7.-Marek: Gato callejero

185 18 31
                                    


Salgo de la habitación con los ojos aun pegados, totalmente dormido, con la mente aun borrosa mientras mantengo la puerta abierta para que Jakub salga. Llegamos tarde. Tanto que no sé si nos dejarán entrar. Suspiro intentando mantener la mente lucida a la misma vez que Jakub se queja porque no encuentra ninguna camiseta limpia.

—Es que eres un cerdo.—Le recuerdo como si sirviera algo.—Tío, me voy a ir sin ti.

—¡No!—Grita muy cerca de la puerta así que me giro rápidamente para coger las escaleras con velocidad. Impacto contra algo, algo que se queja de manera leve por lo que lo agarro. Giro la cabeza justo en el momento preciso en el que mis manos agarran las suyas, intentando no caerme ni tirarla a ella. Sus ojos parecen brillar, como cuando un neón amarillo brilla en medio de la oscuridad y su piel me transmite una corriente de poder grande y directa. Abro la boca por la sobrecarga de energía y finalmente logro estabilizarme.

—Perdón.—Digo sin más y ella me suelta las manos deprisa, escondiéndolas de nuevo en la sudadera.—Lo siento, no miraba y...

—Yo estaba en el medio. Perdón.—Se da la vuelta hacia las escaleras, dejando un olor suave que no puedo nombrar en el aire. Bajo la mirada hacia mis manos, que se sienten raras, como sobrecargadas. Froto mis dedos entre sí, intentando averiguar que ha sido eso pero nada. Hay algo raro en mi.

—¿Qué ha pasado?—Pregunta Jakub cerrando la puerta a la vez que ella baja corriendo las escaleras. Lleva el pelo mojado... A eso huele. A jabón.

—Nos hemos chocado, literalmente.

—Ah, ¿y?

—Casi la tiro y la he cogido automáticamente y...—Me miro de nuevo las manos, sintiéndome todo raro. Jakub se ríe y empieza a caminar hacia las escaleras pero yo lo freno.

—Esa chica no es humana.

—¿Cómo?—Lo miro ahora muy interesado.

—Te lo puedo garantizar. No es normal. No es solo humana como dijo Léa. Hay algo más.

—¿El qué?

—Ni idea pero nadie puede resistirse a mi control y ella lo hizo anoche cuando le estreché la mano. Tiene poderes o no es humana. No lo sé. El olfato del vampiro no se equivoca.—Se pasa una mano por el pelo y se encoge de hombros, como si no se le ocurriera ninguna teoría. —¿Qué clase toca?

—Historia.

—¿Nos la saltamos?

—¿Y qué quieres hacer?

—Tengo algo...—Saca una pequeña bolsa de sus tejanos. Una bolsa llena de pastillas. Las reconozco al momento porque son obra de uno de los padres de un alumno de último año. Las pastillas dan un efecto parecido al éxtasis, pero sin las partes negativas de cuando la droga desaparece. Todo un avance en el mundo pero algo que no se comercializa de momento en la calle, sino para públicos muy selectos.

—¿Cómo lo has conseguido?

—Me llevo bien con él y él se lo pidió a su padre. Tengo como para unos buenos viajes. ¿Te apuntas?

—Solo esta vez.—Lo digo para los dos, porque sería muy fácil caer de nuevo en el bucle de saltanos clase, ir a hacer cualquier cosa en el pueblo y fingir que era porque nos encontrábamos mal.

—Vamos a los baños abandonados.—No digo nada y bajamos las escaleras mirando que no haya ningún profesor, vigilando nuestras espaldas. Todavía me siento raro pero no le digo nada, porque probablemente será por la impresión de ver sus ojos así de iluminados, con un color tan inusual. Que raro.—¿En qué piensas?—Pregunta mientras rodeamos el edificio rápidamente. El día está genial, con un sol demasiado fuerte y un cielo extra azul.

PROYECTO Y-13 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora