Capítulo [6]

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SÁBADO ── 9 DE ABRIL, 2011


Despertó con un dolor de cabeza que no se lo desearía a nadie y con un solo pensamiento en la cabeza: no recordaba gran parte de la noche.

Su mano se dirigió hasta su frente de manera inconsciente, encontrándose con la sorpresa de que algo estaba atado a su mano. Una venda.

El recuerdo de haberse cortado la palma fue desbloqueado y empezó a soltar pequeños ruidos quejosos. 

Después del accidente solo habían lagunas, en sus pocos recuerdos apareció Tyler, por lo que supuso que pasó la noche con él. Luego le agradecería por haberle curado la mano y cuidarla. Y también se disculparía por lo mismo.

La idea de que sus superiores y compañeros de trabajo la vieron en ese estado logró hundirla más en su miseria. Estiró la mano derecho hacia el velador y tanteo en busca del reloj. Lo acercó a su rostro y vio que todavía no era medio día, pero al ser las once de la mañana perdió la posibilidad de ir a desayunar.

Luego de dar unas vueltas en la cama fue al baño, donde se dio una rápida ducha y se colocó ropa cómoda. Este era su primer fin de semana en Shinjuku, no tenía planes, pero lo más probable era que saldría a recorrer la ciudad con sus compañeras.

No quería pasar el día viendo televisión y la opción de visitar a su madre era accesible, pero la posibilidad de que le cerrara la puerta en la cara eran más altas de lo que le gustaría admitir y no quería agregar más penas a las que cargaba.

Pasada las doce salió de su habitación y bajó por el ascensor al primer piso, que era donde estaba el restaurante. A simple vista ninguno de sus compañeros estaba ahí, así que se sentó en una mesa apartada y una mesera se acercó a atenderla.

Minutos después su sopa de pollo estaba frente a ella. Según Chifuyu era la comida que revivía a muertos de la resaca.

El recuerdo de su hermano le hizo sonreír de manera ligera mientras revolvía la sopa y empezaba a tomar desde la orilla, que era el lugar donde su abuela decía que la comida se enfriaba más rápido.

Menuda manera tienen de beber los japoneses. —comentó Tyler sentándose a un lado de la peliazul.

Nanami no pudo evitar sobresaltarse. De tanto que se sobresaltaba empezaba a parecer un perrito tembloroso.

El castaño no parecía haber madrugado cuidando a tres borrachas (no tenía recuerdos de eso, pero tenía razones par asumirlo).

Parece que hasta a ti te pegó. —comentó con cierta sorpresa mirando a la menor.

Nanami rodó los ojos sonriendo divertida.

Ya sé que me veo mal —refunfuñó volviendo a lo suyo—, ¿tú bebiste? Pareces bien.

Mis resacas no son tan fuertes, aunque me controlé y  no bebí demás —sonrió divertido—, y parece que fui el único al que se le ocurrió eso.

Nanami rio entre dientes. 

Lo lamento, mi resistencia sigue siendo terrible. 

Tyler negó con la cabeza, divertido: —No te disculpes, no te estaba regañando. Lo bueno es que tuviste suerte con tu mano.

Sí, eso creo, lo bueno es que fue la izquierda —levantó la mano vendada—, lamento mucho por molestarte con eso y gracias por cuidarme.

Tyler se encogió de hombros: —No fue para tanto, solo te metí al taxi con las demás y ya.

Me refería a vendarme la mano.

THE CHILL PILL; s. shinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora