Fuego: Madeline York

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—Su padre ya está con el—Gabe me esperaba fuera de la nueva habitación de Ed. Listo para irse.

— ¿Vas conmigo, no es cierto?—Me giré para echar un último vistazo a la puerta por donde había salido.

—Quiero quedarme aquí—El suspiro.

— ¿Estas segura?—Asentí. El me dejó un beso en mi frente antes de marcharse.

Bufé y me deje caer al suelo sin despegar mi espalda de la pared.

¿Qué vamos a hacer?

Miles de preguntas se repiten en mi mente. El problema es este; No podemos hacerlo sin que él esté libre.

Espera.

¿Qué era lo que íbamos a hacer?

Ya no puedo recordar nada.

Soy Madeline York. Nací el dos de abril. Vivo en Nina, Shots, Estados Unidos de América. Tengo diecinueve años. Mi cabello es castaño oscuro, piel morena clara—blanca, ojos azul claro, mi color favorito es el rojo.

Mi madre ha muerto, tengo el cerebro hecho un desastre y tengo una enfermedad mental. Me están levantando y me escoltan hacía lo que es el laboratorio del hospital psiquiátrico.

Soy una asesina.

—Hola. ¿Cómo te sientes?—Susurraron en mi odio, pero en ese momento pude escucharlo tan lejano. Casi como un soplo de viento en una colina.

—Bien—Susurré para mí misma. La neblina se alejaba de mi vista, pero yo seguía neutra, intacta y sin ningún movimiento facial. No luches, no gastes tu energía en este momento, será inútil y quedaras exhausta para después—. ¿Por qué estoy aquí?

La enfermera suspiro. —Tienes una enfermedad muy grave. Estas aquí por tu bien y para evitar que hagas atrocidades allá afuera. No has terminado tu tratamiento.

Mentira.

Mentira.

Recuerdo las palabras que llegaron a mi mente en cuanto llegue a este hospital: ‹‹Limpio›› Este hospital es tan limpio, que eso se ve demostrado en los resultados de los pacientes. Te convierten en algo nuevo y limpio, sin ninguna mancha de tu pasado.

Borran tu memoria. O tan solo te obligan a borrarla.

—Llévenla a su dormitorio. Al del lado opuesto del señor Delevingne—Una voz ronca había ordenado. Me querían lejos de Ed.

Entonces despierto.

—Hey, hey, hey... soy solo yo—Gabe se había encargado de despertarme de esa posible pesadilla. Me había quedado dormida, pero no en el mismo lugar donde Gabe me había dejado. Yo no me moví para nada. Estaba estampada en el duro suelo, durmiendo placenteramente y con una manta que me cubría.

— ¿Tú me dejaste aquí?—Mi voz ronca mañanera preguntó. El frunció el ceño.

—No. Yo te dejé en la puerta de la habitación de Ed—Alguien está tras de mí.

Giró para todos los ángulos, después me levanté a la velocidad de la luz y corrí hacia el pabellón de Ed. Gabe me seguía.

Justo cuando pensé que había llegado, Ed ya hacía fuera de su habitación, de pie y con un aspecto temerario.

Me quede en shock.

— ¿Cómo...? ¿Cómo lograste salir?—El me sonrío y me dijo.

—No estoy libre. Me tienen y no me van a soltar.

Entonces me despierte de esa misma pesadilla.

Estaba en el suelo, en el mismo pasillo donde Gabe me había encontrado en el último sueño, pero... había llamas, fuego y yo no me podía mover. Estaba en Shock, pero poco a poco fui recuperando el movimiento para poder moverme y salir.

Con forme corría hacía la salida podía ver a las enfermeras evacuar junto con el personal y algunos pacientes.

Edward.

Los latidos de mi corazón chocaban contra mis pulmones. Tengo que salir de aquí. Ed va a estar bien. Tengo que salir de aquí. Pronto comencé a seguir a un grupo de familiares que eran guiaos por un doctor y varias enfermeras hasta que llegamos a la salida con dificultad.

Negro estaba ahí.

—Madeline—Corrió a toda velocidad hacia mí y me atrapo entre sus brazos. Ed. —Pensé que jamás saldrías de ahí. Ya estaba por entrar para encontrarte—Necesitaba irme de ahí.

—Vámonos, no quiero estar aquí—El asintió y tomo mi mano para correr hasta el aparcamiento de su coche. Desbloqueo las puertas con sus llaves y nos dejó entrar para luego encender el motor.

En mi mente no estaba otra cosa que no fuera Ed. ¿Se lo habrán llevado? ¿Se habrá escapado? ¿Por qué siento como si la última pregunta fuera la respuesta?

Negro no dijo ni una palabra en todo el viaje hasta mi casa. Él debe saber que le sucedió a Ed

Piensa, Mad... Lugares retorcidos donde Ed quisiera echar a andar el plan.
Su casa. Claro que no, es el último lugar.
Dios, esto es un asco. No conoces suficientemente bien a Ed como para saber los lugares a donde iría.
Pero negro tal vez sí.

—Michael—El inmediatamente me miró con el ceño fruncido— ¿Qué?
—Nunca me habías dicho así—Siguió con la mirada fija en la oscuridad de la noche.
Bufé. — ¿Sabes que podría pasar con Ed después de todo esto? —Traté de sonar un poco preocupada, pero no mucho para no levantar sospechas.
—Creo que lo transfirieron a un hospital de Lucky Ones... Uno mejor—Por la manera en que su mandíbula se movía y se sentaba pude saber que era mentira.
—Está bien.

El me dejó en la puerta de mi casa para luego armar su camino hacía quien sabe dónde. Justo iba a tocar para que me abrieran, pero en ese instante pensé mejor las cosas.

El centro de Nina estaba bastante lejos. Pero el coche de Linda estaba libre y fuera de compromisos.

—Vamos a darte una paseada—Entré al garaje y tome las llaves de repuesto colgadas en la pared.

Ford Fiesta Sedan.

Solo espero regresar y encontrar a Linda con los pelos en el suelo.

Se supone que ya es bastante tarde como para que chicos de catorce años estén haciendo travesuras a estas horas. 11:00 Era lo que decía el GPS de Linda.

— ¿A dónde vamos?—Me dije a mi misma.

Rápidamente recordé la playa de Marshall. No muy lejos del Centro de Nina y para estas horas... debe haber mucha diversión. Solo tenía que esquivar algunos tránsitos e ir por la calle principal hasta encontrar las luces entre las palmas.

¿Qué voy a hacer hoy?

¿Será que puedo hacerlo? Claro, yo soy Madeline.

¿Saldrá bien? He estado ansiando esto.

¿Cómo lo sabes?

Porque me entrenaron para esto.

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora