El canto de un ave, tal vez un búho, resonaba por todo el bosque oscuro bañado en una manta de neblina espesa. El viento movia levemente la hojas de los árboles creando sombras con la poca luz de luna que había.
Las hojas secas siendo pisada pusieron sus sentidos en alerta.
-Shhhhh- sintio susurrar entre risas en su oído.
Rápidamente se dio vuelta, nada.
-No estoy lejos- volvio a susurrar la voz entre risas.-ven a buscarme- se escuchó acompañado de pisada crujientes por las hojas secas.
Miró a si alrededor buscando la voz y no encontró nada, ni un rastro de donde provenia, estaba solo.
-Te rendiste?- pregunto, chasqueando la lengua en negación.- ni siquiera habias empezado.
Dos puntos verdes brillaron cuál faro en una tormente, entre los árboles, abriendose paso sobre la neblina.
-No- logró decir él sin aire.- lo intenté, te estoy buscando.
-No, no lo estas haciendo- otro chasquido se escuchó- estas parado ahí, esperando que vuelva a casa- derrepente los puntos brillantes se apagaron- me acerque lo mas que pude, ya no tengo fuerzas, viví un maldito infierno durante unos meses aunque ahora pondría decir que estoy mejor, no como en casa pero me da la sensación de hogar.
-No te acostumbres a eso
-Oh lo voy a tener que hacer alfa tonto, viviré con esto toda mi vida- una pequeña sonrisa apareció.
-Dame una pista de donde estas, por favor ayúdame a encontrarte.
-Alfas- no lo vió pero de alguna extraña manera pudo sentir como rodó los ojos- quieren todo en bandeja de plata.
-No, no es así yo
-Te estás rindiendo cuando estas a dos segundos de distancia...
Alguien lo sacudió por los hombros despertando lo, enseguida se sintió húmedo por una capa de transpiración.
-Puede quedarse en ese cuarto.
-Mateo, ayúdame a llevarte por favor- otra sacudida de hombros.
-Esta volando de fiebre- escuchó la voz de uno de sus amigos.
-Esta entrando en celo que podes esperar Daniel
