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Cuando Anette y Rosé llegaron al hogar de la mayor el atardecer naranja ya había dado paso a la oscura noche.

Mientras la joven de ojos fucsia se ponía a abrir la puerta y a hacer pasar a la niña un repentino abrazo detuvo sus acciones.

-¡Mi niña!-exclamó una preocupada señora Merry que hasta hace unos segundos atrás estaba sentada en el sofá de esa sala pero apenas escuchó que la cerradura de la puerta era abierta se abalanzó a ver a su pequeña-Sabes lo preocupada que estaba-cuestionó la mujer mientras comenzaba a inspeccionar que Rosé estubiera ilesa, actualmente ya eran las ocho de la noche y estaba preocupada que al venir sola desde el hospital su pequeña niña pudiera haber sido lastimada.

-Tranquila nana estoy perfectamente bi...-pero la respuesta de Roseanne fue ahogada por los preocupados gritos de la mujer de cabello plateado.

Lina trae el botiquín!-grito la señora Merry a la joven que se encontraba en la cocina preparando la cena, la cual velozmente salió sin rechistar en busca del mismo-Acuéstate cariño, y dime si te duele aquí-dijo su nana para posteriormente recostar a Rosé en el sofá y hacer una ligera presión en su tórax.

La joven de ojos fucsia dirigió su mirada a donde su nana miraba con tanta preocupación dándose cuenta que tenía una mancha de sangre seca en su ropa, era obvio que no le pertenecía ya que no tenía ninguna herida sino que lo más probable era que sea de la doctora Lea, seguro se había manchado cuando la comenzó a sacar de la oficina del doctor Raphael.

Tenía la intención de aclarar el malentendido pero nuevamente no le dejaron hablar.

-¿Quién es esa niña señora Merry?-pregunto Lina mientras dejaba el botiquín en la pequeña mesa que se encontraba en medio de esa sala.

Esa pregunta logro sacar a la mujer de su burbuja de preocupación y la hicieron percatarse de la tímida presencia de aquella niña.

-Ella viene conmigo-respondió Rosé mientras se levantaba del sofá y se colocaba al lado de la niña de ojos verde manzana y la hacía pasar a la sala.

Ambas mujeres voltearon a verse completamente perplejas, no entendían nada de esta situación y mucho menos
quien era esa niña.

-Siéntense les explicaré-dijo Rosé a las mujeres mientras comenzaba a contarles la situación de la niña y porque la trajo con ella.

-Bueno ahora que todo está aclarado, porque mejor no cenamos debió ser un día bastante largo y agotador para ambas-dijo la señora Merry mientras se levantaba y se dirigía a la cocina seguida de Lina.

Cuando ambas mujeres se fueron dejaron solamente a Rosé con la niña, la cual sólo se mantenía completamente retraída en el sofá con la cabeza gacha y apretando fuertemente el dobladillo de su gastado vestido color café, tal acción dejo al descubierto sus brazos en los cuales Rosé pudo ver unos grandes raspones.

Y sin pensarlo dos veces agarro el botiquín de primeros auxilios que había traído Lina y se sentó en la alfombra que cubría el suelo de la sala y delicadamente sostuvo uno de los brazos de la niña de ojos verde manzana y comenzó a curarlos.

Todo bajo la sorpresiva mirada de la niña, debido a toda la conmoción que sucedió en el hospital se olvidó completamente que cuando aquel hombre la empujó sus brazos resultaron lastimados.

-¿No te duele?-pregunto dulcemente Roseanne a Annette mientras comenzaba a colocar el vendaje.

-No señorita-respondió tímidamente, realmente la sensación de las manos de la joven de ojos fucsia era casi inexistente era como si la misma estubiera sosteniendo su posesión más preciada-Señorita... Eh, ¿Cuál es su nombre?-se atrevió a preguntar con el rostro completamente rojo, está persona había hecho tanto por ella en tan poco tiempo pero aún no sabía su nombre, que vergonzoso.

-Pero donde están mis modales, lo siento, mi nombre es Roseanne-se presentó y la niña juraría que al terminar de hacerlo sentía que estaba delante de una princesa de cuentos, sus rasgos eran tan delicados y perfectos, su voz tan clara y dulce como la miel-¿Y cuál es el tuyo?

-Eh... Yo soy Annette-respondió torpemente mientras salía del trance en el que había entrado y su cara adquiría nuevamente un toque carmín por la vergüenza.

Toda esa situación era observaba por una joven de ojos verde olivo desde el marco de la puerta de la cocina.

-Señora Merry, usted que opina de la acción de nuestra señorita.

La mujer de cabello plateado mentiría si dijera que no se sorprendió por esta nueva e inesperada acción de su pequeña rosa, en este punto ella ya no sabía que era lo que Roseanne pensaba, anteriormente era más claro que el agua que ella buscaba a toda costa ser reconocida y amada por su familia y el príncipe heredero pero ahora todo lo que buscaba era alejarse de ellos a como diera lugar.

Y lo aún más sorprendente era que Rosé lucía mucho más relajada con esta nueva vida, aún podía recordar como con apenas sólo cinco años comenzó a obsesionarse con ser lo suficientemente perfecta para que todos pudieran amarla.

Flash Back

-Rosie porque te excedes tanto a ti misma-cuestionó en un tono de reproche la señora Merry mientras cambiaba el paño húmedo que tenía la niña en la cabeza para bajar la fiebre.

Fiebre que se había generado debido a la falta de sueño y alimentación a la cual la niña de ojos fucsia se había estado sometiendo para obsesionarse con las clases de música.

-Nana lo siento por preocuparte, pero debo aprender todo rápidamente para así poder comenzar a adquirir más conocimientos-dijo decididamente la niña.

-Pero cariño cuál es el apuro y la necesidad de dañarte así en el proceso-inquirió la mujer de cabello plateado a medida que acariciaba suavemente los dedos de la niña, los cuales estaban llenos de ampollas por practicar sin descanso el violín y el piano.

-Necesito llegar a saber muchas cosas para lograr ser perfecta y por lo tanto digna del apellido y amor de mi padre y hermanos.

Estaba segura que si alcanzaba la perfección la amarían ya que quien no amaba las cosas perfectas, sólo debía seguir esforzándose y eventualmente su padre y hermanos reconocerían su validez.

"Debo seguir sin importar que"

La mujer sólo se limitó a guardar silencio porque sabía que a pesar de tener tan sólo cinco años su señorita era una persona tan obstinada y una vez que algo se le metía en la cabeza nadie ni nada la hacían cambiar de parecer, en ese aspecto era tan parecida al Duque Park.

Fin del Flash Back

Y desde ese momento fue cuando ella sólo podía mirar como su pequeña rosa se marchitaba pétalo por pétalo en el proceso de aquella meta, sintiéndose tan impotente de no poder cambiar tal situación, pero finalmente después de tanto tiempo podía ver a su pequeña dejar de desmayarse por las extremas dietas que seguía para no perder su peso ideal, dejar de caer enferma por sobre esforzárse en las actividades que hacía, dejar de ser acusada de tantas injusticias y en cambio la podía ver más relajada y feliz.

Así que si su más grande tesoro podía al fin probar lo que era tal emoción que importaba lo demás, está vez ya no se quedaría viendo como su pequeña Rosie es infeliz o mejor dicho no lo permitiría así que sin importar que sea lo que quiera en el futuro ella se encargaría que nada interfiera, ya era tiempo que Roseanne conociera que en el mundo hay más cosas y razones por las cuales ser feliz.

-Yo opino que nuestra señorita es un ser magnífico por lo tanto debe ser protegida y apoyada incondicionalmente-espeto con decisión la mujer.

-Usted tiene mucha razón, nuestra señorita es alguien sensata y de buen corazón, ella sabrá porque hace todo lo que hace, nosotras sólo debemos apoyarla y no interferir-dijo Lina mientras terminaba de colocar todo lo necesario en la mesa para la cena.

-Cariño la cena ya está lista.

《Está vez no buscaré el amor》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora