Capítulo [7]

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VIERNES ── 2 DE MAYO, 2008


Estaba nerviosa por dos cosas: sentirse fuera de lugar y su asquerosa resistencia al alcohol.

No sabía cuál de los dos puntos le preocupaba más, quería creer que la compañía de Shinichiro y probablemente la de Senju anularían el primer punto, pero ¿Qué haría con el segundo?

Si quería mantener su dignidad y orgullo directamente no debería beber ninguna gota de alcohol, y ahí se producía otro problema: ella amaba embriagarse. 

—¿Te gustaría que te llevara algo en especial? 

La pregunta la sacó de sus pensamiento.

Shinichiro la observaba con un pack de cervezas de media docena dentro del canasto además de una botellas de sake.

—Huh, no, gracias. 

—¿Segura?

—Hm... podríamos llevar algunos aperitivos. —propuso, pero él negó.

—Omi solo me pidió que llevara un poco más de alcohol, dijo que ya tenían aperitivos. 

Nanami asintió comprensiva. Shinichiro la siguió observando.

—No es tu obligación ir. —dijo desordenándole el cabello, haciendo que el rostro de la chica se calentara. 

Eran gestos mínimos que le gustaban.

—Lo que me preocupa es molestar... además de que soy mala bebiendo. —admitió, porque bajo todos los nervios que le producía el relacionarse con desconocidos, estaba su deseo de disfrutar lo que quedaba de noche junto a él.

El pelinegro se carcajeó ante su comentario, logrando que la sangre le corriera con más fuerza al rostro. Lo que menos deseaba era quedar como una niñata que con un vaso de sake empezaba a ver doble.

—No te preocupes por esas cosas, yo estaré contigo. —la tranquilizó, sonriendo. 

Después de decidir no llevar nada más, Nanami acompañó a Shinichiro a pagar y nuevamente la rechazó cuando le propuso pagar a medias. Cuando salieron de la tienda ambos se la arreglaron para montarse a la motocicleta y llevar las cosas; Nanami tuvo que colocar una bolsa entre su pecho y la espalda de Shinichiro, además de que tuvieron que viajar a una velocidad mucho más reducida.

El viaje se sintió largo, pero fue cómodo. 

Llegaron a una casa en una residencia privada, algo contrario a lo que Nanami esperaba, aunque ni ella sabía qué esperaba en realidad. Se bajó con ayuda de Shinichiro y lo siguió hasta la entrada de la casa. Antes de que pudieran siquiera picar la puerta, Senju apareció frente al par.

 —Ho-

—¡Matsuno! —Senju se acercó a quitarle las bolsas para ayudarla—, por un momento pensé que no vendrías.

El tono con el que lo dice le causó ternura y una risita enternecida se le escapó. 

—Dime Nanami, Senju. —pidió la chica.

—¡A mí Senju! Ahora vamos. —la invitó a pasar.

Nanami caminó a la par de Senju dejando atrás a Shinichiro que no había terminado de saludar, pero estaba acostumbrado a la personalidad de la pelirosa. La teñida se giró a verlo de reojo, como siempre él lucía un rostro tranquilo. 

Llegaron a lo que reconoció como la sala y en los largos sillones negros habían tres personas sentadas de los cuales solo reconoció al mayor de los Akashi.

THE CHILL PILL; s. shinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora