Extra [1]

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❝ Esperanza ❞

Baji miraba de manera nerviosa el reloj de su muñeca, esperando ansioso a que la reunión terminase. No tenía razones para estar apresurado, nadie lo estaba apurando, pero él quería llegar lo más rápido posible a dar las buenas noticias.

—Eso eran todos los temas de hoy. —concluyó Draken.

El pelinegro pareció saltar de su asiento sorprendiendo a los más cercanos: —Si es así me voy, tengo cosas que hacer.

Mikey lo miró analítico desde la punta de la mesa, como si estuviera decidiéndose entre molestarlo o dejarlo ir. Al ver la mirada del pelinegro el rubio exhaló.

—Bueno. —cedió finalmente.

Baji a largas zancadas abandonó la oficina de uno de los tantos ring de pelea que ToMan tenía. Al salir hacia el estacionamiento solo se despidió de algunos guardias y se montó a su motocicleta. Camino al departamento se detuvo en una pastelería y compró una tarta de fresas. 

Al llegar a su edificio estacionó la motocicleta en su espacio reservado y mientras subía el ascensor se aseguró de que la tarta no se hubiera desarmado mucho. 

Las puertas se abrieron, encontrando el lugar vacío y silencioso.

—¡Nami, llegué! —avisó dirigiéndose a la cocina. 

Dejó la bolsa sobre la mesa y sacó la tarta, luego buscó un plato y un tenedor con el sonido de fondo de unos pasos acercándose. 

El pelinegro se giró a tiempo para ver como la chica entraba a la cocina. 

Su cabello estaba suelto y desordenado, con unas ojeras marcadas bajo sus ojos cian. Baji temía que la chica hubiera bajado más de peso por la forma de su rostro, pero que ella estuviera todo el día con ropas de Chifuyu no le ayudaba a confirmarlo.

—Te traje un postre. —señaló con la cabeza toda la mesa lista.

—Oh —murmuró—, no tengo hambre.

Baji permaneció unos segundos en silencio: —No te comiste todo el almuerzo, al menos trata de comer un poco de tarta, no es del mismo local de la vez pasada, creo que esta podría gustarte.

Nanami desvió la mirada a la tarta, pensativa, luego dio unos pasos hasta sentarse en donde el pelinegro tenía todo preparado. Baji se sentó a su lado para acompañarla.

Ella agarró el tenedor y de manera lenta sacó un pedazo y lo probó, saboreando.

—¿Está mejor? —preguntó.

La chica le dedicó una sonrisa extraña, no supo si era falsa o no.

—Sí, está mejor. 

Ella continuó raspando el postre, comía de a poco y lento mirando hacia la ventana de la cocina que daba una buena vista de Shibuya. Baji esperó un poco para darle la noticia.

—Ya está todo el papeleo listo.

Nanami giró la cabeza hacia él, tragando duro.

—Conseguí los pasaportes y todo lo necesario para que se quedan allá, lo único que faltaría sería que fueras a aceptar la beca, si no me equivoco tenías hasta la próxima semana para hacerlo, ¿cierto? —dijo con rapidez. Baji por un momento dudó de que se le hubiera entendido, pero se tranquilizó cuando la pelinegra asintió.

—Sí, es hasta el viernes de la otra semana —concordó. El par se quedó mirando hasta que ella exhaló—. Fue más rápido de lo que esperaba.

Baji vio en ella una expresión extraña.

THE CHILL PILL; s. shinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora