LUNES ── 18 DE ABRIL, 2011
El ambiente dentro de la casa Sano era tenso e incómodo y ningún espacio de ésta parecía salvarse.
Dentro de la silenciosa cocina, Emma estaba con su ceño fruncido sirviéndole agua a la taza de Draken, quien la observaba cauteloso, como si la rubia en cualquier momento pudiera empezar a gritar y le tirara el agua encima, incluso cuando él no tenía nada que ver con el problema.
La relación del par no funcionó, se amaban, pero no podían darse lo que querían; pero era inevitable no verse y no pasar tiempo juntos, por lo que de cierta manera estaban resignados a la compañía del otro. Era casi como volver a sus días de juventud.
—¿No han vuelto a hablar? —se atrevió a preguntar Draken después de carraspear.
Emma dejó la tetera en la encimera y se sentó frente al rubio sin cambiar su expresión.
—No, ni planeo hablar con él hasta que arregle sus problemas. —aseguró.
Agarró uno de los bizcochos que ella mismo cocinó y le dio una mascada. Tenía el estómago cerrado. Se lo tragó con dificultad y luego se lo estiró al rubio, quien lo recibió y dejó a un lado de su taza.
—Pero es tu hermano...
—¿Y? —espetó molesta, haciendo que Draken se sobresaltara de manera leve.
Habían pasado años desde la última vez que Shinichiro y Emma discutieron, en general, ninguno de los dos era de los que discutían seguido, por lo que todo el mundo (Mikey, que luego le contó a Draken, e Izana) se sorprendió cuando Emma ignoró a Shinichiro, no le preparó el desayuno ni lo contó para el almuerzo.
Que Emma no le cocinara era una muy mala señal.
Emma estaba demasiado molesta. Ella tenía una buena relación tanto con Akane como la tuvo en su momento con Nanami, por lo que ver a su hermano saltando de una a la otra le molestaba. Sí, no eran sus relaciones ni sus problemas, pero sus acciones tenían repercusiones, no solo era sobre él solamente.
La rubia solo tuvo que darle una corta mirada a Draken para saber que él quería preguntar más, pero ella no quería seguir con eso, por lo que prefirió cambiar de tema.
—Yo creo que Akane está bien, solo le está pagando con la misma moneda al hermano Shin —teorizó la rubia—, ¡Y está bien!, ¡Se lo merece! —elevó la voz, para que el susodicho que estaba en la sala escuchara.
Inui Akane llevaba sin contactarse con nadie desde la tarde y ya iba a ser media noche. Tenía el teléfono apagado y no le había dicho a nadie donde iría.
Tal y como Shinichiro hizo cuando se fue donde Nanami.
El problema era que Akane no era como Shinichiro, no podía defenderse por sí sola ni mucho menos era común que ella desaparecer de esa forma. Incluso así, Emma estaba segura de que Akane estaba bien.
El grito de la rubia solo atrajo a Keisuke a la cocina, estaba con sus pómulos sonrojados y su ceño fruncido.
—Emma, ¿me podrías hacer la receta de la que me hablaste? Me estoy muriendo. —pidió el pelinegro sujetándose la cabeza por unos segundos.
—Hazte tú la jodida taza, animal. —bufó Draken.
Emma miró mal al tatuado: —Yo me ofrecí antes a hacerle un agua especial para su resfriado, pero no quiso cuando escuchó los ingredientes —defendió a su amigo de infancia, aunque sabía que el comentario de su expareja no iba con malas intenciones—, me imagino que tu resfriado empeoró, ¿no? —se dirigió al pelinegro.
ESTÁS LEYENDO
THE CHILL PILL; s. shinichiro
أدب الهواة鎮痛剤 ── Matsuno Nanami ayudó a un joven hombre sin saber que él estaba relacionado con las dos grandes pandillas de Tokio. o Donde Shinichiro es como una figura paterna y Nanami nunca conoció a su padre PRIMERA PARTE finalizada SEGUNDA PARTE en proc...