Escena: Atenea

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Los cinturones no me dejaban dormir en paz. Para todo estaban ahí y molestaban. Intenté abrirlos ante los tubos que salían de la pared, pero me fue imposible. Nunca había visto unos cinturones tan extraños.

Solo había una luz fluorescente que iluminaba la habitación ya que era tiempo de dormir y podía ver el grande cuerpo de Mike tendido sobre la cama. Seguía en su misma posición desde que despertó y hasta a mí me dolía nada más lo veía.

Me rendí ante los cinturones y caí como fuera ante la cama.

Tardé bastante tiempo en tomar el sueño hasta que me deslice por la fría y solitaria obscuridad.

El paladar me sabía a chocolate. Rico, y profundo chocolate.

Entonces entoné los ojos y pude ver la luz de la mañana. Estaba en la cocina de lo que al parecer era mi casa. Una televisión se encontraba colgada en la pared frente a mí, reproduciendo videos musicales.

Saboreé más ese sabor para no olvidarlo nunca. Tenía un pedazo de pastel totalmente osuro y negro. Era eso. Estaba comiendo pastel de chocolate.

Cambio de escena.

Las luces me encandilaban mientras me movía. Se escuchaban ruedas chocar contra el suelo y a personas hablar en clave; Me estaban transportando en una camilla.

Contusión en el cráneo. Fractura de cuello, cortadas y moretones leves—. Dijo una voz masculina—. Preparen el quirófano.

Yo solo seguía viendo a las luces del techo. Escuche una puerta abrirse y la vi por lo alto.

Cerré los parpados.

Podía oler la sal de la playa. El sonido de las olas y las pláticas de la gente. La luna iluminaba perfectamente.

A lo lejos vi a dos chicos entrar a un autoservicio. Mis pies comenzaron a seguirlos hasta que se encerraron en un bañó.

No podía controlar nada.

La puerta estaba cerrada. Me alegré por dentro, pero luego mi mano entró en mi bolsillo trasero y sacó un pasador. La misma le hizo un truco a la manija para abrirse de nuevo y logró hacer un diminuto chirrido.

La pareja estaba agasajándose en una esquina. La chica estaba gimiendo en el hombro del chico mientras el hacía no sé qué cosa dentro de ella. El también reía.

Cuando la chica me vio, dio un grito ahogado y se separó de su novio.

Una bala se enterró en la entrepierna del chico y esté grito, lloró y se cayó al suelo mientras agonizaba.

La chica me miraba con miedo, pero yo no hablaba ni me movía. Una bala se fue directo a su frente, luego a su pecho, su pierna derecha, su vientre y por ultimo su boca.

Regresé mi vista al chico y compartimos miradas. No le quedaba mucho tiempo de vida.

Mi mano levantó el arma y le dio justo en la vena de su frente.

Mis pies retrocedieron mientras mi vista se nublaba.

Murmuraban cosas extrañas. Mi vista era nublosa y en mi nariz y boca había algo que me impedía respirar por mí misma. Me dormí.

Desperté en lo blanco, no había otra cosa. Luego observé con detenimiento el lugar y no solo era blanco.

La cama era blanca. El suelo acolchonado era blanco, las paredes acolchonadas eran blancas, mi ropa era blanca.

—¡Madeline!—Unos ojos verdes aparecieron en mi campo de visión. Era un chico encima de mí—. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Hay un incendio!

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora