5.-Hera: Soy un caso aislado

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Me encojo todo lo que puedo en la butaca mientras la directora de este sitio habla por teléfono con mi madre. Mantengo los ojos cerrados y las manos en el bolsillo de mi sudadera en un intento tonto de protegerme de la situación. Finalmente cuelga y la escucho sentarse en su gran butaca de color rojo.

—Hera, entiendo que esto sea difícil para ti.—Usa un tono maternal, lo cual supongo que funciona para la gente en estos casos. Abro los ojos y la miro, porque realmente es impecable. Su pintalabios rojo perfila a la perfección sus labios, sin una sola mancha o curva fuera de lugar. Su piel no tiene manchas y cuenta con pocas arrugas por lo que en mi cabeza tiene como unos cuarenta años, quizás menos. Parece formal, aun a pesar de como mantiene los hombros, caídos y relajados en la butaca.—Tu madre realmente tiene ganas de que este sitio te ayude.

—No creo haber pedido ayuda.

—Ese es el problema. No podemos hacerlo si no te dejas.

—¿Esto es una clínica de rehabilitación?—Pregunto perdida porque hasta donde mi madre me lo había vendido, era una academia barra internado. Suena casi de chiste viendo este sitio, que parece más bien una gran instalación destinada al recreo y la diversión. Se ríe ante mi frase y niega lentamente, enseñándome que hasta sus dientes son perfectos.

—No lo es, no, pero no se tolera el uso de drogas por lo que realmente cumple doble función para ti.

—Que afortunada que soy.

—He oido el pequeño encuentro con la profesora Jones.—Empieza a comentar. Como no, la señora impertinente esa se ha chivado.—¿Quieres hablarme de ello?

—¿No le basta con su versión?

—No. Siempre hay más de una versión de todo y me gustaría escuchar la tuya.—Sonríe de nuevo, haciéndome sentir cálida y confundida. ¿Es que tiene algún poder psicológico en mi? ¿Es esa una de sus habilidades? Intento buscar en mi mente alguna voz que no sea la mía, pero no hay nada, nada fuera de lugar, nada que no estuviera aquí antes.

—Yo solo quería dormir sin molestar a nadie. He tenido una noche movidita.

—Soy consciente.

—No quería ser maleducada, solo quería dormir y pasar desapercibida.

—El problema es Hera, que en este sitio eso no va a pasar y menos siendo lo que eres.—Se aclara la garganta y mueve la butaca hacia delante, apoyándose en su gran escritorio lleno de papeles y un portátil. Algo más llama mi atención, un gran cristal de cuarzo blanco, puesto de manera estratégica cerca de su mano. —¿Te gusta?—Me dice mirando el cristal.

—Sí.

—¿Crees en los cristales?

—Porque no.—Admito y ella se ríe. Creo en todo lo que pueda calmarme y hacer que deje de pensar. Creo en todo lo que pueda serme de ayuda para simplemente volar y alejarme de toda la mierda que tengo dentro. Me ahorro el discurso de adolescente enfadada con el mundo y me encojo un poco más en la butaca.

—Sabes, puedes decorar tu trozo de la habitación como quieras. Puedes salir los fines de semana al pueblo y comprar cosas. Además tu madre puede enviar de todo y lo recibirás los jueves con el correo, como el resto de los alumnos. Este sitio cumple muchas funciones, Hera. En este sitio creamos amistades que durarán toda la vida, desarrollamos habilidades, enseñamos límites y control... Pulimos las mentes del futuro.

—Si, todo eso suena muy a panfleto que mi madre me pasó por delante de la cara.—Se ríe y asiente despacio. ¿Por qué se ríe tanto? ¿Es que digo algo chistoso? ¿Y si oye lo que pienso?

PROYECTO Y-13 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora