ENDGAME [YUWIN]

25- Dos pasos atrás

Si gustan pueden leer el capítulo anterior para ponerse en contexto, gracias y disfruten.

Osaka, Japón

Sicheng vuelve a caer rendido sobre las oscuras sábanas del japonés mientras su cuerpo se siente flotar y sin la energía suficiente para siquiera abrir los ojos.

Yuta sale lentamente de su interior por tercera vez desde que llegaron a la enorme habitación. Escucha su respiración irregular junto a su cuello antes de dejar un beso en la curvatura y caer al lado de él.

Ya está caída la noche y escasamente los ilumina las luces externas que se filtran por los delgados velos blancos de los ventanales. Un hilo de aire le hace cosquillas en la espalda y cae en cuenta de que nada lo cubre, nada lo toca.

A pesar de que están compartiendo la misma cama y que los separa escasos centímetros, Sicheng se siente lejos de él. Quiere sentirlo, quiere que lo toque, quiere él tocarlo y eso... se siente mal. Porque esta jodidamente mal.

Su estómago se revuelve y de repente su cuerpo le grita que está expuesto. Ya no escucha la pesada respiración del japonés y con algo de duda gira la cabeza a su lado para verlo.

Un antebrazo cubre sus ojos y sabe que no se ha dormido solamente porque lo ve masticarse las mejillas internas.

Sicheng decide romper el silencio al girar y darle la espalda.

—Dame cinco minutos y me iré.

Yuta quita el cansancio de su rostro y gira su cabeza tan solo un poco para poder verlo. Retira los flecos que caen por sus ojos y lo saluda la tersa piel del chino con los músculos de su espalda subiendo y bajando tranquilos. De repente las yemas de sus dedos pican por pasar por su piel una vez más, por acariciarlo sin estar nublado de lujuria. Solo quiere tocarlo sin ninguna intención de por medio.

Su cuerpo se mueve solo, espera el rechazo cuando su pecho choca con la espalda del otro y lo abraza. Su brazo cae en la curvatura de su cadera y se siente increíblemente bien.

Aún más, cuando pasados cinco segundos, Sicheng no se encoge al tacto ni abre su boca para insultarlo.

—Lo estás usando —De repente susurra temiendo que el extraño calor que siente en el pecho desaparezca demasiado pronto.

Sicheng tarda en comprender a que se refiere, siente las callosas manos del japonés pasearse por sus brazos hasta terminar en su muñeca y cuando lo toma por el pulso, entiende.

Mira el bonito reloj que como siempre brilla aunque sea escasa la luz junto a los delgados dedos de Yuta tocarlo, se distrae con sus anillos. Cierra los ojos y llevado por el cansancio o por la satisfacción del momento, sonríe tímido. No dice nada, pero en cambio vuelve a girar su cuerpo y aprovechando la posición, esconde su rostro adormilado en el cuello del japonés quedándose allí. Sintiendo mucho más que haber saciado algo: tranquilidad o felicidad.

—Puedes quedarte —Yuta susurra.

Sicheng resopla y sin verlo, el japonés sabe que está girando los ojos. —Tu hermana ya me lo había permitido.

—No —sacude la cabeza. —Me refiero a que te quedes acá conmigo.

Sicheng no protesta ni al quedarse dormido, ni al despertarse la mañana siguiente aún con los brazos del japonés abrazándolo con total calma.