𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮.

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La puerta de la oficina fue golpeada por segunda vez, Hye-min suspiró al ver entrar a su secretaria con otro enorme ramo de rosas, ya no le indicó dónde colocarlo, la chica sonriente siguió hasta el escritorio donde depositó el florero de cristal

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La puerta de la oficina fue golpeada por segunda vez, Hye-min suspiró al ver entrar a su secretaria con otro enorme ramo de rosas, ya no le indicó dónde colocarlo, la chica sonriente siguió hasta el escritorio donde depositó el florero de cristal.

—También le llegó esto —dejó una caja de bombones junto con un sobre pequeño color dorado.

—Gracias —agradeció Hye, la joven se reverenció antes de salir de la oficina. Hye-min tomó su celular haciendo una videollamada.

Buenos días bonita mía, ¿recibiste las flores? —preguntó, con una sonrisa inocente en su rostro.

Le llamó la atención la camisa negra que llevaba puesto, su cabello negro iba peinado hacia atrás dejando su frente expuesta. Estaba muy atractivo. Ella suspiró alejando un par de pensamientos.

—Si, y los bombones también —lo vio sonreír contento mientras acomodaba su barbilla sobre la palma de su mano— Kook, debes dejar de enviarme flores, este es el… quinto ramo en una semana, la oficina aquí está llena y en casa aún hay más —lo vio reírse— tampoco me envíes mas bombones, sabes que no me contengo con el chocolate, ¿me quieres hacer engordar?

Si engordas te crecerán los pechos —de manera coqueta, elevó una ceja al mismo tiempo que su voz era ronca— me gusta complacerte Hye.

—Es demasiado —apenada, miró hacia las recientes flores sobre su escritorio evadiendo los ojos del pelinegro que solo la ponían nerviosa y sofocada— te dije que me dieras tiempo, siento que esto es un chantaje.

JungKook suspiró, adoptando una pose seria, peinando sus cabellos hacia atrás.

Esta bien, no te enviaré más flores ni bombones. Lo siento, no quise incomodarte —a ella se le achico el corazón al verle el rostro abatido— hoy vendrás a casa, ¿verdad? —ella asintió y él prosiguió— Sejin pasará a buscar a los niños de la escuela directo a mi casa y tú podrás venir de la oficina.

—Esta bien, llevaré algo de comer.

Bien —la deruvo antes de que cortará la llamada— aunque comiéndote solo a ti estaré más que satisfecho.

La llamada se cortó con la risa triunfante de JungKook y la sorpresa en el rostro de Hye-min. Él jamás iba a cambiar y ella seguiría sorprendiéndose a pesar de ya conocerlo. No pudo evitar sonreír, cerrar sus ojos mordiéndose el labio, recordando esa noche otra vez. Era como si su conciencia no la dejase olvidarse de eso.

JungKook estaba siendo muy insistente sin hacer mucho, regalándole flores, bombones, mensajes tiernos y sorpresas como besos robados. Una parte de ella quería corresponderle de todas las maneras, siéndole algo imposible cuando la otra sentía temor, un temor por volver a pasar por lo mismo de hace cinco años atrás.

Salió de su obnubilación cuando la puerta volvió a ser golpeada, la secretaria entró avisando de la nueva visita. El presidente de Corea, Lee Hyun.

𝙀𝙡 𝙝𝙞𝙟𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚. [J.JK] COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora