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¡Madre!—exclamó Linden mientras ingresaba al cuarto de su madre y se acercaba a ella.

La emperatriz que se encontraba recostada en su cama rápidamente guardo la carta que tenía en sus manos y volteó en dirección a su hijo.

¿Madre cómo te sientes?—preguntó el joven de ojos carbón, a pesar de que había escuchado las palabras del doctor, estaría más tranquilo si lo escuchaba de los labios de su madre.

Linden cariño, fue solo un desmayo, últimamente esto de la posible guerra con el Reino del Sur me a tenido muy preocupada y creo que me descuidé un poco—respondió la mujer mientras curvaba la comisura de sus labios hacia arriba forzando una sonrisa en su rostro para tranquilizar a su hijo y dar por terminada la conversación.

"Tengo mucho que pensar"

El semblante preocupado y cálido del joven fue bruscamente cambiado a uno de frialdad absoluta al escuchar la respuesta de su madre la cual no contrastaba con las del doctor.

"Solo fue un desmayo producto de una emoción del momento"

Esas fueron las palabras del doctor pero porque su madre decía que se desmayo por cansancio, ese hombre sabía bien que por la seguridad de su cabeza no le convenía mentirle a un miembro de la familia real y si estuviera mintiendo en nombre de su madre al menos ambos se hubieran puesto de acuerdo en decir una misma mentira.

Seguro estaba pensando de más en las cosas pero y si ese no fuera el caso y realmente había algo que él no sabía.

¿Sucede algo más Linden?—preguntó la emperatriz al notar la fría y calculadora mirada de su hijo posarse en ella.

Lo conocía bien y sabía que seguramente en estos instantes en su cabeza la estaba analizando, como si buscará una respuesta a las múltiples conjeturas que se le estaban formando.

—Sólo me preguntaba, ¿por qué las respuestas de madre y las del doctor no congenian en absoluto?.

Esa pregunta la tomo por sorpresa no esperaba que su verdad a medias fuera descubierta tan rápido por su hijo, realmente no le había mentido del todo ya que si se había estado descuidando éstos días por la posible guerra con el Reino del Sur.

Y como no preocuparse si ella mucho antes de ser la emperatriz del Reino del Norte fue la hija menor del Ducado Schmitt en el Reino del Sur, saber que en estos momentos ambos reinos estaban a nada de una guerra la ponía mal, era algo que aún no podía asimilar, sentía que se pusiera del lado que fuera estaría traicionando al otro.

Pero la otra parte de la verdad que no le dijo a su hijo es que el detonante que liberó toda esa avalancha de sentimientos reprimidos que la llevaron a desmayarse de la emoción fue ver el increíble parecido de Rosie con su madre, al verla con ese vestido champán fue como volver años atrás en el tiempo y ver a Cherry en su fiesta de mayoría de edad con ese mismo vestido.

¿Según su alteza el príncipe heredero que ganó yo mintiendole?—preguntó impaciente la emperatriz.

—No lo sé su majestad, dígame usted que gana o mejor dicho a quien protege haciéndolo—inquirió seriamente el joven.

Existían pocas personas por las que su madre mentiría descaradamente y una de ellas era... 

"Mujer egoísta"

Su madre se desplomó en sus brazos una vez vió a Roseanne, así que lo de la guerra con el Reino de Sur no podía ser esa emoción del momento.

Lo que yo gané o a quien proteja es asunto mío, en este momento me encuentro muy cansada así que le pido a su alteza que se retiré— respondió seriamente la emperatriz para posteriormente acostarse en la cama y darle la espalda.

Lamento haber importunado a la emperatriz con mi preocupación—dijo secamente Linden mientras hacía una reverencia en forma de despedida, sabía perfectamente que su madre lo estaba hechando.

Sabía que su madre siempre lo terminaría hechando o cambiando de tema, una vez él la comience a cuestionar al descubrir que estaba protegiendo o incubriendo a Roseanne.

Giró el pomo de la puerta y salió de esa habitación encontrándose con Arnold esperándolo afuera.

Investiga que está pasando ahora mismo en el Ducado Park—ordenó  Linden a medida que avanzaba en dirección a la salida de ese pasillo seguido de un callado Arnold.

Una vez el silencio reino nuevamente la mujer que se había acostado se levantó y soltó un profundo suspiró.

Estaba harta que siempre Linden la este martirizado y cuestionando por proteger a Rosie, está fue la principal razón por la que no quiso decirle la causa de su desmayo, sabía que Linden asumiría que fue por culpa de Roseanne, cosa que no era verdad lo que causaría una nueva brecha entre los dos.

Hurgó debajo de su almohada y encontró la carta que minutos antes de que el doctor llegará una de sus sirvientas le entrego diciendo que era de parte de Rosé.

En la misma le explicaba que muy pronto se sabría que ella dejaría de ser una Park, pero que no se preocupara ni interviniera ya que todo fue obra de ella misma, que era algo que realmente deseaba y por último que muy pronto la vería para empezar con el trato que acordaron.

Lentamente se levantó y se dirigió a la chimenea, donde arrojo la carta la cual en instantes se transformó en cenizas, en un lugar como el palacio donde las paredes oyen era mejor deshacerse de cualquier tipo de información que aún no debía ser pública o era privada.

"¿Qué es lo que realmente quieres Rosie?"

Desde la última vez que vió a Roseanne y le mostró ese cambió tan radical en su personalidad no había podido dejar de pensar en eso, y como era posible que esa niña tan desolada que había deseado con todo su ser, ser una emperatriz había cambiado de parecer.

Flash Back

¿Qué es lo que quieres Rosie?—preguntó dulcemente la emperatriz a la niña de ojos jade que caminaba a su lado.

Esa pregunta tomó por sorpresa a Rosé lo cual la hizo vacilar en si podía decir cuál era su más grande anhelo, pero se armó de valor y tomo todo el coraje que su infantil y pequeño cuerpo pudiera tener y lo dejó salir.

Yo deseo que alguien se preocupe por mi como los hijos de la emperatriz lo hacen por ella, deseo que a la gente le guste estar conmigo como lo hacen los súbditos de la emperatriz, deseo que los sirvientes sean fieles conmigo como lo son con la emperatriz, deseo que alguien me amé como el emperador ama a la emperatriz, yo...

Pero la niña ya no pudo seguir hablando porque su voz se vió afectada por los sollozos que salían de sus labios, los mismos que acompañaban las cálidas y cristalinas lágrimas que silenciosamente comenzaron a brotar a medida que hablaba.

—¡Oh Rosie!—exclamó la emperatriz para bajarse a la altura de la niña de ojos jade y abrazarla fuertemente, para que unos instantes después la misma dejará ir todo su llanto y dolor en sus brazos.

Fin del Flash Back

 

《Está vez no buscaré el amor》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora