22.1-Calia: Hay más de uno, ahora son dos

115 12 2
                                    



Pensaba que caminaba sin rumbo, pero me doy cuenta de que no cuando mis pies se paran delante de la habitación de Marek, casi como si fuera una costumbre adquirida por los años. Creo que quiero hablarle de lo que siento, pero, por otra parte, no puedo hacerlo. ¿Cómo le voy a hablar de que me siento atraída por la misma chica que él? Es una locura. Una locura que no debería pasarme. Me rasco los ojos y lo pienso durante demasiados segundos. ¿Cómo inicio una conversación así de incómoda? Porque realmente solo él puede entenderme así... No Léa, no María, no. Solo Marek, que aunque ya no sea mi novio, sigue siendo alguien importante, mi mejor amigo en este sitio. Levanto la mano para picar, pero entonces la puerta se abre, dejando salir a Eymen. No sé quién de los dos parece más sorprendido, pero desde luego considero que yo gano.

—¿Y tú que haces aquí?—Pregunto demasiado indignada para ser la ex de Marek. Esa palabra me pica en un lugar en el pecho que no quiero admitir, así que levanto la cabeza y le miro a los ojos, negros como la noche. Siempre me ha fascinado como siendo una de las criaturas más aterradoras que pisa esta tierra, Eymen parece tan... normal.

—He venido a ver a Daan. ¿Y tú?

—A Marek.

—Pensaba que habíais roto, Strangelove.

—¿Por qué no me llamas por mi nombre?

—¿Me llamas tú por el mío?—Me encojo de hombros y cierro la boca, dándole la razón por el momento. Eymen lleva el pelo corto, algo despeinado, pero no lo suficiente como para que se vea desarreglado. Las mangas de su camisa están remangadas hasta los codos de manera casual, algo que no le pega porque siempre va intachable. No es de mi agrado, pero viste bien. —¿Cómo estás, Strangelove?

—Bien, ¿es que no lo ves?

—La verdad es que no. ¿Quieres hablarlo?

—¿El qué?

—Lo que sea que ronda por tu cabeza.

—¿Vas a hacer algún chiste?

—¿Yo?—Se lleva una mano al pecho y pone cara de estar ofendido.—Nunca, jamás. Si quieres, incluso te daré mi opinión, que, te adelanto, suele ser valiosa.

—¿Por qué? ¿Por qué tienes como mil años y eres sabio?

—Iba a decir porque soy guapo y encantador, pero tu halago no está mal.—Bufo y él se encoge de hombros.—Si no quieres, no pasa nada, pero... Ahí dentro están las cosas algo... Raras.

—¿Por qué?—Pregunto sin muchas ganas.

—Marek está contando lo que ha pasado.

—Ah, genial. Lo sabes.

—Lo sé.—Dice firmemente.

—Pasea conmigo.—No se lo pregunto, porque sé que será lo suficiente gentil conmigo como para no negarse, al menos no sabiendo que Marek ha roto conmigo y voy a tener que soportar que vayan por ahí siendo un par de dioses enamorados. Empiezo a caminar hacia abajo, hacia las escaleras, y él me sigue, despacio, con pasos tan silenciosos como los de un gato ninja. La altura de Eymen no me sorprende, pero si lo bien que huele su perfume y lo pacifica que es su energía. No sé como empezar la conversacion, así que no le empiezo, solo bajo las escaleras, con las manos metidas en mi sudadera rosa, mientras varios alumnos pasan por nuestro lado, subiendo, bajando, charlando, riéndose. Nada ha cambiado, pero a la vez, mi vida aquí va a ser totalmente diferente y no sé si para mejor.

—Te sienta bien el rosa.—Dice de manera casual cuando llegamos al final de las escaleras del primer piso. Empezamos a bajar las segundas cuando lo miro de reojo, mirando sus propios pies, como si le hiciera falta prestar atención para no caerse cuando literalmente posee mejor equilibrio que cualquiera.

PROYECTO Y-13 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora