedó pensando y después rió. - ¿Sabes? Cuando lo fui a comprar el hombre de la tienda se me acercó muchísimo, para decirme si sabía cuál era verdaderamente un secreto a voces.

- ¿Qué? - preguntó sin entender el de ojos verdes, ella sonrió aún más, sintiendo como Jonah se estaba imaginando la escena en su mente. - ¿Te hizo algo?

- Bueno, si reír es algo, digamos que sí. - Me dijo tal que... - Se acercó a él gateando y Jonah tragó saliva cuando la chica acercó su rostro a su oído lentamente. - ¿Sabes qué es un secreto a voces?

-No... - contestó, sin saber que decir. Por un momento, había dejado de respirar y se sentía impotente.

- Que el salmorejo está buenísimo. - se apartó y lo miró a los ojos. Pasaron unos segundos hasta que la de pelo castaño empezó a reír por el rostro de confusión del chico. Las carcajadas eran melodiosas, contagiosas, tan alegres que Jonah no se pudo resistir y rió también. Se sentía bien, se sentía bien eso. - Así me quedé yo.

- ¿Estás llorando de la risa? - preguntó cuando ella apartó unas cuantas lágrimas y se tumbó en el suelo, sin parar de reír.

- Es que... - dijo ella riéndose más fuerte, no podía casi ni hablar. - Otro chico me abordó en la calle, diciéndome que no había visto a nadie con un libro en la calle. Si tu vieras sus intentos de ligar. ¡Tendría cuatro años menos que nosotros! Uno de los días más raros de mi existencia.

Por la manera en la que lo contaba no parecía haberle dado miedo para nada, pero él hubiera salido corriendo ante el primer escenario. Se tumbó junto a ella, mientras ella poco a poco se calmaba y miraba el techo, con la mirada perdida, sonriendo como si no hubiera pasado nada.

-Ya debe de ser bueno para haber pasado por todas esas cosas. - Giró su rostro, para encontrarse con esos ojos verdes que la hacían enfadar tanto. Sonrió.

Silence {Corbyn Besson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora