Síndrome: Edward Delevingne

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Mañana salía. Mañana comenzaría mi nueva vida. Iría a visitar a Madeline y ella se pondría feliz. Nos iríamos y seríamos felices. Tengo fe en que ella esté despierta. Tiene que estarlo. Yo no tuve ninguna decaída cuando me enteré y lo hice por ella.

Ella tiene que despertar por mí.

—Edward ¿Me estas escuchando?—La doctora ocupaba el mismo asiento y con su misma postura.

—Sí, lo siento. Estaba pensando en mañana.

Ella carcajeo. —No te preocupes. Es normal que pienses en todo lo que harás el día que salgas. Todo el país está muy contento con tu resultado en poco tiempo y se están encargando de verificar tu caso en el hospital de Nina... por qué tu expediente tenía tantos síntomas erróneos—Ese hospital ha tenido algo contra mi desde mi primera rehabilitación. Algo o alguien querían que regresara.

—Si. A mí también se me hizo un poco raro todo eso. Pensé que no saldría de aquí en mucho tiempo gracias a ese expediente.

Suspiro. —Pero aquí estas... a punto de salir. Y dime... ¿Qué piensas hacer?

—Quiero ver a mi padre. El las pocas veces que ha venido, siento que le ha faltado algo que decirme, que tiene algo atorado en la garganta que no quiere dejar ir—Me preocupaba por mi padre en ese momento—. Necesito ver a Madeline con sus ojos abiertos, iluminando con ese color azul con que lo hace siempre. Quiero que esté despierta.

Ella se colocó de pie.

—Bien. Tienes que descansar. Mañana vendrán por ti. Disfruta tu ultima estadía en tu suite presidencial—El sarcasmo salía a flote—. Buenas noches.

Ya era de mañana.

Los guardias habían traído mi ropa nueva y limpia para que pudiera parecer una persona normal. Después, la doctora había llegado para que la acompañara a su oficina y firmara algunos documentos. Mi padre había llegado al momento de terminar y minutos después., el señor York y Linda se aproximaron a nosotros. Me estrecharon la mano y me dedicaron un abrazo. Linda sostenía esa gran sonrisa de siempre, pero de vez en cuando se volvía rígida y neutra. Ella me condujo hacía el hospital central en su Ford. No dijo nada hasta medio camino:

—Tienes que irte—Sopló.

—Lo sé. Eso haré—Ella bufo exasperada.

—No. No con Madeline. Tienes que dejarla aquí. Tienes que alejarte de ella—Mad nunca me perdonaría si le hago eso. No, tengo que irme con ella.

—Ella no quiere eso.

— ¡Edward, ella no quiere nada en este momento!—Exclamó.

— ¿Cómo lo sabes?—Seguí con mi tono de siempre.

Ella al notar el mío y compararlo con el suyo, se tranquilizó.

—Ella está en coma. Dormida, no despertara en quien sabe cuánto tiempo. Mi padre cree que es mejor que te vayas y no regreses en un tiempo. El té agradece tu ánimo por ayudar a Mad, pero pensamos que después del accidente, ella sea una Madeline nueva y no tendrá ese mismo problema—Pasé la mano por mi cabello largo y desordenado.

—No, Linda. Esa enfermedad no se quita con un golpe en la cabeza y unos cuantos huesos rotos. Esa enfermedad no se cura con otra enfermedad.

Ella frenó el coche de un golpe.

—Edward. ¿Te has puesto a pensar en tu carrera? ¿En un futuro sin Madeline York? Si no lo has hecho, por favor hazlo. No tiene sentido que gastes tu vida en una chica enferma y dormida cuando bien podrías mantener a tu padre, graduarte, tener un trabajo, una esposa y unos hijos sanos. Madeline no te dará eso.

—Yo la quiero a ella. La amo.

— ¡No!—Continuo hacía el aparcamiento del hospital—. Lo tuyo es una OBSESION—Remarcó la última palabra— Una obsesión que venía con tu enfermedad. Si tú sigues obsesionado con ella, me demuestras que no estás del todo curado. Que tu síndrome SIGUE ahí—Se estaciono en uno de los asientos vacíos del aparcamiento. Me hizo una señal para que saliera detrás de ella y cuando salí, me percaté de que mi saco elegante no estuviera arrugado. Ella caminaba con su pantalón ajustado hasta la cintura y una blusa de rayas blanca con azul fajada en el pantalón.

—Tienes que hacer lo correcto, Ed—Susurro para sí misma.

Nos unimos en el elevador junto con un par de personas más. El resto del camino hacía terapia intensiva era silenciosos e incómodo. Con forme nos acercábamos más a un punto fijo del hospital, mis nervios aumentaban y lo único que quería era que llegara ya.

Linda freno sus suelas de golpe su cabeza giro hacía un lado para ver a la persona en su habitación a través del cristal. Seguí su mirada hacía el individuó que estaba tumbado en la camilla. Tenía un collarín y una máscara en casi toda su cara. Inhalaba y exhalaba tranquilamente, pero su piel se notaba más bronceada.

Su cabello oscuro delataba a la Madeline York que tenía la esperanza de despertar algún día.

Minutos después, un doctor desconocido llegó y nos dio los informes que necesitábamos: Madeline no daba rasgos de vida más que su pulso débil y sus latidos frágiles, la operarían en una semana y correrían el riesgo que durante la operación surgiera un derrame cerebral gracias a la gran herida que tenía en el cráneo. Si todo salía bien, no esperarían que recordara algo sobre su trágico pasado. Hablando de su enfermedad mental... probablemente desaparezca si es que despierta algún día.

Después de que el doctor se retirara, Linda voltio a mí y me enfrento.

— ¿Y ahora?... ¿Hay motivos para que sigas a su lado?

American OxygenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora