Epílogo

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Osaka, Japón.




El clima es húmedo, la evidente llegada del invierno se hace paso por toda la ciudad, pequeñas gotas de rocío caen por las hojas de los árboles y en el cielo un montón de densas nubes acumulándose. La verdad es una sorpresa que no esté nevando.

Yuta con la mente totalmente en blanco se encuentra con un cigarrillo en la boca, apoyado contra la camioneta que lo ha desplazado al lugar. Su cuerpo, cubierto con una simple camisa de vestir blanca y un elegante pantalón negro que espera salga intacto de allí. La brisa no lo perturba en lo más mínimo y rechaza la chaqueta del traje que uno de sus hombres continua alzando para él.

No siente nada, ni siquiera frío.

El humo del cigarrillo escapa lentamente de sus agrietados labios y con parsimonia lo vuelve a llevar a su boca. Su mirada fija e ida en un brillante punto de sus zapatos. Observándolos, sigue sin entender por qué todo de él luce tan pulcro y tan limpio ¿Cómo algo en él podría estar bien después de todo lo que sucedió?

No tiene sentido.

Levanta la mirada al grisáceo cielo y deja salir una última bocanada de humo que se funde con el ambiente, poco antes de lanzar al suelo el restante de la colilla.

Tranquilo, casi yendo en automático, arregla los puños de su camisa y por fin extiende su mano hacia uno de los guardias. El hombre le entrega su saco y se dirige a la estrecha entrada del lugar donde se encargaría de un último problema antes de partir.

Oscuro y con las paredes cubiertas de moho, le dan al lugar ese aspecto arruinado anunciando que en cualquier momento la estructura se desplomaría. Sus brillantes zapatos, ahora embarrados de tierra, pisan con fuerza los charcos de agua estancada.

El putrefacto olor aumenta a medida que se adentra al cuarto y ya no le perturba. Hace un par de días logró acostumbrarse yendo y viniendo, ahora es una pena que esta fuese la última vez que pusiese un pie en el lugar, pero era necesario.

Una vez llega a sus hombres que custodian la puerta, ambos enderezan sus espaldas y le regalan una pronunciada reverencia.

—Fuera de aquí —ordena.

Su voz ronca los sobresalta y entienden el peso de esas palabras por lo que ambos deciden actuar con rapidez y se retiran sin siquiera dar un paso en falso.

Yuta había creado un verdadero infierno dentro de la organización, cualquier persona que siquiera cuestionase algo sobre sus órdenes estaba condenada a no volver a ver la luz del día. Fuese en su casa, en las calles de sus zonas o algún socio. Cualquiera que apreciara mínimamente su vida sabía que debía acatar órdenes sin titubear.

Con ambos hombres fuera de su campo de visión, Yuta por fin se adentra. El nauseabundo olor es mucho más fuerte que el del pasillo y le hace caer en cuenta cuanto tiempo ha pasado y que ha hecho.

Yuta recuerda cómo empezó a derrumbarse todo aquel día. Desde que entró en la maldita negación, quería obligarse así mismo a creer que lo que había sucedido era producto de su imaginación y de lo jodida que ya tenía su cabeza.

Se había terminado de perder en sí mismo.

Para cuando recupero la noción del tiempo se encontró con la mirada de Lucas furioso gritándole en la cara algo que no comprendía, el sonido se distorsionaba como si estuviera bajo el agua ahogándose y realmente así fue como se sintió en ese momento, muriendo.

ENDGAME [YUWIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora