Siente la respiración: Cronos

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—¡Apresuren el paso! ¡Nadie los espera para tomar el té!—Gritaban desde el frente de la fila.

A todos nos habían despertado a la misma hora, solo que Madeline—O Atenea—ya no estaba. Su cama estaba desordenada y faltaba ella para contemplarla.

Ahora éramos una fila enorme de chicos vestidos de pijamas blancas. Caminábamos despacio mientras nos acomodaban en columnas y nos ponían a hacer lagartijas.

Nos observaban mientras caminaban entre nosotros. Todos en línea, coordinados para que nadie se adelantara y terminara más rápido. Querían perfección.

—¡Acostúmbrense!—Nos gritaron—. ¡Esto solo es una parte de lo que harán aquí! ¡Bienvenidos al infierno!

No nos permitían hablar con nadie. Solo ellos a ellos y ellos a nosotros.

Después de las lagartijas, nos indicaron lo abdominales y nos dijeron:

—¡Les va a gustar lo que sigue!—Se rieron entre ellos y se quitaron las gorras para limpiar su sudor.

Conté una hora, con dieciocho minutos.

Tiempo después hicieron sonar sus silbatos para indicar el descanso. A los que nos dijeron:

—Vamos por sus damiselas, señores—No nos obligaron a formar filas, así que íbamos en "Bola" hacía donde ellos iban.

Pasamos por un pasillo que iba desde el espacio de entrenamiento a un departamento mucho más limpio y ordenado.

Puede que sea las habitaciones donde dormimos, pero ahí no había camas, sino sillas de odontología y repisas con medicamentos.

—Las mujeres van un nivel más atrasado que ustedes, ósea que ellas van a hacer la prueba que ustedes hicieron ayer. Aquí es donde empieza la coordinación, la disciplina y la identidad personal. El comité ha decidido hacer un especie de baile como prueba para demostrar si cumplieron los requisitos pasados—Señaló a todos los departamentos donde se encontraban las chicas siendo preparadas—.¡Esto es un baile de secundaria! ¡Escojan a sus parejas!

¿Eso quiere decir que podemos ir a platicar con ellas?

Todos permanecimos neutros, sin movernos de la "línea" que formábamos.

Justo cuando el chico rubio del final iba a avanzar, Gabe se apareció desde donde los guardias se habían ido.

—No se muevan—Nos ordenó—. Esas no eran las indicaciones correctas, no se preocupen, ya arreglamos el caso con los guardias—Me guiñó el ojo.

No precisamente, pero como me conocía, pensé que era para mí.

No estés analizando eso.

—Será un baile libre. No llevaran pareja—Continuo—. Como veo que no les damos la libertad suficiente y eso es lo único que ustedes quieren tendrán la libertad de ir solos al baile. Cuando estén ahí también tendrán la libertad para invitar a cualquier chica a bailar... pero solo será UN baile—Remarcó—. Lo único que queremos que hagan es eso... bailar.

Observó a los departamentos que estaban frente a él.

—Véanlas... si alguien las reconoce a ya ha hablado con ellas no se ilusionen—Dijo—. Para hoy por la noche ya no serán las mismas. Serán lo que tienen dentro y miedo a sacarlo... por lo que están aquí.

—¿Y ahora a dónde vamos?—Pregunté. Mi voz salió tan grave a causa de no abrir la boca por mucho tiempo.

Todos me miraron por un segundo para después observar atentamente a Gabe.

Se encogió de hombros.

—Son libres de pasear por todo el lugar. No intenten escapar porque pueden morir—Me señalo con su dedo a través de su largo abrigo y se fue.

Caminé por los pasillos cercanos a donde me habían dejado. Nada fuera de lo habitual; En algunas partes se parecía a un hospital limpio y cuidado y otras... ni que decir.

Y fue ahí cuando sentí que alguien me seguía.

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