Fotografía: Madeline York

67 4 0
                                    

Se habían llevado a Ed a un hospital de mejor calidad en Lucky Ones. No estaba demasiado lejos.

Ayer por la noche, un grupo de jóvenes fueron asesinados en las costas de la playa Marshall bajo sangre fría de un turista. No se dejaron pistas del asesino, pero lamentablemente... todos murieron.

—Qué alegría—Murmuré hacía el televisor de mi recamara.

La reportera siguió con su trabajo. —Se rumora que los homicidios vienen de un grupo de asesinos que se acaba de instalar en Nina, con el objetivo de asustar a toda la población. Lamentablemente hoy, el Sheriff de la policía confirmó este rumor—Que sigan creyendo eso. ¡Buen trabajo, Marcos!

La comodidad de mi cama me decía que tenía cosas que hacer. No sin antes recordar lo que mi padre y Linda me habían dicho ayer por la noche, después de dar un paseo por la playa.

—Tienes que hacer algo práctico en tu vida. No puedes seguir mal por todo lo que te ha pasado y por tu mamá—Eso me decía que querían que estudiara.

—Bien, entonces... quiero ser fotógrafa—Me ayudaría mucho entre todo lo que tengo que hacer.

— ¿Estas segura?—No estaba convencido: Bien.

— ¿Puedo tomar clases de defensa personal?—Si eso era lo que él quería. Yo también lo hacía.

Se tensó un momento. —Está bien. Buscaré un entrenador privado entre mis colegas.

Linda solo permanecía detrás de él, con su bata de dormir y sus manos en la cintura. Tenía mucho que decir, pero sin embargo... sus labios no se separaban.

Me coloqué unos Jeans oscuros. Una blusa holgada blanca con líneas negras horizontales, unos converse negros y un suéter delgado oscuro.

Sí, me gusta el negro.

Y s, esta nublado.

Tome el coche de Linda y arme mi camino hacía lo que fuera que me llevara lejos. Afortunadamente aun no tenía que asistir a las clases hasta que mi padre de diera aviso, pero por lo pronto, no quería estar en casa.

Tenía mi móvil, un cuaderno pequeño, un bolígrafo y dinero. Tardaría un buen tiempo allá afuera.

Tome la carretera que me llevaba hasta el extremo de Shots y aceleré hasta que no pudo dar para más.

—Estúpido coche.

El cabello acompañaba al viento el tiempo que pasaba con él y trataba de mantenerlo en orden, pero era inútil. Me acomodé mejor en mi asiento sin despegar las manos del volante. Preferiría seguir en esa tina antes que en este lugar.

Si hubiera sabido que después de todo el caos, sentiría mi cabeza partida a la mitad, sin nada que pudiera hacer y con esté vacío en el pecho... nunca hubiera dejado que me sacaran.

Entonces comprendí todo.

Frene el coche de un golpe y coloque reversa para dirigirme hacía la carretera de Lucky Ones.

A buscar la casa amarilla.

Mis uñas estaban quebradas de tanto que las mordía. Mantenía toda mi atención a los kilómetros que dejaba atrás y al combustible que tenía que reponer después.

—Necesito un trago.

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora