Capítulo [3]

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MIÉRCOLES ── 16 DE ABRIL, 2008


Avanzó a largas zancadas hacia su facultad sintiendo como en cualquier momento empezaría a sudar.

A pesar de ir atrasada —cosa que detestaba—, no se arrepentía de haber ido al hospital a visitar a Shinichiro; ella no tenía ningún tipo obligación de ir, pero había querido sin alguna razón aparente.

Quizá el contacto de su sangre con las heridas que ella siempre llevaba en sus manos había servido como algún tipo de amarre.

Cuando vio a Kyomi sentada en la entrada de su facultad con las cosas de ambas, Nanami empezó a maldecir en todos los idiomas que conocía. Se acercó hasta la pelinegra para que le confirmara lo que ya suponía.

—Hasta que llegas, mujer —se quejó su amiga—, por un momento pensé que te habías ido a coger y no volverías.

—Por Buda, Kyomi —Nanami recibió su bolso y se lo colgó al hombro—, está en el hospital con el abdomen recién cerrado, ¿cómo sería eso posible? —la susodicha abrió la boca y Nanami negó con la cabeza, deteniéndola—. Lo que sea, ¿cancelaron la clase?

Kyomi asintió, provocando quejas por parte de la teñida: —Ya se estaba empezando a demorar, ese profesor tiene una obsesión por cancelar clases a última hora.

—Es irritante. —acotó Nanami.

La pelinegra se paró y se colgó del brazo de la recién llegada con una sonrisa divertida.

—Solo tú te enojas porque cancelaron una clase —se burló la ojiamarillo empezando a caminar y llevando a su amiga consigo—. Veamos el lado bueno, tendremos tiempo para repasar para el próximo control, pero primero quiero un informe con lujo de detalles de cómo te fue.

Nanami rodó los ojos divertida y sin poder evitarlo sonrió.

—Compremos algo para comer y te cuento.

—Al menos dime si sigue vivo, yo ya te imaginaba llegando con tu canasto de "recupérate pronto" y él muerto. 

—No mates antes de tiempo a mi futura pareja.  —pidió, ganándose un ligero tirón de oreja por parte de su amiga.

—Deja de ilusionarte tan rápido, por favor. —habló con tono cansino.

Nanami solo se rio entre dientes. 

—Era broma. —se defendió, pero volvió a reírse cuando su amiga la observó con una ceja levantada.

Kyomi le compró a un vendedor ambulante una bolsita de imagawayaki para compartir y se fue a sentar junto a Nanami en una banca bajo la sombra; todavía no era verano, pero los días parecían serlos.

Nanami le contó a su amiga cómo estuvo la visita al hospital, desde la crisis que tuvo sobre si entrar o no hasta la facilidad con la que consiguió una cita.

—Ni los del hospital se salvan de ti —bromeó Kyomi, haciendo reír a su amiga—. Pero que bueno que todo haya salido bien, hace mucho que no le arruinabas la vida a un hombre.

—El burro hablando de orejas. —rodó los ojos Nanami.

Después de su única relación formal ella siguió relacionándose con más hombres, pero cuando llegaban a ese punto crítico para formalizar Nanami escapaba.

Ella no entendía cuál era la necesidad de formalizar las cosas.

—Espera, ¿cómo dijiste que se llamaba? —preguntó de manera abrupta Kyomi.

THE CHILL PILL; s. shinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora