Capítulo 78

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Fiesta de María Teresa.

Fernando y Victoria se vistieron con sus mejores galas y se dirigieron a la fiesta junto a Alejandro y María José. Victoria por un momento no quería ir, pero luego se puso a pensar en que tenían que relajarse, y se animó. Se puso un traje blanco escotado que resaltaba su piel y uno de sus collares de perla que tanto le gustaba lucir. Fernando fue con el traje que ella misma le había mandado a que le trajeran, de color negro y con un corte elegante. Llevaba la camisa cerrada, pero Victoria sabía que no le gustaba tenerla tan cerrada, así que no se molestó en que se le abriera un poco, dejando ver parte de su pecho. Los dos se veían radiantes y felices, dispuestos a disfrutar de la noche.

 Los dos se veían radiantes y felices, dispuestos a disfrutar de la noche

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Victoria y Fernando entraron a aquella fiesta, ella con una sonrisa de la mano con su marido

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Victoria y Fernando entraron a aquella fiesta, ella con una sonrisa de la mano con su marido. Se instalaron en una mesa ya reservada para los Lombardo. Antonio, los recibió casi en la entrada. Estaba brindando con su círculo de amistades muy contento.

Alejandro, el hijo de Victoria, los vio llegar y se acercó a saludarlos. Estaba acompañado por María José, su esposa.

—Madre, qué guapa estás. Me alegro que te hayas animado a venir. —Alejandro le dio un beso en la mejilla.

—Gracias, hijo. Tú también estás muy guapo. Y tú, María José, estás radiante. —Victoria les devolvió el saludo con cariño.

—Hola, Victoria. Hola, Fernando. Qué bueno verlos por aquí. —María José los saludó con simpatía.

—Hola, María José. Hola, Alejandro. ¿Cómo están? —Fernando les preguntó con interés.

—Bien, bien. Disfrutando de la fiesta. —Alejandro respondió con entusiasmo.

—Madre, voy a saludar a mis amigos que hace tiempo que no los veo. Los Beraún están allá. Acompáñame, mi amor. —Alejandro se levantó con María José y se fueron.

Fernando aprovechó para preguntarle a Victoria cómo se sentía.

—¿Estás bien? —Fernando le preguntó con preocupación.

—Todo bien, mi vida. —Victoria le sonrió dándole una caricia—. No veo a nadie de mis amigas. Ya no demorarán en aparecer.

En ese momento, una voz familiar llamó la atención de Victoria.

Más allá de lo soñadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora