Él ocultó sus sentimientos, pensando que algún día ella se daría cuenta.
Él la amó tanto que sufría cada vez más.
Al final, él se alejó de Ángela. Dejando las canciones que escribió atrás. Dejando sus emociones y sus recuerdos.
Dejando todo para seg...
Sofía era una bolita encogida en el asiento del copiloto. El chico de ojos azules apenas la miraba, solo observaba con atención la carretera, y en parte lo agradecía, pues no tenía muchas ganas de hablar.
La rubia suspiró con frustración y miró por la ventanilla, ¿Qué cómo se había perdido? Ni ella sabía cómo. ¿Si fue una estupidez? Por supuesto. Sofía apenas pensaba en esas cosas, y ese mismo día comprobó las consecuencias de eso. Siempre era muy despistada y torpe, sin embargo ese había sido un error descomunal. ¿Cómo intentas dar esa clase de sorpresa a tus amigas si ni siquiera sabes guiarte bien hasta tu casa? De idiotas, ¿verdad? Tampoco era para martirizarla, solo que si no fuese sido por sus propias amigas (a esas que intentó impresionar) se hubiera perdido aún más y quizás alfo peor.
El mundo había sido suertudo con ella por una vez. O eso parecía.
-No es una buena manera de empezar, ¿verdad? – dijo el de pelo castaño con ojos azules. Daniel sonrió aun mirando hacia delante. – Tienes suerte de que tus amigas tengan buenos contactos. Y que te quieran tanto.
Se hubiera enfadado si su tono hubiese sido despectivo o incluso bromista. Sin embargo, era un tono amable, apacigüe. Había algo que le provocaba confianza y seguridad, y eso ahora mismo era lo que necesitaba, aunque eso no significaba que le contestase de buena manera.
-Supongo que si – contestó fría. Había sonado más amistosa en su cabeza que en ese mismo momento. Daniel ni se inmutó.
-Entonces...Sofía – la miró cuando se detuvo en un semáforo en rojo. Se apoyó en el volante y la observó con curiosidad. – Ya que sabemos nuestros nombres, dime, supongo que has venido a estudiar aquí, ¿no?
-La maleta me delata mucho, ¿verdad? – dijo con ironía y sonrió con inquietud. Había convencido a sus padres para estudiar afuera con sus amigas, pero eso traía consigo varios favores e impedimentos propuestos por estos mismos. Ella sabía que no se lo iban a poner fácil, pero tampoco tan difícil. – Espero poder estar a la altura de la universidad...porque si no...
-Estamos en las mismas – confesó Daniel con un suspiro – mis padres me han dicho que no piensan pagarme la universidad si no saco matrícula de honor.
-Supongo que debe de ser duro... - comentó y él rio, sus dientes blancos relucieron como estrellas.
-Sí, es duro trabajar por las tardes – ella frunció el ceño y él miró el semáforo en verde - ¿Pensabas que sacaría matrícula de honor? Si fuera así no necesitaría a mis padres, ya tendría la beca. Me pago mis estudios con un trabajo a media jornada.
-Entiendo... - de pronto sintió curiosidad por ese chico desconocido y amable que le había ayudado.
Por lo que sabía se llamaba Daniel y conocía a Ángela. También que estudiaba en la misma universidad. Parecía simpático y carismático. Intentó relajarse y esperar a que terminarse el trayecto con paciencia. Sin embargo, Daniel otra vez habló.
-Oye, no quiero que te sientas incomoda – dijo, relajado. – es verdad de que no os conocemos y lo haga por Ángela y por Corbyn, pero eso no significa que me moleste hablar.
Sofía miró al conductor con los ojos desorbitados. ¿Corbyn? ¿Corbyn, el ex amigo de Ángela? ¿Ángela y Corbyn en una misma frase? ¿Qué estaba pasando?, porque no era normal.
-¿Corbyn Besson? – preguntó impresionada. Él chico solo asintió con la cabeza.
Una sonrisita surcó sus labios, formando una traviesa y maligna mueca que no pasó por alto a Daniel.
-¿Qué ocurre? – Sofía enarcó las cejas y él negó divertido. Sabía por dónde iban los tiros, no era tonto, sabía que algo ocurría entre ellos dos, sobre todo porque cuando Corbyn miraba a Ángela se le iluminaban los ojos de una manera que nunca lo había visto antes. También su forma de expresarse y de cómo contaba lo que ocurrió entre ellos dejaba muy claro que ella era una persona importante en su vida. Pero sobre todo, lo que le delató por completo, fue esa noche, en la fiesta. Daniel también había visto como miraba a la morena mientras besaba a esa chica.
Quizás Ángela no le correspondía, pero el no pudo olvidar nada de lo que tenía pensado olvidar. Daniel sabía muchas cosas de Corbyn, pero no estaba dentro de su cabeza. No sabía si se había rendido, y si lo había hecho, ante qué: ante ocultar la verdad; ante alejarse de ella; o ante seguir luchando por olvidarla.
Siempre había dicho el rubio que quizás si se alejó de ella fue para tomarse el tiempo de olvidarla. Que quizás si no era su amigo se le irían esos sentimientos tan arraigados como desgastados de tanto sufrimiento que tenía por ella.
Sin embargo, había algunos quizás que no tenían por qué cumplirse, y Daniel lo sabía.
-Solo que me sorprende de que hablemos de ellos en la misma frase – confesó la chica. Daniel aparcó en una calle, porque le interesaba lo que dijese de ellos dos. Corbyn era su amigo, alguien especial para él, y si podía ayudar, lo haría encantado de la vida.
-Nunca me explicó lo que había ocurrido en verdad, solo su plan – A la rubia se le encendió la bombillita de su cabeza. Era despistada, torpe y seguramente se arrepentiría de lo que haría. Pero era astuta, y sabía guardar un secreto, y más un plan. Miró los ojos azules de su acompañante.
-Te ofrezco un trato: yo te digo lo que yo sé de ellos dos, con todo lujo de detalles. Sin embargo, a cambio me dirás cuál fue su plan y como lo sobrellevó. – Daniel se hizo el pensativo, era una buena idea. Nunca había sido cotilla, siempre había pasado de las historias y los cuentos de la gente. Pero Corbyn si le importaba. Y sobre todo si seguía teniendo sentimientos por ella. Así que sonrió.
-Es una propuesta tentadora, pero déjame hacerla más irresistible. – los ojos verdes de Sofía lo observaron con curiosidad. – pero esto no debe salir de aquí. Solo nosotros dos sabremos esto, ¿de acuerdo?
Y ahí, en un coche aparcado en una calle muy poco transitada, comenzaron una conversación que les tomaría horas.
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