13.-Marek: Porque somos amigos, bueno, podríamos serlo

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El calor de la mano de Calia es agradable, y por eso ni siquiera oigo a la señora Ilse pedir voluntarios.

—Deberías presentarte para variar.—Me susurra Calia y yo niego una sola vez. —Subiría tu nota.

—Me dan igual las notas.

—¿No querías ser el mejor en todo?

—Lo soy.—Confirmo y la escucho hacer un ronquido cómico.

—Para eso hay que tener pruebas. Pruebas como las notas. Y no eres el mejor, ni de lejos.

—Pero tú sí. Y tú eres mía así que me vale. —Le digo y ella se ríe. No presto atención a la gente que se ofrece como voluntario porque siempre son los mismos. Esta vez, Daan no lo hace, supongo que aún le pica la humillación con Hera. Lo cual... Miro de reojo a donde ella está, apoyada contra la estatua de Azrael, sentada en el suelo, encogida en un pequeño ovillo, con los ojos cerrados, como si estuviera durmiéndose. Ahora, sin esos intensos iris amarillos mirándome, puedo ver que Hera, de hecho, parece muy inocente. Parece totalmente intacta de la mierda del mundo, como si hubiera levitado toda su vida en lugar de haber pisado el suelo. Algo, totalmente lejos de la realidad porque el peso que lleva en la espalda es suficiente como para hundirla en la basura del planeta.

Una de las brujas se concentra, cogiendo de la mano a otra de ellas y hacen que uno de los árboles florezca rápidamente, soltando hojas verdes, llenas de vida. En algún momento Calia se suelta y se acerca a Léa mientras las demás chicas se arremolinan juntas.

—Muy útil para nada.—Murmura Jakub riéndose mientras mira a las brujas que le sacan la lengua o el dedo.

—No le veo sentido a esta clase.—Le respondo y es totalmente cierto. Todos nos conocemos. Todos sabemos lo que podemos hacer y es una tontería simplemente camuflarlo con una clase. —Todos sabemos lo que hay.

—La única nueva es Hera.—Lo veo girar la cabeza pero yo no lo hago.—Solo nosotros sabemos lo que hace.

—Cállate.

—¿De verdad no te la tiras?

—De verdad. Estoy con Calia.

—Ya pero...

—No. Si no quisiera estar con Calia, la dejaría. Pero no es el caso.

—Ah, sí, perdona. Rey y reina de la academia. Tendréis hijos mecanizados y pasaréis las navidades en casa del loco Strangelove mientras te sugiere modificarte el tamaño de la polla.—La realidad es que nunca ha querido presentarme a su padre, y la verdad, tampoco me ha importado. Supongo que lo que se dé ella me basta, que me llena lo suficiente como para no preguntarme nada más sobre su entorno cuando no está conmigo. ¿Debería sentirme mal? ¿Debería intentar conocerle? —¿Por qué olías a ella?

—¿Te importa?—Le doy un golpe en el brazo porque sé que Calia está con Maria y con Sandy y ambas gozan de esa clase de oídos que captan todo lo que no deben.—Nos pueden oír.

—¿Si no te la tiras que más te da?

—Pues que tú das a entender que sí. Ven, joder.—Lo cojo de la camiseta y tiro de él para que me siga. Camino evitando a la gente lo suficiente como para que nadie los oiga, debajo de la copa de un árbol. Lo suelto y miro por encima de su cabeza para asegurarme de que nadie nos espíe.—Nos encontramos en la azotea, nada más.—Enarca ambas cejas, como si no me creyera. Se oyen ruidos, aplausos y risas, haciendo que nos giremos. Es Eymen, junto con esa vampira que siempre tiene pinta de estar triste. Ambos rompiendo piedras hasta convertirlas en polvo, que sorpresa.

PROYECTO Y-13 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora