Victoria y Clarita se quedaron en la casa de Fernando por varios días, disfrutando de la convivencia familiar. La pareja se sentía feliz de compartir las 24 horas del día siendo padres, con todas las obligaciones que eso requería: preparar el desayuno, llevar a Clarita al kinder, ayudarla con sus tareas, jugar con ella, bañarla, leerle un cuento antes de dormir... Todo era una aventura para ellos, que se habían conocido hace poco y habían decidido casarse.
Pero no todo era rutina. También aprovechaban los momentos libres para terminar de pulir algunos detalles de la boda, que ya solo faltaba una semana para la ceremonia. Elegían las flores, los anillos, los trajes, los invitados... Todo con ilusión y emoción. Se sentían afortunados de haberse encontrado y de formar una familia.
Clarita también estaba contenta de estar con sus papás. Les quería mucho y les demostraba su cariño con abrazos, besos y dibujos. Estaba emocionada por la boda y por tener un hermanito o hermanita pronto. Le gustaba estar en la casa de su papá, que aunque no era grande ni tenía un jardín como la de su mamá. Se divertía jugando en la biblioteca con sus muñecas y con su papá, que le enseñaba karate y le hacía cosquillas.
Mansión Lombardo, días después.
Victoria y Clarita estaban sentadas en el desayunador de la mansión, rodeadas de material escolar. Había tijeras, cartulinas, hojas de colores, colores, plumones y otros útiles de Clarita regados por la mesa. Estaban preparando la exposición que Clarita tenía que hacer al día siguiente sobre los animales marinos. Victoria le ayudaba a cortar algunas cosas por ser peligroso para la niña, mientras Felipa, pasaba el cooter por la cartulina donde Fernando había dibujado unos peces y unas algas.
Victoria terminó de pegar unos dibujos en una cartulina y se los mostró a Clarita con orgullo—. Excelente, mi vida. Ya quedó todo listo para tu exposición de mañana —le dijo con una sonrisa—. Mira, estos son los dibujitos que hizo tu papá. Estos los llevas todavía pasado mañana, mientras los voy a guardar aquí —señaló un cajón donde había guardado otros recortes que les había ayudado a hacer Felipa.
Clarita miró los dibujos con admiración—. Gracias, mamá—le dijo con una sonrisa—. Me encantan los dibujos de papá. Son muy bonitos —le dijo con entusiasmo.
—De nada, mi amor—le acarició el rostro con ternura—. Estoy segura de que vas a hacer una exposición maravillosa. Eres muy inteligente y creativa —le elogió con cariño—. Felipa nos ayudó mucho, ¿qué falta decirle? —levantó la ceja, mirándola con expectativa.
Clarita se miró los deditos, que se pegaban por la goma que había usado para pegar los dibujos. Luego levantó la vista y miró a Felipa—. Gracias, Felipa, por haberme ayudado —le sonrió a Felipa con dulzura.
—De nada, Clarita—le devolvió la sonrisa —. A mí me gusta hacer todo esto. Cuando quieras te ayudo —dijo Felipa con amabilidad.
—Ahora sí anda con Margarita para que lave las manitas pegajosas de mi bebé —le dijo Victoria con una sonrisa—. Luego que Margarita te ponga tu karategi para llevarte a tus clases. Ahora subo a verte, voy a terminar de acomodar tus cosas —le indicó.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de lo soñado
RomanceFernando Alanis busca a Victoria Lombardo, a pesar de que ella ya lo había rechazado debido a su diferencia de edad, resistiéndose a sus sentimientos. Pero él no estaba dispuesto a perderla. ¿Qué sucedió después? Es una historia de amor, celos, pasi...