Capítulo [8]

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MARTES ── 12 DE ABRIL, 2011


El sol mañanero se colaba por la ventana sobre la bañera dándole directo en el rostro a Nanami, la cual prefirió hundirse dentro del agua hasta por la nariz para evitarlo.

Con ayuda de su dedo fue contando las cerámicas de la pared del baño, pero su brazo pronto se cansó y lo dejó caer dentro del agua. Aquel gesto fue suficiente para perder la cuenta y tener que volver a contar desde cero.

Nanami no se arrepentía de haber tomado el último tren de la noche hacia Shibuya y haber vuelto a su casa, el único lugar donde sintió que podría descansar, incluso si eso significaba dormir mucho menos de lo que acostumbraba.

Estaba agradecida con la Nanami del pasado por haber traído las llaves de la casa que llevaba guardando por años dentro de un joyero. Al principio dudó de que la puerta se pudiera abrir, pero en realidad cedió con facilidad. 

Su casa estaba igual que siempre, quizá con más polvo y helada de lo que recordaba, pero el espacio parecía seguir siendo el mismo, como si el tiempo no hubiera avanzado desde la última vez que fue acompañada de Chifuyu y Keisuke. 

Tendría que agradecerle por cuidar la casa durante tantos años, quizá con una cena o algo.

Lo único malo de haberse ido de manera tan apresurada era que solo atinó a traer repuesto de ropa interior, su teléfono y el cargador en su cartera, por lo que tuvo que madrugar para ir a comprar un cepillo de dientes y demás cosas de higiene personal a la tienda de conveniencia.

Claramente Naomi no continuaba trabajando en la tienda. 

Le hubiera gustado saber qué fue de ella, pero cuando le preguntó al hombre que la atendió no parecía saber nada. Al pasar por el callejón donde conoció a Shinichiro, que seguía igual de siempre con sus contenedores de basura al final rebosando en bolsas y las paredes mohosas, se sintió nostálgica... y molesta.

Salió de la ducha cuando la piel de sus dedos empezó a arrugarse y se secó con una toalla que compró. Después de desayunar unas empanadas de mermelada que también compró en la tienda solo tuvo que lavarse los dientes para estar lista. 

Solo esperaba que no fuera muy evidente sus pocas horas de sueño y su misma vestimenta del día anterior.

Se dio un último vistazo frente al espejo que decoraba su habitación. 

Verse reflejada con ropa semiformal era todo lo contrario a como se veía reflejada con anterioridad frente a ese mismo espejo. 

Se colgó la cartera, guardó todas sus cosas dentro, su ropa interior en una bolsa aparte, y salió de la casa. Se quedó mirando la mancha de vómito en la entrada. La vio cuando salió a comprar en la mañana y ahora que iba al trabajo. Tenía una forma extraña que ni siquiera el tiempo logró borrar.

—¿Nami-chan?

Levantó la cabeza hacia donde la señora Kisaki estaba con un escobillón en mano. Se había acercado a ella y Nanami no se había percatado.

La mujer había cambiado sus pantalones y camisetas floreadas por vestidos largos y zapatillas, su cabello canoso estaba corto y era visible en su rostro el aumento de arrugas. Tres años la habían cambiado, dejando por unos cortos segundos a Nanami impactada.

 Además, si Keisuke decía la verdad, su único nieto que la visitaba había muerto en un accidente, dejándola por completa sola.

—Vecina, tiempo sin verla. —saludó de manera amable acercándose unos pasos a ella.

THE CHILL PILL; s. shinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora