Combustible: Edward Delevingne

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—Ella se perdió. No la encontramos desde la mañana. Se llevó el coche de Linda y no supimos de ella—Gabe estaba ubicado frente a mí. Su cara de preocupación me decía que le creyera. Le creí.

— ¿Y no han podido rastrear el coche de Linda?

—Lo dejo en un barranco. Han estado buscando en los alrededores y nada. Linda está muy furiosa.

—Me doy cuenta.

El suspiro y se acercó mí.

— ¿Tu como sigues?

—Mal. Sabes perfectamente que no me gusta estar encerrado. No soy una rata de laboratorio—Espeté.

—Van a tratar de mantenerte el menos tiempo posible, pero tú también tienes que cooperar. Con esa actitud que tienes, ten por seguro que vas a tardar mucho tiempo aquí—Su mandíbula se movía en un ritmo extraño y parpadeaba seguidamente. Hay algo que me oculta.

Después de un rato de hablar sobre algunas cosas de la escuela, él se fue y me dejó en mi total soledad.

¿La habrán secuestrado otra vez? No, ella es demasiado inteligente.

¿Tendrá un plan?

Claro, ella siempre tiene un plan. Es tan inteligente que sabrá que hacer y cómo sacarme de aquí.

¿Me sacará de aquí? Dios, Ed. Te estas volviendo loco. Ella vendrá por ti.

—Tienes visitas—Me informó el guardia. Dejó que la puerta siguiera abierta y el señor York caminó hasta cerrarla.

—Buenas noches.

—Buenas noches—Asentí. El observó todo el lugar para luego hundir sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Gabe ya te informo—Eso sonó más como una afirmación.

—Sí y créame que yo...

—No te estoy culpando.

Bufé. —Está bien... solo. Dígame a que vino—Me encogí de hombros.

— ¿Conoces bien a Madeline?—Asentí—. Bien... tu papá está viendo el caso de que puedas salir de aquí en poco tiempo. No es de la noche a la mañana, pero si quiero que me ayudes, tienes que estar totalmente curado de lo que tengas.

— ¿Qué me está proponiendo?

El suspiro. —Mi hija está muy mal. Creemos que su diagnóstico que encontramos en el hospital de Nina sea cierto o por lo menos... tenga depresión...

—Al grano.

—Ella te quiere. Supongo que si tú estás sano y ella no puede salir de la depresión... queremos que tú la ayudes.

Hace unas pocas semanas, este señor no me podía ni ver, me culpaba de la desaparición de su hija y casi me meten a la cárcel por él. Ahora me está pidiendo ayuda.

— ¿Por qué habría de hacer eso?—Pregunté más calmado.

—Puedo darte lo que quieras. Dinero, propiedades...

—La oportunidad de casarme con su hija.

—Lo que sea—Me rogó—. Pero por favor... no quiero ver a mi hija sufrir.

Mi amor por ella es tan grande, que desde pequeño la dibujaba en mis cuadernos de la primaria. Siempre la seguía para todos lados mientras parecía un marginado, siempre la cuide cuando se burlaban de ella o cuando se caía y se raspaba. Robaba sus fotos de sus redes sociales, de su habitación, hasta del periódico cuando hablaba de ella, sabía perfectamente como hablaba con ese asentó tan extraño, tenía la copia de sus calificaciones de la secundaria, robé su expediente médico de la escuela y sé que ama el rock alternativo. Ama a Imagine Dragons.

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora