4.-Marek: No es especial

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El primer día siempre inicia igual. Con un desayuno especial algo más tarde y con un horario de clases relajadas. Solo las más interactivas para favorecer que todos nos conozcamos entre sí, cuando realmente, todos nos conocemos de sobras. Me paso el peine por el pelo para acomodarlo hacia atrás pero cae de manera irreversible hacia delante. Tanto Daan como Jakub están terminando de vestirse, uno cerca de la ventana y el otro poniéndose los zapatos. Miro a Jakub espiar por la ventana e inmediatamente sé que está tanteando el terreno para ver si alguna de las amigas de Calia se muestra amigable.

—No hagas el ridículo hoy con las amigas de mi novia, por favor.—Digo en voz alta haciendo a Daan partícipe de la conversación. Me mira y sonríe, haciéndose una trenza en el pelo. Siempre me ha impactado su pelo, blanco como la nieve o un papel, absolutamente blanco. Dicen que es una maldición impuesta por un brujo a todo el linaje Lestrange pero Daan nunca lo ha confirmado. Desvío la mirada y me reviso en el espejo.

—Yo nunca hago el ridículo.—Me contesta de manera fanfarrona.

—Todo el tiempo. Eh, Daan, ¿por qué no te sientas con nosotros hoy?

—No quiero arruinar vuestra reputación.—Lo dice con un tono de voz neutro, pero aun así puedo ver lo duro que debe ser. Por algún motivo el resto de brujos lo repudian y no logro entenderlo. Todos estamos cortados igual, todos somos la misma tela.

—A mi no me importa.—Le insisto y él niega lentamente.

—Me las apaño mejor solo en las partes traseras de las clases, donde nadie mira y así se olvidan de que estoy.—Se pone una chaqueta tejana y se dirige hacia la puerta.—Pero gracias, Marek.—Niego con la cabeza y él se va. Jakub me tira un par de calcetines enrollados a la cara y yo los atrapo.

—¿Qué haces, tío? ¿Invitando a rarito Lestrange?

—Tío, está siempre solo.

—Porque está maldito.

—No lo sabemos. Son solo rumores. ¿Y si hubiera un rumor de que eres un pringado? En tu caso sería verdad pero...—Me río y le tiro los calcetines de vuelta que rebotan en su cama y caen en el suelo.

—Hoy va a ser un gran día, lo presiento.

—¿Ah si? Ojalá pudiera estar tan seguro como tú...—Me siento en mi cama para esperarle mientras se pone colonia.—Hostia, no te he contado. Anoche estaba con Calia y...

—¿Me vas a dar detalles?

—No. No de eso, puto cerdo. Estábamos besándonos y vimos como un camión reforzado dejaba una caja metálica enorme.

—¿La nueva alumna? ¿La visteis?—Niego con la cabeza y él chasca la lengua.

—El señor Augustin nos pilló y nos escoltó a las habitaciones, pero tío, sea lo que sea, tiene que ser grande y peligroso. No sé como mierda pretenden que atienda a clases.

—Ahora lo veremos, ¿no?—Sonríe y yo me levanto cogiendo una chaqueta fina, solo por si acaso. Me la pongo y me cruzo de brazos mientras Jakub se pone algo de gomina en el pelo, resaltando las puntas azules. Es literalmente el primer día y ya tiene su lado de la habitación hecho un desastre, con ropa tirada, zapatos enredados y las sabanas desparramadas por el suelo.

—Eres un cerdo, tío.—Le digo mientras sujeto la puerta para que pase. La actividad está por todas partes, desde alumnos de primero corriendo para saber donde serán sus clases a otros que se han dormido. Decidimos tomar las escaleras para no llenar demasiado los ascensores mientras Jakub mira a todo el mundo.

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