𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲.

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Se encontraba recostado sobre el barandal del balcón de la habitación de su hyung, jugaba con los anillos de sus dedos mientras su finos labios tenían un pequeño puchero, no quería levantar la mirada y encontrarse con JiMin terminando de empacar s...

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Se encontraba recostado sobre el barandal del balcón de la habitación de su hyung, jugaba con los anillos de sus dedos mientras su finos labios tenían un pequeño puchero, no quería levantar la mirada y encontrarse con JiMin terminando de empacar sus pertenencias.

Se había levantado más temprano que de costumbre a pesar de la resaca. Sin siquiera desayunar se había dirigido a la casa de la familia Park, dedicaría su día entero junto sus amigos. Para suerte de ellos, tenían un evento de caridad deportiva dónde el presidente de Corea, el señor Jeon Jung-suk, asistiría en compañía de todos los hombres de las importantes familias del país.

—Kookie, ¿irás a cambiarte? —preguntó JiMin recostándose en el umbral de la puerta del balcón con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón jean. El pelinegro negó moviendo la cabeza sin siquiera mirar a su hyung— entonces ¿qué te pondrás? —se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

El de cabellos chocolate suspiró mirando al menor, lo notaba demasiado callado para ser él mismo que siempre era tan enérgico y verborrágico. Su pequeño dongsaeng, pensar que su amistad había empezado cuando JiMin se enteró del bullying que JungKook le hacia su hermana menor.

Luego de una discusión acalorada en palabras y de varios encuentros en el club donde ambos asistían como alumnos de karate, la amistad surgió llevándolos a tener demasiadas cosas en común, tanto que ninguno podía estar sin el otro. Una amistad que JungKook consideraba primordial en su vida.

A Park JiMin lo consideraba su hermano mayor, su familia y era la primera vez que se separaría de él por tanto tiempo. Y debía admitir que dolía.

—Dudo que algo de mi ropa te quede, JungKook-ah —replicó el chico resoplando— estás algo grandecito —señaló haciendo ademanes con sus manos.

—¿Me estás diciendo gordo? —refunfuñó el pelinegro fulminando a su mayor.

—Solo dije que estás grandecito por tus músculos —JungKook resopló rodando los ojos— si sigues así te usaré de guardaespaldas, mi gorila personal —rio causando que sus ojos se perdieran en dos medialunas.

—Ja, ja que gracioso hyung, deberías ponerte al día con el gimnasio si sigues así de flaquito el viento te llevará de un día al otro —el pelinegro se tomó el atrevimiento de apretar los brazos delgados pero fuertes de su mayor al igual que palpar el pecho— si, te toca gimnasio, hyung estás muy enclenque.

—¡Jeon JungKook! —reprendió JiMin comenzando a presionar los brazos y pecho de su contrario en acción de molestar e impartirle un poco de dolor y cosquillas causando risa en los dos.

—Deberían avisar si van a tener jueguitos privados —la voz grave de Min Yoongi los detuvo de su tonto juego— así me ahorro el tremendo espectáculo que están dando los dos.

Los menores se miraron entrecerrando los ojos pensando lo mismo. Siendo JiMin el primero en sonreír lascivo acercándose al pálido.

—¡Oh hyung! No se ponga celoso —canturreó JiMin rozando sus manos por el pecho de Yoongi, quien con el ceño fruncido las quitó de encima.

𝙀𝙡 𝙝𝙞𝙟𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚. [J.JK] COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora