Capítulo 48

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Habitación de Victoria.

Estaban en la habitación de Victoria; Antonio, Fernando, Alejandro, Felipa, Raquel y Hernán. Todos se mostraban preocupados por el estado de salud de Victoria, que acababa de enterarse de la terrible verdad sobre su hijo Bruno.

—Victoria, ¿cómo te sientes? —preguntó Hernán con voz suave.

—Mal —respondió Victoria con amargura, mirando a Alejandro y a Antonio con reproche—. ¿Cómo es posible que me lo hayan ocultado? No me sorprendería que hasta tú lo sepas, Hernán.

—No lo sabía, pero tienes que tranquilizarte y tomar tus medicinas a tiempo —dijo Hernán tratando de calmarla.

—Las estoy tomando, Hernán. Ahora déjenme con Alejandro y con Antonio —pidió Victoria con firmeza.

—Pero, no entiendo. ¿Qué pasó? —inquirió Raquel confundida.

—Fernando, explícale a Raquel por favor —solicitó Alejandro con gesto cansado.

—Fernando, después vienes. Necesito hablar contigo —dijo Victoria con seriedad.

—Voy a explicarle a Raquel, permiso —dijo Fernando y se fue con Hernán y Raquel. Felipa los siguió en silencio.

—No te pares, madre —le pidió Alejandro al ver que Victoria intentaba levantarse de la cama.

—Quiero escucharlo sentada y no acostada —dijo Victoria con determinación.

Victoria se paró de su cama con dificultad y se fue a la silla. Ahí Alejandro y Antonio le relataron lo ocurrido con lujo de detalles. Le contaron cómo Bruno había planeado y torturado a su padre, cómo había contratado a gente para que lo maltratara hasta dejarlo medio muerto, cómo había escapado de la justicia y cómo había amenazado a sus hermanos para que no le dijeran nada a su madre.

—Eso es todo, madre —concluyó Alejandro con voz quebrada.

—¡No puede ser! Qué hijo criamos, Antonio —exclamó Victoria con dolor y comenzó a llorar desconsoladamente. Se abrazó a Antonio y buscó el consuelo de Alejandro. Los tres se fundieron en un abrazo lleno de tristeza y angustia.

—Por eso no queríamos contártelo, sabíamos cómo te ibas a poner —dijo Alejandro con voz apenada

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—Por eso no queríamos contártelo, sabíamos cómo te ibas a poner —dijo Alejandro con voz apenada. Se paró y fue a abrazar a su madre.

—Merecía saberlo. Ahora soy la madre de esa mente criminal —replicó Victoria con amargura. Se apartó de su hijo y lo miró con reproche.

 Se apartó de su hijo y lo miró con reproche

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