Capítulo 41

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Hotel Wayan Mundo Imperial

(Narra Victoria)

Había aceptado ir a ese hotel a descansar solo porque Fernando iba conmigo, lo conocía y sabía que no se iba a resistir tenerme tan cerca y esa noche era la ocasión perfecta para nuestra reconciliación. Llegamos y Fernando hace la reservación.

—Buenos días, deseamos una habitación —dice él.

—Buenos días —saluda la recepcionista—. ¿Para cuántas personas? —nos sonríe muy amablemente.

—Solo para una —dice Fernando. En ese momento lo miro y me acerco más a él preguntando:

—¿Para una? ¿No te vas a quedar? —Esta era mi oportunidad para acercarme más a él, no podía desaprovecharla.

—No, voy a estar tranquilo sabiendo que la Madre está ahí y yo sin noticias. Deseo regresar y estar ahí.

—¿Qué? Pero tienes que descansar, Fernando —trato de convencerlo con algún argumento—. Hernán dijo que nos quiere despierto a los dos. Descansa aunque sea un momento. ¿Qué te diría la Madre Superiora ahora?

—Está bien —noté que lo pensó y lo convencí—. Señorita, dos habitaciones simples.

—¿Simples? Pensé querían matrimonial —se dirige la recepcionista hacia nosotros—. Tengo una con vista a la terraza.

Con lo que escuché le sonreí y lo miré. En ese momento no es mi esposo, pero casi lo fue. Me sentí tan bien al escuchar eso que hubiera dado por escucharlo hace dos años. Sentía como la recepcionista devoraba la mirada a Fernando y yo me sentí halagada porque aquel hombre había sido mío muchas noches, mañanas y tardes. Por un momento pensé que Fernando no lo negaría hasta que lo negó y mi alma se entristeció.

—No. La señora y yo no somos esposos —sonríe y trata de no mirarme.

—¡Oh! Lo siento, déjenme decirles que hacen una bonita pareja y pensé eran esposos, disculpen —le sonrío ante su declaración. Por un momento me volví a sentir de él ante la sociedad.

—Aquí tengo dos simples.

Sus palabras me hicieron tomar la valentía para hacer una contra propuesta. Necesitaba poner todas mis cartas en juego y acercarme a él esta noche, así que sin temor dije:

—Mejor una matrimonial, Fernando. Igual solo vamos a descansar, mira —me pongo nerviosa—. Así en caso nos llamen a alguno de los dos, como estamos juntos, así nos comunicamos rápido o en caso nos quedemos dormidos nos podemos despertar porque solos en cada habitación será difícil despertar, nos podemos dormir.

Sentía como se puso algo incómodo, pero no me importó. Necesitaba estar en la misma habitación que él, sabía que no se resistiría tenerme ahí con él.

—En todo caso, ¿tienen habitaciones con camas dobles? —pregunta él y me creo perdida con la propuesta hasta que escucho una buena noticia.

—No tenemos disponibles, todas están ocupadas —dice la recepcionista mirándome.

Al parecer la recepcionista sabía que había algo más en nosotros, es que es tan fuerte lo nuestro que no se puede ocultar. Muerdo mis labios y le sonrío.

—Entonces una matrimonial. ¿Tiene con mueble la matrimonial? —escuchar eso de él me hace sentirme ganadora. Sonrío más.

—Así es. Incluso les proporcionamos batas de baño y de dormir. La matrimonial tiene jacuzzi, una sala de estar y mesa en el balcón. En caso quieran también hay alimentos.

Más allá de lo soñadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora