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—¿Entonces nos vemos el viernes?

—Nos veremos el viernes. Aunque, mañana bañare a algunos de mis perros por sí te interesa.

—Por esta vez no, Mario. Gracias por invitarme.

—De nada, realmente…

No te despediste como de costumbre, lo hiciste de otra manera. ¿Por qué demonios besaste mi frente?

¿Por qué demonios besé tu frente?

Ah, claro, ya me acuerdo: creo que sólo fue el pánico del momento.

Hace tiempo que me quedé pensando sobre ti, y me di cuenta de las veces en que nos despedimos era de una manera algo… Sosa. Siempre me abrazas por la espalda y te devuelvo el abrazo, y generalmente ni eso, ya que sólo me dices «Buenos días» con un saludo de manos. No me molesta, porque hasta ni en mi trabajo me dicen tan seguido los buenos días. Creo que el problema que siento aquí, es que al ser más íntimos deberíamos, no sé ¿Despedirnos de una manera más especial?

Normalmente no ruego porque ni siquiera Dios es capaz de escuchar mis plegarias (en realidad sé que sí las escuchas, sólo que no las cumples. Si no, yo ya estuviera con Patana). Sólo digo ¿Acaso es mucho pedir?

—Oye ¿Mario? ¡Oye! Buenos días.

—Buenos días, Cindy.

—Oye, Mario, quería preguntarte algo. Es lo del otro día.

—¿El otro día? Escucha: si te molesto, simplemente olvídalo. No quería molestarte, así que si fue así, no lo volveré a hacer…

Te besé la frente de regreso. Te quedaste callado, pero por tu rostro, estoy muy segura de que te gusto. Sin embargo, añadiste otro elemento: me besaste los labios como despedida.

🌾;; Flufftober Marindy | 31 MinutosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora