Min YoonGi, un famoso empresario decide -por fin- tener una cita con su asistente y crush, Park JiMin, sin saber que este venía trayendo 3 bolitas de ternura con muchos problemas y aventuras.
¿Qué pasa cuando ambos se enamoran?
¡Los problemas crecen...
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- No tenemos mamá -JiWoo hizo una mueca- Solo...repartamos galletas a todas las madres del vecindario como los años anteriores.
- ¡No Rosie! -exclamó la castaña- Hoy es un año especial, papá consiguió novio, ahora ya no hace los dos papeles, YoonGi tomó uno, debemos darles algo especial.
- ¿A YoonGi también?
JiWoo asintió sacando dos hojas de papel como lo hacían sus demás compañeros, dibujando en una de estás a su papá y dejando la otra en manos de Rosé .
- Tu encárgate de la tarjeta a YoonGi. Estás tarjetas serán las mejores del mundo.
Con el poco tiempo que el profesor les había dado para felicitar a sus madres en una manualidad -este ya conocía el caso de ambas hermanas, por lo que les permitía solo a hacer un dibujo cualquiera para distraerlas- las dos niñas se empeñaron en hacer la mejor tarjeta de le felicitaciones para sus dos padres. Rosé acabándose toda la brillantina, y JiWoo acabando con las pegatinas que les dieron por igual.
- Añádele más brillo -sugirió JiWoo.
- Ya es muy brillante -contestó Rosé limpiando con su mano el polvo restante en su hoja- ¿Y..? ¿Qué te parece mi dibujo?
- Yo creo que está....
- Mal.
Ambos voltearon confundidas hacia la extraña voz que intervino en su conversación, dejando el dibujo -muy, muy brillante- en su mesa para encarar a la persona que se metió con su manualidad. Su hermano menor, SooBin, las miraba con superioridad
- Una tarjeta no será el mejor regalo de todo el mundo -habló-. Recaudemos dinero y comprémosle algo a YoonGi y a papá.
- Somos niños, ellos lo apreciaran igualmente -dijo la castaña-. Y nuestros ahorros son para otra cosa.
- ¿Qué es más importante que el día del padre? -preguntó el pelinegro.
- El cumple de Rosie, el de papá, comida del recreo, mi departamento de la universidad...
- Tienes doce, todavía no tienes que hacerlo -explicó-. Compremos una máquina de café, papá y YoonGi lo toman.
- Prefiero las tarjetas -dijo la rubia mostrando su bonita tarjeta.
- ¡Máquina de café!
- ¡Tarjetas!
- ¡Máquina de tarjetas!
- ¡Niños es hora de salir!
Los tres voltearon hacia el profesor que sonreía con tranquilidad sosteniendo la puerta mientras veía a los niños marcharse, y diciendo uno que otro halago hacia las tarjetas. Los hermanos se miraron entre sí, competitivos.
- Pues, YoonGi opinará sobre la bonita cafetera que compre por adelantado en la entrada de su departamento -sonrió burlón.
- No si llegamos antes -retó la castaña.
Y sin siquiera despedirse de su profesor, los tres hermanos corrieron afuera del aula, esquivando a algunos alumnos y saliendo por la puerta principal, directo a casa. Rosé protegiendo su preciada tarjeta entre sus manos llenas de brillantina, JiWoo con su tarjeta de bonitos colores oculto en su gran suéter y SooBin, bueno, SooBin trataba de correr rápido. De repente se daban uno que otro empujón, se tropezaban entre sí, le jalaban el pie a alguien o se lo mechoneaban, todo con el fin de llegar al departamento del querido novio de su papá.
Saludaron con un corto "hola" a la recepcionista que ya los conocía y se dirigieron al primer elevador que se les cruzó en el camino. Claro, estando el departamento de YoonGi unos pisos muy arriba, se tardaron su tiempito, en donde descansaron, para luego volver a correr al departamento de YoonGi.
JiWoo le quitó las llaves a su hermano y entró primero al departamento, siendo seguida por ambos niños.
- ¡YoonGi! -gritaron al unísono entrando a la habitación y escabulléndose entre las cobijas, en medio de YoonGi y papá.
Alto, ¿Papá?
- ¿Qué hacen aquí? -preguntó con voz adormilada el pelinegro, abrazando inconscientemente la cintura de su novio.
- ¡Es día del padre! -gritó JiWoo-. Hicimos tarjetas.
- ¿Tarjetas? -balbuceó.
- Bueno, yo les compré una bonita cafetera de último modelo -exclamó SooBin levantando la cabeza-. El mejor regalo.
- YoonGi, dile que mi tarjeta de brillos es mejor -puchereó la rubia.
YoonGi, con cuidado de no despertar al peliplateado, se sentó en la cama con pereza, aún con SooBin en sus piernas portando una caja mucho más grande que él. El mayor los miró extrañado, dándoles una mirada a sus cabellos despeinados y sus ropas sucias en conjunto que JiMin les solía poner.
Luego miró las cartas que portaban estas dos niñas.
- Su papá estará por despertar -contó- ¿Me acompañan a hacerle un desayuno especial?
- Pero es hora de almorzar -recordó SooBin.
- Entonces el mejor almuerzo del mundo -le sonrió el mayor-. Adelántense a la cocina mientras yo me alisto.
JiWoo y SooBin se dieron otra mirada retadora antes de salir corriendo a empujones, sin embargo, la pequeñas Rosé miraba con ojitos curiosos al mayor, abrazando la tarjeta entre sus brazos.
- ¿Pasó algo malo Rosie? -preguntó preocupado el mayor.
- Yo te hice una a ti -contó tímida extendiendo la tarjeta-. Tiene muchos brillos, y si no la quieres yo la colgaré en la ventana de tu oficina.
YoonGi miró la tarjeta con curiosidad, observando que, claramente, todo se cubrió con brillos; miró a las cuatro personas en el centro, una muy musculosa, acompañada de otra un poco más baja que él y tres minis personas alrededor. Sonrió con el título "El mejor novio de papá" en los colores más brillantes.
- Muchas gracias Rosé -le sonrió acariciando sus cortos cabellos-. Ve, anda con tus hermanos, yo guardaré la tarjeta.
- ¡No la vayas a olvidar! -exclamó corriendo.
El pelinegro miró con una sonrisa a la rubia salir de la habitación rumbo a la cocina, emocionado por la inesperada tarjeta que le había dado la niña, con un nuevo sentimiento en su pecho: él era importante para ellos, y no necesitaba nada más que su cariño.
