35. Fin del juego

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Osaka, Japón





Las puertas de la sala de emergencia se abren estrepitosamente.

Las miradas curiosas no faltan al ver al imponente hombre que ingresa al caótico lugar acompañado de todo un séquito de guardias que lo siguen como una sombra. No tienen que hacer mucho para saber que es alguien de la Yakuza. El líder.

Yuta, con el cabello a medio recoger, la camisa desencajada y la mirada frenética recorre todo el espacio abierto de la sala en busca de alguien capaz de darle la mínima información acerca del estado de Jurina.

Según sus cálculos, no ha pasado más de media hora desde que recibió esa llamada y sintió su mundo desmoronarse lentamente. Los recuerdos de esa última media hora son borrosos, su pulso y respiración acelerados junto con el incesante pitido en sus oídos no le permiten rememorar completamente lo ocurrido.

Recuerda haber llegado al garaje de la mansión mientras ordenaba al equipo de inteligencia que rastreara el auto en donde había salido ella y sus guardias.

Cuando estaba a punto de subirse en una de las camionetas, Nako muy exaltada se acercó corriendo hacia él con su celular en la mano, explicándole que se había contactado con una de las chicas que iba con Jurina y le había informado que iban de camino a la clínica.

Había intentado ir solo al lugar, pero la chica más baja se lo impidió. En cuestión de minutos coordinó una caravana de escoltas. Incluso con los dos chinos que lo siguieron inquietos de cerca en uno de los autos.

Y desde entonces sigue igual.

La ansiedad lo carcome por dentro, sus cutículas son un desastre sangrante producto del largo viaje hasta el lugar. No sabe a donde mirar, a donde quiera que sus ojos vayan hay enfermeras y médicos caminando rápidamente de un lado a otro atendiendo a varios de sus hombres en los cubículos, algunos con heridas evidentemente más graves que otros.

Es en uno de los cubículos al fondo que su mirada se conecta con Mina y decide ir tras de ella. La mujer al notar como el japonés se acerca, suspira y detiene al interno que la está atendiendo indicándole que la deje sola.

El chico titubea, aún no termina de suturar la herida que tiene en su frente y en el brazo, está a punto de negarse cuando una voz profunda detrás de él, interrumpe.

—Largo —ordena el pelinegro.

El interno analiza el ambiente por un breve momento. Hay un par de hombres vestidos negros que custodian al más bajo de estatura y aun así ese específico aura continúa gritando dominancia y poder.

Sus instintos de supervivencia le gritan que se aleje de ahí y eso hace, recoge rápidamente los elementos que está utilizando, da una breve reverencia al pelinegro y sale del cubículo lo más rápido que puede.

—Señor —saluda Mina, inclinando su cabeza e intentando bajarse de la camilla. Falla en el intento al sentir el vértigo que llega con el brusco movimiento.

Yuta observa cómo el cuerpo de la mujer se tambalea mientras lucha por mantenerse de pie.

—Evidentemente no estás bien, ni intentes levantarte. —gruñe y la chica vuelve a reverenciarlo regresando sin fuerzas a la camilla. — ¿Dónde está Jurina?

—La están atendiendo, señor —responde con suavidad. —Yo la acompañé en el recorrido de la ambulancia, pero nos separaron al momento de bajar. No sé donde la tienen.

ENDGAME [YUWIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora