La joven estaba a punto de decir que realmente se encontraba bien cuando una frenética Yvonne ingresaba nuevamente al cuarto pero está vez con una camisa nueva y otra bata de doctora.
-Aquí tiene Doctora Lea-dijo tímidamente la joven de ojos ámbar mientras se los extendía a la susodicha, la cual rápidamente los agarro y comenzó a vestirse en un intento de salir de ese inédito momento, que ni ella podía explicar.
"¿Por qué lloré?"
Por unos minutos el aire alrededor de las chicas se volvió tenso ya que ningúna sabía que podía decir para aligerar el momento.
-Yvonne a partir de ahora la señorita Rosé es miembro del plantel médico del hospital-informo Lea recobrado su habitual semblante serio.
-¡Bienvenida señorita!-exclamó alegre la joven de ojos ámbar-Si tiene alguna pregunta no dude en consultarme, y por cierto me llamo Yvonne.
Realmente aún no podía creer que aquella joven que parecía una muñeca con la que chocó en la entrada de la sala de emergencias trabajaría con ellos, por el aire tan elegante y refinado que se generaba a su alrededor juraría que se trataba de una noble porque vibra de ser una plebeya no tenía nada.
-Gracias-respondió con simpleza Roseanne dejando nuevamente otro silencio que se quebró con la voz de la blonda de ojos ámbar.
-Doctora Lea que haremos con la paciente recién ingresada, aún ninguno de sus parientes se a acercado a pagar los gastos médicos por lo tanto el doctor Raphael no deja que se le administren medicamentos, ya que sería violar otra de las reglas del hospital-informo Yvonne en un tono cargado de un casi imperceptible sentimiento de frustración.
Lea no pudo evitar chasquear su lengua con enfado, como odiaba esas estúpidas reglas impuestas por el maldito de su tío.
-Yo me haré cargo de los gastos después de todo yo la traje, así que puedes proseguir con su tratamiento-se metió en la conversación Rosé, cuando creía que aquel hombre no le podía caer peor, salía con otra de sus absurdas reglas.
-¿Eres familiar de la paciente?-pregunto Lea.
-No, pero la conozco y esa mujer sólo tiene de pariente a aquella niña que estaba en el pasillo anteriormente, la cual aún es muy pequeña para poder responsabilizarse de una situación así.
Realmente Rosé no sabía quienes eran esa mujer y la niña pero no podía permitir que el proceso de recuperación el paso más importante para que el paciente recobrara su salud se viera frustrada por falta de dinero, así que en lo que se contactaba con los familiares de la susodicha ella se haría responsable de los gastos médicos.
-En ese caso Yvonne procede a administrar los medicamentos a la paciente-ordenó la joven de corte garçon mientras se levantaba de la camilla-Y usted sigame-se refirió está vez a Rosé, para comenzar a caminar en dirección a su oficina.
Una vez dentro de la oficina la joven de ojos negros procedió a sentarse y decirle a la joven de ojos fucsia que hiciera lo mismo.
-Estás son las reglas del hospital señorita Rosé, será mejor que las lea atentamente porque si llega a romper alguna no creo que el doctor Raphael sea tan tolerante como hoy-informo Lea mientras le entregaba un papel enrollado a la susodicha.
-¿Y cuándo firmó el contrato de trabajo?-pregunto Rosé mientras agarraba el papel que le extendían.
Ante esa pregunta la joven de ojos negros no pudo evitar congelarse, había olvidado completamente que está joven no era como los demás plebeyos que aceptaban este empleo sin siquiera preguntarse por un contrato laboral.
-En unos días podrá hacerlo-mintió Lea, acción que la hizo sentir tan asqueada, como odiaba hacerlo, pero en está ocasión esa sensación de remordimiento era aún más grande, está joven fue tan considerada con ella y como retribución le mentía descaradamente.
"Lo siento"
Si fuera por ella realmente todos los trabajadores de este hospital tendrían un contrato, pero su desgraciado tío era el encargado y él estaba en contra de eso. Ya que solía decir que desde cuando se vió que los perros tengan derecho.
"Realmente lo siento"
-Está bien-respondió en un tono no muy convencido Roseanne.
Usualmente las entidades que buscan empleados o los empleadores ya suelen tener todos los contratos laborales hechos para agilizar las cosas, pero no era completamente raro no tener un contrato a mano en ciertas ocasiones, ya que en su primera vida nunca había trabajado no sabía como se manejaban ese tipo de asuntos en este mundo, pero aún así no le dejaba de resultarle sospechosa está situación.
En especial sabiendo que aquel desagradable hombre era el encargado de manejar este hospital, por el momento se encargaría de inspeccionar el perímetro en caso de encontrar algo fuera de lo normal.
-Por hoy ya puedes volver a tu hogar, y mañana empiezas oficialmente tu primer día de trabajo.
Roseanne sólo se limitó a asentir con la cabeza para luego salir de aquella oficina y dirigirse a la sala de recuperación a echarle una mirada a la mujer antes de volver a su casa.
Cuando al fin apareció en su campo de visión la habitación y se disponía a ingresar en ella, algo la estampó contra el suelo.
"¿Por qué eres tan torpe Yvonne?"
Yvonne se apresuró a ver como se encontraba la joven que nuevamente se encargaba de mandar al suelo con su torpeza.
-Realmente lo siento señorita Rosé, realmente no fue intencional, por favor perdone mi torpeza-hablo velozmente la joven de ojos ámbar, que si no fuera porque artículo bien las palabras no se la hubiera entendido debido a la velocidad que uso que era la misma que se usa para decir un trabalenguas.
-Descuide señorita Yvonne, yo también debí haber tocado la puerta para saber si alguien se encontraba dentro y evitar una situación así.
Después de ese breve intercambio de palabras ninguna de las dos chicas sabía que más decir surgiendo así en el ambiente un profundo silencio.
*Cof cof*
Ambas jóvenes que estaban en el marco de la puerta voltearon en dirección hacia adentro de la habitación notando que la mujer comenzaba a despertar de los efectos de la anestesia.
La mujer era blanca como los pétalos de una margarita con un cabello largo y rubio que caía como una cascada de oro sobre los costados de la cama y unos grandes ojos color verde manzana, era una versión más grande de aquella niña que había venido con ella.
La mujer apenas y podía abrir los ojos, pero la sensación de aspereza y sequedad en su garganta la hacían sentir incómoda así que ella extendió su pesada mano como podía en busca de agua.
-Ayúdame a darle de beber agua-dijo Rosé a Yvonne mientras se dirigía a la mesa de noche que se encontraba al lado de la cama y comenzaba a verter el agua de la jarra al vaso que se encontraban ahí.
Mientras esto sucedía la joven blonda ayudo a la mujer a recostarse un poco, no demasiado ya que si lo hacía podría abrir su herida.
Al recibir aquel refrescante líquido la mujer pudo sentir una sensación de absoluta satisfacción y nuevamente con ayuda de Yvonne se acostó en la cama para velozmente volver al país de los sueños.
-Sígueme-ordenó la joven de ojos fucsia a la blonda, que la siguió silenciosamente hasta salir de la habitación de la paciente y estar en los pasillos de la sala de recuperación.
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《Está vez no buscaré el amor》
Historical Fiction-¿Qué tengo que hacer para que padre me ame? Rosé miró a la persona frente a ella con una cara manchada de lágrimas. Sin embargo, su padre, sólo la miraba sin emociones en sus ojos. -¿Tengo que ser como Rachelle?, ¿Entonces si me amarás?, ¿Entonces...