Capítulo 86

829 33 7
                                    

Habitación de Victoria.

Victoria y Fernando habían subido al segundo piso para darle el besito de buenas noches a Clarita, quien ya se encontraba totalmente dormida en su cama rosa con sábanas de flores. Victoria había sido la encargada de acostarla y leerle un cuento antes de bajar a esperar a Julián. Fernando la acompañó en ese gesto tan tierno y familiar. Él la miraba con amor y comprensión, sabiendo que estaba dolida por lo que había pasado esa noche con sus amigo—. Vamos a descansar, fue un largo día y mañana será otro igual —dijo Victoria, su voz era suave y cansada.

Tomó su mano con delicadeza —Victoria, quiero hablar contigo— dijo Fernando, con una voz suave y la invitó a caminar hacia su habitación, donde podrían hablar con más intimidad. Victoria asintió con una leve sonrisa y lo siguió sin soltar su mano.

La habitación de Victoria y Fernando era un refugio de paz y amor en medio del caos del día a día. Ambos se sentaron en los pies de su cama, cubierta con un edredón blanco y suave. Fernando le acarició el cabello con ternura, mientras la miraba con una mezcla de admiración y preocupación. Estaba orgulloso de su fortaleza, pero también sabía que estaba sufriendo por la actitud de su amigo. Ella le besó la mano que estaba en su mejilla, sintiendo su calor y su apoyo. Volteó sus labios y lo besó con una sonrisa antes de hablar con voz dulce pero triste.

—Me ha quedado claro que nadie de tus amigos va a ir a nuestra boda —afirmó mientras suspiraba—. Al menos los que conocen nuestra historia.

Fernando negó con la cabeza, llevándose una mano al rostro. No podía creer que su amigo fuera tan hiriente en sus palabras. Quería consolar a Victoria, pero también sentía rabia e impotencia. La abrazó con fuerza y le habló con voz firme y cariñosa.

—No, no —hizo un sonido en los labios en señal de negación—. No digas eso, sabes quiénes estarán en nuestra boda. Estarán aquellos verdaderos amigos y si no están es porque no son mis amigos, solo conocidos. Porque en nuestra boda estarán solo nuestros amigos íntimos.

Victoria se acurrucó en su pecho, buscando su calor y su protección. Se sentía culpable por todo lo que pasó Fernando depsués que la encontró con Antonio. 

—Tu amigo está en la razón en no ir, no te merezco Fernando.

Fernando se separó un poco de ella y le levantó la barbilla con suavidad. La miró a los ojos con amor y determinación. Le sonrió con dulzura y le besó la frente.

—No es cierto, ambos nos merecemos y tanto nos merecemos que estamos juntos con dos hijos. ¿Lo imaginaste alguna vez? —sonrió.

Victoria le devolvió la sonrisa con timidez. Recordó cómo se habían conocido, cómo se habían enamorado, cómo habían adoptado a Clarita y cómo habían concebido a su bebé. Nunca había soñado con tener una familia así, pero ahora era lo más importante de su vida.

—No, nunca me lo imaginé.

Fernando le acarició el cabello con ternura. Le dio un beso tierno en los labios y le susurró al oído.

—Ves, nunca imaginamos este futuro. Muchas veces nuestros pensamientos se adelantan imaginando cosas que no pasarán. En tres semanas nos casaremos, en unas semanas más serás la madre oficialmente de nuestra hija con apellido y todo y en unos meses más serás la mamá de otro ser.

 En tres semanas nos casaremos, en unas semanas más serás la madre oficialmente de nuestra hija con apellido y todo y en unos meses más serás la mamá de otro ser

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Más allá de lo soñadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora