Perdida

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— ¿Su mamá? ¿Cómo pasó?—Linda estaba del otro lado del teléfono. Su voz se escuchaba extraña, por lo que pensé que estaba llorando.
—F-fue en e-el club. Estaban en... En... en el estacionamiento y alguien llego en una camioneta. Se detuvo justo frente a ellas y... Les disparó—A ellas... Entonces, no estaba sola.
— ¿Quién estaba con ella?—Se calló un momento.
—Una amiga que no recuerdo bien su nombre.
Suspiré. — ¿Y cómo le diré a Mad sobre esto? —Cuando me llamó me preguntó si me encontraba con ella. Yo le respondí '' Si, claro '' y ahí fue cuando me contó.
—Solo... Mantenla en tu departamento todo el día. Si Gabe puede venir a ayudarme le estaré agradecida. Adiós—Y colgó. Bufé, regresé a la cocina y coloqué mi cara de felicidad.
— ¿Están seguros que solo quieren comer pizza? —Mad tenía su total atención al móvil, pero cuando escuchó mi voz, me sonrió y lo dejó en un lado.
—Si tienes algo más, me encantaría—Sí. Ella era única.

Saqué los trozos de pizza y los tendí en un plato grande. Los tres tomamos los trozos y los empezamos a comer.

—Dime... Mhm... Do—donde... Mhm... Deliciosa—Gabe tragó como cerdo. Nos reímos ante sus gestos y el comenzó a contagiarse de nuestra risa segundos después.

Mad paró de reír y dijo:

— ¿Quién era quien te llamó?—Me preguntó y clavo sus ojos en los míos.

Tragué saliva. —Eh... un compañero de la escuela. Quería ver si podía prestarle mis apuntes de hoy—Para mentirle a Mad... tenía que ser muy detallista. Ella podía oler la mentira a kilómetros de distancia, analizaba todo: Tus movimientos fáciles al decir la mentira, la palpitación del iris, entre muchas y otras cosas más.

—Está bien—Dijo y sonrío para ella misma.

— Creo que no iré a la universidad ¿Eso está bien?—Gabe termina de masticar su pedazo por un segundo y traga.

—Ah, Mad, creo que debes de pensar en tu futuro. Una buena carrera implica un buen futuro. Opino que lo reconsideres—Gabe permaneció neutro y después de segundos yo hablé.

—Él tiene razón. No creo que quieras acabar en una tienda autoservicio de cajera ¿O sí?— Ella arrugó los ojos un momento y respondí:

—Me casaré y tendré un esposo rico—Espero que eso no cambie.

—Sigo insistiendo, Mad. Deberías asistir a la universidad—Bufó en respuesta y rodo los ojos.

—Lo pensaré.

Y así quedamos unos minutos: En el silencio incomodo de todos los días.

— ¿Te importa si te dejo aquí? Tengo que hacer unas cosas—Gabe le dijo a Mad. Ella asintió dice que se vaya, que no hay problema y que se queda felizmente conmigo.

Cuando Gabe cruza la puerta y la cierra detrás, ella habla:

—Lo pensé—Al ver mis cejas encarnadas se río y continúa—. Si, Ed... yo pienso.

—Sigue diciendo— Me acerque al asiento que se encontraba cerca de ella y me acomode.

—Bueno—Comenzó, pero yo seguía admirando sus muecas, sus movimientos, su voz, no prestaba atención en lo que decía—.... Y por eso pienso que es mejor entrar a la universidad. No conozco bien los planes ni como se manejan los maestros, los trabajos, las clases... pero supongo que tú me puedes ayudar ¿No?

—Claro que si—Le sonrió y ella me devuelve el gesto. Se acercó y me dio un beso rápido en los labios.

Tengo más motivos para sonreír.

—Gracias. Supongo que tengo que irme, tendrás cosas que hacer—Una de las cosas que odio es que suponen cosas sobre mí.

Y entonces entra la otra parte de mi cuerpo.

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora