«36»

7K 733 60
                                    

-De acuerdo-respondió con simpleza Roseanne mientras sus ojos tenían una mirada cargada de burla hacía Raphael.

La joven sabía cuales eran las verdaderas intenciones de este hombre, estar en bastantes fiestas sociales rodeada de gente con dobles intenciones ya la habían hecho ser sensible a reconocer cuando alguien no era sincero con sus palabras, y lo que este hombre verdaderamente esperaba es que ella se sintiera intimidada o arrepentida por sus acciones.

"Ja, patético"

No mentiría claro que esa sanción la había hecho cabrear aún más, pero jamás le daría la razón a ese hombre de que salvar a alguien estaba mal, ella sabía que esa sería una traición al juramento que hizo antes de ser doctora, además donde se a visto que los doctores sean castigados o deben disculparse por hacer su trabajo.

Al terminar de escuchar esa respuesta la cara del doctor Raphael se distorsionó por completo y una palpitante vena sobresalía de su frente.

"Maldita perra"

Como aún se atrevía a ser arrogante delante de él, pero si creía que eso se quedaría así estaba muy equivocada, haría sus días en el hospital un martirio hasta que la vea rogar de rodillas por su clemencia.Y de tan sólo imaginar que los grandes y excéntricos ojos fucsia de la joven estén empapados de terror y lágrimas hacían que la llama del sadismo dentro suyo clamaran por ser saciadas.

Lea que hasta ese momento se había mantenido al margen en esa conversación, velozmente notó las nuevas intenciones de su despreciable tío por Roseanne.

"No creas que te dejaré maldito"

- Ahhh-fingió soltar un alarido de dolor Lea, para captar la atención de Rosé lo cual fue un éxito ya que en unos instantes ya tenía a la susodicha junto a ella.

-Apoyate en mí-dijo Rosé a Lea-Doctor Raphael, con permiso mi compañera no se encuentra en buenas condiciones-y sin siquiera esperar una respuesta salió de esa oficina y comenzó a caminar en dirección a la sala de emergencias para poder curar las heridas de la joven de corte garçon.

La joven de ojos negros no dijo nada y durante todo el camino se mantuvo con la mirada en el suelo sumergida en sus pensamientos, sólo cuando sintió como era sentada en una suave superficie fue que notó que ya se encontraba en una habitación.

-Gracias, pero ya puedes retirarte puedo curarme yo sola-soltó fríamente la joven, después de todo siempre había sido así.

Al no recibir respuesta creyó que la joven de cabello rosa la entendio y se fue, pero se equivocó al verla por el reflejo de la ventana de esa habitación revisando los estantes en busca de un maletín de primeros auxilios y una vez lo encontró volvía a acercarse a ella.

-Te dije que te fueras, no necesito tu lástima-espeto con impaciencia Lea.

-¿Qué le hace creer que lo hago por lastima?, ¿Además no es el deber de un doctor sanar a alguien herido?-cuestionó Rosé mientras con unas tijeras cortaba cuidadosamente la ensangrentada camisa de la joven de corte garçon.

-Realmente eres tan necia y entrometida.

-Si no lo fuera, podría siquiera considerarme una buena doctora-respondió la joven de cabello rosa mientras con un paño y agua limpiaba cuidadosamente los rastros de sangre seca que se encontraban en la blanca espalda de la blonda.

Aquella habitación se sumergió en un silencio para nada incómodo que fue roto por una joven de ojos ámbar que abría estruendosamente aquella puerta.

*Bum*

Los ojos de la joven no pudieron abrirse más porque no era posible, luego de haber llevado a aquella mujer a una de las habitaciones de la sala de emergencias comenzó a buscar a la doctora Lea para saber si se encontraba bien luego de su reunión con el doctor Raphael, pero al llegar al frente de la oficina del susodicho y ver un camino de gotas de sangre que dirigían hasta está habitación rogaba que la persona herida no sea la doctora.

"Lo volvió a hacer"

Y antes que alguna de las otras dos jóvenes dijera algo, vieron como la joven de ojos ámbar se iba cerrando la puerta detrás de si. Y sin pensarlo dos veces Yvonne comenzó a correr camino a la oficina de la doctora Lea para traerle nueva ropa.

Ambas jóvenes no dijeron nada al respecto y volvieron a lo suyo instalándose nuevamente en aquella habitación ese silencio agradable de hace unos momentos.

Mientras Rosé está vez comenzaba a desinfectar las heridas de los latigazos pudo observar que no sólo había estás nuevas marcas sino que habían viejas cicatrices.

"Maldito desgraciado"

Ha pesar de que Roseanne seguía desinfectando las heridas como si no le afectará en lo absoluto las otras cicatrices sus bellos ojos fucsia no opinaban lo mismo, encontrándose como un volcán a punto de estallar.

Todo siendo observando atentamente por Lea a través del reflejo en la ventana, pero no sé sentía incómoda o enojada y eso le resultaba tan confuso ella no era del tipo de persona que confiara en los demás tan fácilmente pero está joven tenía algo que la atraía hacia su dirección, como las polillas son atraídas por la luz.

-Así que realmente no fue un exceso de confianza de tu parte tus palabras en el quirófano-dijo a la ligera la blonda rompiendo el silencio entre ambas.

Después de todo trabajarían juntas a partir de ahora así que era normal que intentará tener una relación cordial entre ambas, pero por más que intentará negarlo esa sólo era una excusa para poder saciar su extraña curiosidad por la peli rosa.

-Si no tuviera confianza en mis habilidades como doctora podría siquiera considerarme una-respondió amigablemente Rosé mientras comenzaba a vendar las heridas.

*Sollozo*

Esa acción no sólo sorprendió a la peli rosa sino a la misma Lea, no entendía que sucedía con ella usualmente siempre mantenía sus sentimientos al margen pero en está ocasión por alguna razón se sentía extrañamente feliz de no estar lidiando sola está situación que ella ya consideraba normal, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía apoyada de verdad y no por interés.

-¿Te duele?-pregunto Rosé al ver como de los intensos ojos negros de la joven caían lágrimas.











《Está vez no buscaré el amor》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora