«40»

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[Secuencia de sueño]

Emperatriz detengase!-gritaban unas doncellas mientras perseguían a una joven de cabello negro azabache y ojos morados que corría precipitadamente por aquellos inmensurables pasillos-Aún su salud no es buena.

Pero la misma hacía caso omiso a las protestas, y a pesar de sentir su cuerpo débil y sus piernas temblorosas no paraba su andar sino que lo intensificaba.

-Lo sentimos emperatriz, no puede ingresar-dijeron al unisono dos guardias imperiales que custodiaban la puerta de aquel palco real.

-Apár...tense, cómo se atreven, yo soy la empe...ratriz-reclamó Rachelle mientras intentaba estabilizar su agitada respiración, había estado corriendo desde el palacio de la emperatriz el cual se encontraba al otro lado del palacio principal.

Los dos guardias no pudieron evitar mirarse con incredulidad, era la primera vez que lady Rachelle hacía uso de su poder como la emperatriz, usualmente sólo se quedaba callada y con la cabeza gacha en un rincón sin involucrarse en nada.

-Fueron órdenes de su majestad el emperador.

La joven apretó fuertemente sus manos, a pesar de llevar el título de emperatriz nadie la reconocía como una.

-Bajo la acusación de intentar matar a la emperatriz...serás decapitada.

Cuando aquel anuncio llegó a los oídos de Rachelle sus ya inestables emociones se volvieron a disparar por todo su cuerpo, debía impedir aquella absurda acusación, su hermana era incapaz de hacer tal atrocidad.

Bajo la atónita mirada de los sirvientes Rachelle se abalanzó hacía uno de los guardias y fácilmente robo su espada.

-¡Apartence!-gritó fuera de sí Rachelle mientras intentaba sostener la espada con sus temblorosas manos, los ojos morados de la susodicha estaban empapados de una desesperación abrumadora.

Lentamente los guardias se apartaron de la puerta en un intento de poder ir a inmovilizarla pero no contaron con que la muchacha de cabello azabache iba en serio con sus palabras, lastimando a uno de los guardias sin titubear.

*Pam*

El gran tumulto de personas reunidas en aquel juicio callaron cuando el estruendoso sonido de una puerta abriéndose se percibió, y voltearon encontrándose con una desaliñada emperatriz que ingresaba con pasos llenos de vacilación.

Rachelle no podía creer lo que sus ojos colmados de lágrimas estaban viendo, sus piernas perdieron completamente la débil fuerza que poseían y la mandaron directo al suelo.

Pero ella no sentía nada mejor dicho era como si su propia alma se hubiera desprendido de su cuerpo y la dejaban completamente clavada al piso, aunque su boca se estuviera moviendo no lograba articular palabra alguna y sus ojos lacrimosos y desolados sólo miraban una cosa.

El cuerpo inerte de su hermana tendido bajo un charco de sangre.

*Grito desgarrador*

Y finalmente como si su alma hubiera vuelto a su cuerpo y con ella el peso de la situación, sus ya irreprimibles sentimientos la barrieron sin compasión.

-¡Hermana!-era lo único que Rachelle lograba gritar incesantemente.

"No, no, no su hermana no podía estar muerta"

Aquellos desgarradores gritos fueron acompañados por bofetadas, arañazos y pellizcos de parte de la joven hacía su persona en un vano intento para despertar de aquella supuesta pesadilla.

-¡Rachelle!

-¡Su majestad!

[Fin de la secuencia de sueño]

No hermana!-grito asustada una sudorosa joven de ojos morados al despertar de aquella pesadilla.

"De nuevo"

Desde que aclaro que aquellas situaciones con las que despertó un día no eran pesadillas sino recuerdos de una vida pasada, las mismas no dejaban de atormentarla sin compasión en especial las de aquel traumático y horripilante día.

Rachelle aún con el pulso acelerado y las piernas temblorosas se bajó de aquella mullida cama y se acercó a la puerta del balcón que se encontraba en la habitación y la abrió en par permitiendo que el viento helado y las gotas de lluvia de la tormenta que había empezado la golpearan.

"Hermana realmente lo siento"

Una a una eran las lágrimas que se deslizaban por el níveo rostro de la joven de cabello azabache pero eran camufladas por las gotas de lluvia, en este instante está tormenta era la representación exacta de sus turbulentos sentimientos.

"Si tan sólo fuera más fuerte"

Los puños de la joven se cerraron fuertemente logrando clavarse las uñas en sus palmas como si fuera una forma de autocastigo, pero ese dolor era como una cosquilla ante el dolor de Roseanne.

Así que está vez comenzó a arañarse los brazos frenéticamente a la par que se permitía caer en el frío y mojado suelo, mientras poco a poco se dejaba ahogar en la desesperación.

Ha pesar de que sabía que pasaría en el futuro no sabía que hacer, siempre había vivido dejando que los demás hicieran todo por ella mientras tanto ella sólo se encerraba en su burbuja de que todo estaba bien con los demás.

"Que estúpida"

Ahora que sabía como realmente era el mundo y las personas que la rodeaban tenía miedo, ella un ser tan inútil y carente de carácter cómo se supone que debía de enfrentarse a está realidad que había estado ignorando y ahora la sacudían violentamente.

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A través de las violentas gotas de lluvia que parecían cegar la vista de cualquiera las mismas no impedían que se pudiera distinguir aquella enorme y en este momento sombría mansión Park.

La cual estaba rodeada de un fúnebre silencio, ya que de los que anteriormente eran seis habitantes sin contar los sirvientes sólo se encontraba uno en aquella mansión.

-Joven Maximiliano, será mejor que vaya a descansar-dijo un hombre mayor de piel blanca con cabello plateado, bigote, y unos anteojos de armazón redondos negros.

Él era Belmont Lambert el mayordomo de la mansión Park.

Gracias a esas palabras fue que el joven cayó en cuenta de la hora volteando en dirección al reloj que había en esa oficina el mismo que marcaba las dos de la madrugada.

Desde que su padre volvió al frente de batalla y le dejo las responsabilidades del ducado se sumergió tanto en ellas perdiendo completamente la noción del tiempo, inclusive que en unas horas debía presentarse en una audiencia con el emperador, por lo tanto debía al menos descansar un poco.

-Ve a descansar Belmont, yo haré lo mismo-dijo Maximiliano mientras salía de la oficina y se dirigía a su habitación en el tercer piso.

Mientras subía las escaleras sus ojos miraron de soslayo aquella habitación donde hasta hace unos días era habitada por una complicada persona. Y sus pasos sin previo aviso lo dejaron al frente de aquella puerta blanca que abrió ingresando en ella.

La misma era bastante amplia y ordenada, decorada en blanco y rosado pastel, con todas las cosas en sus respectivos lugares dando la ilusión de que la propietaria regresaría en cualquier momento. Lo único que no coordinaba con el pulcro y organizado ambiente de la habitación era aquel vestido color champagne, que tenía una mancha de vino tinto, tendido en la cama.

"Mujer problemática"

Se acercó a la cama con la intención de deshacerse del vestido, pero sus pasos nuevamente se dirigieron a otro lugar al notar algo familiar en esa habitación.






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⏰ Última actualización: Aug 19, 2022 ⏰

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《Está vez no buscaré el amor》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora