Unos brillantes ojos verdes era lo único que podía distinguir entre tanta oscuridad, conocia ese par de ojos.
Lo sabía, los había visto antes, los necesitaba cerca, los sentía cerca.
Un dulce aroma a coco llegó a él como si de una tarta enfriándose en una ventana se tratase.
Inhaló profundamente y sintio la boca generando mas saliva, deseoso.
—Estoy cerca, solo falta un poco más y estaré a tu lado para siempre— sintió susurrar en su oído.
Giró rápido buscando la voz pero estaba a oscuras.
—Por acá— canturrearon otra vez— por acá lobito.
Se paró con esfuerzo, sintiendo pesas en sus piernas y espalda pero eso no lo detuvo.
—Eso es— sintio la voz sonriendo sobre su hombro— te guiare— un leve empujón en la espalda lo guío lentamente hacia lo que creía talvez sería una salida.
—NO MATEO!— gritó Camilo cuando entro al cuarto y vio su mejor amigo escaparse por la ventana en medio de la noche