Palida

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Su cuerpo se encontraba con vida antes de verla partir. Ahora solo son kilos de carne humana que esperan incinerar o enterrar metros bajo tierra. Era tan egoísta que ni si quiera pensó en donar sus órganos. Servirían de algo.

—Edward ya está con su madre—Linda resopló en silencio. Se colocó junto a mí y se cruzó de brazos.

—Bien—Susurré.

—No te enojes conmigo. Mi padre me dijo que lo hiciera para no darte sustos—Que mierda, ni que estuviera embarazada.

—Algún día me enteraría—Esto es tan estúpido. Ella nunca mereció que guardaran silencio... pero tampoco mereció lo mejor.

—Solo que no te enteraras de golpe—Tratábamos de mantenernos calladas hablando en susurro—. Papá lo quiso así... él está muy lastimado—Si, Linda... sigue creyendo eso.

—Como sea...

—Negro vino a verte. Está preocupado por tu reacción a todo esto—El cristal enorme nos dejó ver el cuerpo sin vida de mamá cubierto por una bolsa de hule.

—Lo veré después. Quiero estar sola—Eso significaría que te fueras.

—Soy tu hermana, Mad—Su cara de preocupación no me convencía de nada, y sus ojos claros llenos de lágrimas... tampoco—Tenemos que apoyarnos entre las dos. No te alejes—Respiré profundamente. En ese momento, no quería armar una escena.

—Déjame. Sola. — Repetí mientras tragaba con dificultad. Ella suspiro y se alejó por el pasillo.

Estuve un buen rato de pie frente a la bolsa, en silencio. Hasta que hablé.

—Tú querías esto. Tú querías morir, me lo decías hace tiempo. Pero esta no era tu forma—Eliminé la lagrima que caía por mi mejilla y pegué mis manos y mi frente en el cristal. Suspiré frustradamente para denegar las lágrimas que querían caer.

Nadie me vería llorar, nadie me vería débil. Soy fuerte, más fuerte que ellos, que todos, no saben por lo que he pasado y tampoco lo sabrán. No se imaginan lo que soy y tampoco querrán saberlo.

—Buen viaje, mamá... espérame en el otro mundo.

Mis ojos se sentían pesados de tanto llorar, cada vez que los cerraba, sentía el ácido en mis parpados.

—Solo es una visita normal. Te preguntarán sobre las personas cercanas a tu mama—Era lo que papá había dicho. Estaba sentada en una silla de plástico entre los pasillos del hospital, los comandantes de la policía me interrogarían sobre el homicidio.

Sobre las bocinas del hospital se escuchaba una canción con ritmo rápido y animado Eso no funciona Me dije a mi misma, pero sin embargo, mi pie bailaba al ritmo de la canción.

Escuche pasos al final del pasillo y supe exactamente que eran ellos.

Un calvo y negro y orto blanco y con cabello. Todo lo opuesto

—Muy buenos días, señorita York—Por dios.

—Dejemos las formalidades y acabemos de una vez con esto. No tengo su tiempo—Los agentes se mirar entre ellos y se colocaron frente a mí con su folders en mano.

— ¿Conocía bien a su madre?

—Claro, era mi madre.

— ¿Ella tenía algún tipo de enfermedad?

—No que yo sepa.

— ¿Tenía depresión?

—Si.

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora