30. Dime, Sofía

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Sofía, Sofía, Sofía...

Bendita Sofía.

Nada más era llegar a una nueva ciudad y se pillaba por el amigo del chico le rompió el corazón a Ángela. O eso se creía ella. Pues nunca se supo si en realidad ella sentía algo por él o no, solo dijo lo dolida y lo mucho que le odiaba por haberle mentido durante toda su amistad.

Se rió mentalmente.

Todo comenzó semanas atrás, cuando Sofía llegó a la ciudad y se tuvo que meter en el coche de un desconocido, amigo (supuestamente) de Ángela y Corbyn. De por sí, ya le extrañó que tuvieran un amigo en común, aún más, cuando Daniel le dijo el plan de Corbyn para olvidarla. Venga, estaba claro, todas lo sabían. Corbyn no es el chico con el que hay dos facetas. Siempre fue el mejor amigo de Ángela, siempre la ayudó en todo y se sacrificó para que ella pudiese ser feliz, aunque fuera un minuto fuera del infierno que pasó durante esos años. El rubio nunca fue malo, y cuando Ángela lloró en frente de todas diciendo que toda su amistad fue una mentira, sabían que andaba algo mal con él.

Sin embargo, la morena era muy cabezota, demasiado cuadriculada y demasiado orgullosa para mirar más allá de las palabras que dijo su ex amigo, para ver que había algo más detrás. Hasta ella lo pilló.

Entonces, ella y Daniel hicieron un trato: los dos se contarían todo y planificarían un plan. Ya que iba a haber drama, ¿por qué no verlo en primera fila? Eran inocentes, en cierta parte, porque todo lo que habían hecho había sido a causa de la curiosidad. Y es que, después de todo, eran sus amigos, y merecían saber la verdad, tanto de uno como de otro.

Para saber qué sentían, para saber toda la verdad, decidieron hacer pequeños encuentros ¨casuales¨ donde ella y él quedaban con los amigos y veían que pasaba entre el rubio y la morena. Nunca quisieron que se pelearan, ni que estuvieran incómodos, y sabían que algo pasaría. Mínimo recobrar la amistad.

Porque, aunque Daniel no lo supiese, Sofía sabía que aparte de Corbyn, ningún chico se había acercado a ella con intenciones de amistad, ni ella había querido darle la oportunidad a alguien.

Lo que la rubia no sabía es que su plan iba a volverse en contra de ella.

-Sofía – escuchó una voz a sus espaldas y el coche de Daniel se visualizó al darse la vuelta. El chico le sonrió con alegría y ella, con timidez, saludó con la mano. Se acercó a su coche y antes de que ella pudiese abrir la puerta, la mano de Daniel se interpuso y le abrió esta con caballerosidad. Ella agachó la cabeza, desconcertada, y se sentó en el asiento.

Intentó que su sonrojo no fuera muy grave, o por lo menos esperó eso. Cuando se subió al automóvil su amigo, arrancó el coche y ella pudo observarlo un poco más de cerca. Tenía unos ojos azules tan vivos, llenos de energía y de alegría, su piel pálida resaltaba con su pelo. El parecía tan concentrado en la carretera que no se daba cuenta de la mirada de la rubia.

- ¿Qué vamos a hacer hoy? – preguntó ella desinteresada cuando se puso el semáforo en rojo y dejó de mirarle, ya que, si no dejaba de hacerlo, se daría cuenta de su intensa mirada.

- ¿Por qué tan apresurada? – respondió con otra pregunta. Ella bufó un poco por lo bajo y miró su ropa completamente negra. Le encantaba. – No te preocupes, te dejaré en casa como siempre. ¿Tienes muchos deberes?

-No, tengo que estudiar, que es lo que más me preocupa. – El asintió. Siguió su trayecto cuando el semáforo volvió a tener un color verde. Le incomodaba el silencio, a pesar de que él parecía disfrutarlo. – Oye... yo-

- Te noto un poco rara, Sofía. – ella enmudeció y Daniel la miró por un instante. – No sé qué te pasa, y me preocupa un poco. Sabes que si necesitas ayuda, con lo que sea, me da igual, estaré aquí. Como si quieres que haga tu proyecto final.

Silence {Corbyn Besson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora