20. Tira y Afloja

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Sicheng empieza a sentir demasiado calor viniendo de algo en el que se encuentra recostado. Remueve su rostro una y otra vez sobre esa tibia y suave superficie buscando nuevamente comodidad... hasta que ese algo bajo de él también se mueve.

Sus ojos se abren de par en par y el sueño se esfuma en el aire mientras se retira del pecho del japonés como si el contacto le quemara. Afortunadamente lo hace varios segundos antes de que esta abra los ojos perezoso y estire sus brazos tratando de despertar por completo.

—Lárgate —Sicheng no tiene tiempo de siquiera hacer contacto con los ojos del otro, cuando ya se encuentra casi gruñendo.

El japonés se levanta sólo apoyado en sus antebrazos. —Hey, buenos días —Sicheng hace uno de sus más grandes esfuerzos para no mirar de más su cabello desordenado, ni su mirada somnolienta. Mucho menos la sonrisa que le está regalando.

—Lárgate.

Yuta suelta un bufido que se convierte en una risa floja. —No me decido cuál ningyō me gusta más. Este o el de anoche.

El corazón de Sicheng se acelera. No sabe por qué lo hace, su mente está en blanco y no está pensando mucho sobre en ese par de palabras. No lo hace. Se atreve a mirarlo con una ceja alzada, fingiendo no afectarle toda esta situación.

—Bien, ahora largo.

Yuta continúa ignorándolo. Esa maldita sonrisa que carga, se vuelve una línea seria. Su mirada abandona los ojos del chino para bajarla y recorrer su cuello y todo su pecho expuesto. Sicheng quiere gritarle algo, pero no puede al verlo relamer sus labios. Ni siquiera le funcionan los dedos para moverse y tratar de taparse.

—Un bonito ningyō marcado.

Y Sicheng siente un escalofrío recorrerle la columna y expandirse por todo su cuerpo. —E-es la última vez que te digo que te largues.

Esta vez Yuta obedece riéndose en el proceso. Se sienta en la orilla de la cama y allí se termina de estirar.

Tomándose todo el tiempo del mundo o al menos lo suficiente para que Sicheng pase saliva viendo los fuertes músculos de su tatuada espalda contraerse en cada movimiento.

Nunca los había visto y detallado de esa forma. Había visto algunas ramas de colores salir por sus bíceps y su nuca, pero su espalda era otra cosa.

Toda una obra de arte.

Había muchos diseños ocupando completamente el área: como un gigante dragón moviéndose, interminables flores de cerezos expandiéndose o delicadas cintas bailando con caracteres japoneses en ellas. Cada trazo se veía fuerte, único, con colores brillantes y atractivos. Era fascinante y Sicheng hipnotizado por breves segundos tuvo la enorme necesidad de tocarle.

Rápidamente sale de su estado y le regala una mirada desinteresada cuando lo ve levantarse de un salto abrochando sus pantalones.

—Me voy —anuncia el japonés guiñando. —No me extrañes mucho.

—Hazlo antes que el imbécil de Yuto se ponga celoso.

Para cuando se da cuenta lo que ha dicho, Yuta termina de apuntar su camisa, soltando una risa ronca, muy profunda y oscura que obliga a Sicheng desviar la mirada.

—Te traje algo —anuncia y Sicheng gira a donde el japonés está señalando. Nota la delicada bolsa que seguramente ignoró la noche anterior porque algo había poseído su cuerpo y no podía pensar en otra cosa que no fuera el estúpido rostro del tipo frente a él.

—¿Qué es esto? —Sicheng toma el paquete inseguro y lo deja en su regazo, encima de la colcha que es lo único que lo tapa.

Yuta se encoge de hombros. —Un regalo.

ENDGAME [YUWIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora