Capítulo 55

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Mansión Lombardo. Mérida.

Horas después llegan a Mérida, donde les esperaba en la cochera del aeropuerto el carro de Fernando. Se dirigen ahí para subir y ir primero a la mansión a dejar a Victoria. Victoria se acomoda adelante en el asiento de copiloto, mientras la pequeña Clarita se sienta atrás junto a su tía Kathya, que tenía los brazos cruzados mirando la ventana con la boca torcida de molestia. No hablaba con nadie, solo con Clarita. Fernando, por momentos, miraba el retrovisor mirándola. Sabía que una de las cosas que tenía que hacer era hablar con ella. Mirando a Victoria, trataba de disimular su preocupación por Kathya. En unos minutos llegaron a la mansión.

—Ya en casa, sana y salva —dijo Fernando mientras le abría la puerta—, No sabes como voy a contar los minutos para verte— abraza a Victoria.

Ella le devolvió el abrazo y le susurró al oído — Y yo. Gracias por todo, te daría un beso, pero hay alguien en el carro que aún no sabe.

—Con todo lo de anoche no coordinamos eso, ¿cuándo le decimos a Clarita? —preguntó Fernando, preocupado.

—Se nos pasó por completo, primero deberás hablar con Kimberly y luego le decimos a Clarita. Igual a mis hijos —respondió Victoria, acariciándole el rostro.

—Hoy hablaré por teléfono con ella, aprovechando que ya le dieron de alta. ¿Cuándo nos vemos? —preguntó Fernando, ansioso.

—Organicémonos, te llamo más tarde —respondió Victoria, sonriéndole.

—Te amo —le dijo Fernando, mirándola a los ojos.

Ella le devolvió la mirada, con ternura. —Chau, Kathya —se despidió mirándola a la chica que estaba en el asiento trasero del carro.

Kathya no contestó, se limitó a mirar a otro lado con la boca torcida.

Fernando le llamó la atención —. ¡Kathya! —exclamó.

—Aichh, chau chau —dijo Kathya, ignorándola.

La pequeña asomó su cabecita por la ventanilla del carro y saludó con la mano —Chau, mamita —dijo Clarita, con alegría.

—Ella no es tu mamá, Clarita.— dijo Kathya.

—¡Ya Kathya! —le reprendió Fenando molesto.

Victoria se acercó al carro y le besó la frente a Clarita —Nos vemos, mi amor —le dijo.

—Fernando avanza, tengo que hacer —dijo, Kathya impaciente.

Fernando le ordenó a la pequeña que se sentara bien —Siéntate bonito, hijita —le dijo, haciéndola meter la cabeza al carro. Miró a Kathya con mirada desaprobatoria y subió al carro.

Victoria se alejó e ingresó a su casa lentamente, pensando en la actitud tan grosera de Kathya frente a la niña.

Casa de Fernando, minutos después.

Llegaron a casa ingresando primero Kathya escuchando música de su celular. Fernando mira a su hermana con la que tenía que hablar.

 Fernando mira a su hermana con la que tenía que hablar

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