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Esta canción (la de multimedia) tal vez no tenga mucho que ver con la historia, pero me ayudo bastante a escribirla. Tal vez de casualidad quieran escucharla (por cierto, es en 8D. Les recomiendo ponerse audífonos)


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—Pero tú no escuchas ¡No escuchas nada!

—¡Escucharía lo que tienes que decir si tan siquiera hablarás!

—Si tú escucharas; ese es el punto. Ya parece que quieres controlar lo que hacen los demás.

—¡Mira quien lo dice: Coraje, el perro cobarde! ¡El cual se encorva y rehúye cada que se pone nervioso ya que no puede expresarle su molestia a lo demás!

—¿Ves cómo te estás comportando? Eres igual que Tulio: alguien egoísta. A pesar de eso, aun sigues esperando agradarle a los demás, como si fuera posible.

—¡Pues ya me no importa! ¿Por qué no rehúyes de una vez...?

Igual ya no quise seguir peleando ahí, así que agarré mi gabardina y salí de tu departamento por esa tarde. Apenas pude ver de reojo si es que acaso estuviste arrepentida de lo que dijiste, pero ya no me intereso saberlo.


...


Salir por primera vez con alguien tiene sus verdaderas complicaciones. Te das cuenta de los defectos de aquella persona que pensaste que nada malo podrías verle, y que empiezan a ser molestas.

Sin embargo, tu no eres un santo: te das cuenta de tus defectos también con el tiempo. No eres tan bueno como pensaste que serías.

Muchas veces me han catalogado de mandona. Cuando fui al estudio, en esos años cuando salía con Tulio, me sentí bastante indignada de lo mentiroso que era. Dijo que era presentador de un programa educativo, lo cual hizo que yo lo admirara bastante. Era difícil de por sí tener un canal en la televisión sobre educación, y que la gente no se aburriera, así que cuando me dijo que su programa alcanza varios miles de espectadores, era realmente impresionante. Quería verlo, semana tras semana, y esas mismas semanas tras semana fue cuando me doy cuenta de su fraude. Cuando quise reclamar, trato de solucionado, pero cuando me iba podía escuchar sus quejidos de fondo, hablando con Bodoque. «Esa mujer me tiene desesperado», aunque me defendiera de Bodoque, igual reflejaba algo de él; un pensamiento interno.

Ya no había sido un secreto para ti que yo trataba de agradarle a los demás; esa a sido una de mis ruinas. Descubrir no solo el hecho de no agradarle a algunos del estudio, si no que incluso la mayoría, me rompió el corazón. Yo no quiero ser un estorbo, pero con el pasar de los años me han catalogado así.

Yo no quiero parecerme a Tulio, si yo lo deje porque no era el tipo de persona con el que quisiera estar: Alguien egoísta y mentiroso.

Sé que normalmente soy yo la que hablo cada vez que nos reunimos, y que te cuento cada parte de mi día hasta que me quedo sin nada más que hablar. Pero siendo justos, casi no dices nada.

Ya me estoy arrepintiendo de haberte dicho cosas dolorosas.


...


Yo soy... Sé que soy alguien nervioso, pero no soy un cobarde.

La discordia siempre a dominado en el estudio. El tan sólo expresar una opinión podría acarrear desventuras en el set de grabación al tal punto que llega a ser ridículo. Un pastelazo en la cara puede llegar a una declaración de guerra interestelar.

Con el tiempo, ya no me he dignado de expresar tanto lo que tengo que decir. Se podría considerar poco profesional, y a estas alturas de mi vida, solo quiero volver a mi casa con mi misero sueldo y tratar de sobrevivir lo que me queda de año.

Normalmente estoy conforme de escuchar a otros, pero llego a un punto en que necesito ser yo el escuchado. Sufro, internamente, pero no soy capaz de decirle a los demás cómo estoy, porque en primer lugar de seguro no lo entenderían.

En estos momentos, estoy empezando a pensar que puede que esté equivocado.


...


Llegue a la puerta de tu casa al cabo de diez días. Te había traído un ramo de flores al encontrarme con un señor bastante peculiar que me explicó que tenia que decirle para qué se supone que son las flores. Al final me dio un ramo de rosas de color rosa, y como se veían lindas las acepte.

Toque la puerta un par de veces, y en lo que esperaba, me acomode el cabello. Cuando abriste, apenas habías regresado del trabajo, ya que no poseías tu gabardina puesta y tu corbata estaba mal acomodada.

—¿Cindy? —preguntaste— ¿Qué se supone que haces aquí?

—Es que, quería disculparme. En serio lamento tanto si parece que sólo hablo sobre mí, o que soy algo mandona, o que soy...

—¡Calma! ¡Calma un momento! Yo también lamento un par de cosas, como lo que te había dicho. Siéndote honesto, no tienes toda la culpa: debo admitir que a veces no me digno mucho en hablar.

—Es... es genial —respondí— Lamento haberte dicho cobarde. Coraje. Bueno, tú entiendes.

—Se comprende...

Con un movimiento brusco, te mostré el ramo que traía, justo en frente de ti. Con delicadeza, agarraste las flores. Las oliste también, y te agradaron mucho, por lo cual yo estaba feliz.

—Una pregunta —empezaste a hablar— ¿Dónde conseguiste estas flores?

—Cuando fui a buscar un ramo, me crucé en un parque con un señor con una diversidad de flores muy bonitas, y que eran tan vivas. Me pidió que le explicará para qué eran las flores y me termino dando estas rosas.

—¿Era un señor, un pájaro, parecido a tu vecino de arriba llamado Santiago?

—Ése mismo.

—Ese es Carlos —colocaste el ramo a un lado, en una mesa de llaves—. ¡Tuviste una gran suerte! Cruzarse con él es como ver cruzar una estrella fugaz en el cielo ¿No te causo molestias?

—De hecho, fue muy amable. Hasta me dio té...

Una vez que terminamos de hablar, me invitaste a que entrará a tu casa por lo que quedaba de la tarde. También cenamos, al fin y al cabo que estábamos ahí.

🌾;; Flufftober Marindy | 31 MinutosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora