6.-Calia: Peculiar

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Sé que tiene algo que contar, algo que Jakub le haya dicho y pienso sacárselo. Le beso la mejilla y nos meto dentro de uno de los cubículos del baño, sentándolo en el retrete para sentarme yo en sus rodillas. Sonríe distraído mientras yo paso las manos por su pelo.

—Cuéntamelo todo.

—No hay nada que contar, de verdad. Haces que parezca el mejor cotilleo del mundo cuando realmente es algo tonto.

—Te conozco desde hace seis años, Marek. Sé cuando hay algo que contar.—Le digo y él suspira. —¿Tan malo es?

—Creo que a Jakub le gusta la nueva.

—¿Hera?—Le pregunto tontamente porque está claro que es ella. No hay nadie más. Repaso mentalmente la situación.—Pero si no la conoce de nada. Literalmente no han intercambiado más de dos palabras.

—Yo qué sé.—Se ríe pero niega un poco con la cabeza.

—Hera es guapa, creo.

—¿Crees?—Pregunta haciéndome dudar. Pienso en ella, en lo poco que la he visto realmente. Sé que tiene los ojos amarillos pero no mucho más.

—Bueno, no enseña demasiado la cara y creo que intenta demasiado eso de taparse.

—Quizás tiene complejos o le gusta su estilo.

—Le favorecería algo más, no sé... Femenino, corto, luminoso.

—Puedes aconsejarla si ella quiere.

—Claro. Así podría conseguir a cualquier chico.

—Eh, Jakub no es mal tío. Mejor que Eymen, seguro.—Dice levantando las cejas mientras pone una expresión de molestia. No sé si es por haber implicado que Jakub no pueda ser buen partido o por el simple hecho de mencionar a Eymen.

—Eymen no es feo. Y ya sabes que a muchas chicas les pirran los vampiros.

—Pues no lo entiendo. ¿A ti también?

—He hablado de manera general, no que a mi me guste.—Aclaro pero finalmente digo.—Eymen es guapo. Vampirismo a un lado. Las cosas claras, sus facciones son bonitas.

—Ah, vaya...—Se muerde el labio inferior y empieza a hacerme cosquillas.—¿Más que yo?—Pongo un gesto de duda en la cara, mirando al techo par enfadarlo un poco, pero finalmente me río.—¿Así que más que yo?

—¿Qué harás? ¿Te irás con otra chica?

—Quizás.—Sé que estamos bromeando, así que no importa. Le beso la mejilla y pongo las manos alrededor de su cuello de nuevo, apoyándome para mantenerme estable con los pies en alto.

—No crees que Hera es... ¿Rara?

—No sé. Ya no sé donde está mi término de rareza, Calia. Tampoco la conocemos.

—Literalmente se ha levantado sin despedirse, de la nada, de manera muy brusca y ha desaparecido. Además, cuando ha venido a la habitación, solo llevaba una mochila. Ni maletas. No sé. Hay algo en ella que...

—Eymen dijo algo sobre eso.

—¿El qué?—Esto se pone interesante.

—Dijo en clase, cuando estaba peleando con la señora Jones que la había olfateado y olía a humana pero que vibraba a una frecuencia extraña.

—¿Frecuencia? ¿Los humanos vibramos?

—Los de carne y hueso sí. Tú... Hostia, pues no lo sé. Habría que preguntarle a tu padre.—Bromea y yo le doy un golpe en el hombro. Se ríe alto, haciendo que el techo absorba su risa. —No sé, pero ten cuidado, ¿vale?

—¿Crees que es peligrosa?

—Solo digo que no la conocemos. Mejor no sé, deja un poco de espacio.

—Vale.—Asiento una sola vez. Realmente tiene razón. No puedo tratarla con la misma confianza que al resto de chicas porque no la conozco de hace ni un día. No sé nada de ella.—¿A ti te parece guapa

—¿Quién? ¿La nueva? Pues... Es que no he podido ver su cara. Pero no se parece a nadie que haya conocido, creo.

—¿Eso es que no?

—Eso es un, que más da. No lo sé ni me importa. ¿Estamos juntos, no?

—Sí.—Respondo rápidamente.

—Pues eso. Ahora deberíamos irnos porque si nos pilla otra vez...

—Ya.—Me acuerdo. Le beso rápidamente en los labios y me levanto, chasqueando mis zapatos contra el suelo de azulejos. Este sitio es deprimente, de verdad que sí.—Deberían arreglar este sitio, da mucho asco.

—Doña exigente.—Se burla mientras salimos y me coge de la mano, haciéndome sentir pequeña y cálida.

Me siento en mi propia cama y la miro. Ahora, con las luces bajadas, sin el ajetreo del día ni las palabras incómodas, puedo ver que es mucho más misteriosa de lo que pensaba. Se mueve despacio, de manera fluida, manteniendo casi siempre el cuerpo tapado. La veo coger un puñado de ropa e irse al baño con un pequeño neceser y una toalla. Apenas habla y tampoco mira a otro sitio que no sea el suelo. ¿Cómo de tímida puede ser?

Me paso unos buenos quince minutos en el móvil, bajando por diferentes perfiles, guardándome conjuntos de ropa que pueda recrear. No me suelen gustar los colores oscuros, o apagados, prefiero los brillantes y sobre todo, ropa que marque mis curvas para parecer más alta. También los pantalones de corte campana. Sí. Hago una captura de pantalla con los ojos casi cerrados cuando la puerta del baño se abre de nuevo, dejando salir a una Hera muy distinta. Lleva el pelo cogido en una coleta muy alta, desordenada pero aun rizada, con el pelo apartado de la cara. Lleva puesto un pijama marrón, creo, no puedo ver bien el color, pero es de tirantes y pantalón corto. Me incorporo un poco sin llegar a sentarme y la miro disimuladamente. Es la primera vez en todo el día que le veo algo de piel. No parece tener nada raro. Ni escamas, ni alas, nada. De hecho, parece tener una piel de lo más normal. Que raro... Deja el neceser encima de su escritorio y entonces veo brillar un pequeño collar colgando de su cuello, pero no logro ver que como es. No me mira en ningún momento, como si siguiera llevando la capucha, lo cual llama mi atención porque, por muy antisocial que puedas llegar a ser, todo el mundo mira, ¿no? Si inclina en la cama dejándome ver sus largas piernas, de aspecto suave y terso. ¿Cuánto debe medir? Desde luego es más alta que yo, y más esbelta. La fina camiseta de tirantes baila mucho, sobre todo en la zona de su cintura y los hombros, deslizándose con cuidado. Besa su collar y se mete en la cama, sacando de debajo de la almohada lo que parece ser una libreta y empieza a escribir.

Sin duda es peculiar.

Entro en clase y me siento en mi sitio de siempre, acompañada de todas las chicas, salvo Hera, que no se ha dejado ver para nada. Esperaba tener que levantarla pinchándola con un palo porque de lo que si me he dado cuenta es de que no le gusta el contacto físico, pero no, se ha levantado antes que nadie y ha desaparecido sin dar ni los buenos días. Me giro para ver si Marek y Jakub ya han llegado, pero aún no están en clase. El gran reloj marca las nueve menos diez por lo que tienen aún margen. Tampoco Hera está en clase, pero por algún motivo croe que probablemente esté en el despacho de la directora Broz, siendo reñida. Empiezo a escuchar a Léa que habla sobre ir de compras el fin de semana para poder conseguir un bolso nuevo que pegue con sus sandalias de tacón blancas. Me enfrasco en la conversacion, totalmente perdida en los detalles.

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