𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲.

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Viernes, siete por la tarde, el Hotel de Lujo de Josun Palace, ubicado en Gangnam-gu, lugar exclusivo en ciudad de Seúl, recibía a las personalidades más emblemáticas de la sociedad coreana

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Viernes, siete por la tarde, el Hotel de Lujo de Josun Palace, ubicado en Gangnam-gu, lugar exclusivo en ciudad de Seúl, recibía a las personalidades más emblemáticas de la sociedad coreana. Pues el evento de caridad que todos los años se realizaba por parte de las mujeres de La Casa Azul en conjunto con el aniversario del museo Metropolitano se estaba por oficiar.

JungKook aburrido se encontraba al lado de su padre y su madrastra con semblante serio. Vestía completamente de negro, un traje a medida que se adecuaba a su musculado cuerpo dejando a más de uno delirando por tan elegante y excelso que se veía.

Los invitados entraban en orden siendo detenidos en la entrada por la afluencia de fotógrafos y periodistas que cubrían el evento en el acceso buscando una nueva y jugosa noticia, rumor o simplemente la crítica al buen vestido o mal vestido de la noche.

Hye-min entraba del brazo junto a NamJoon, ambos ignorando las preguntas a trompicones que los periodistas les lanzaban con claras intención de saber los rumores que comenzaron a elucubrar alrededor al verlos llegar juntos y a sus respectivas familias juntas.

Entraron manteniendo una sonrisa fingida, sobre todo ella. No estaba muy contenta al saber que tendría que compartir mesa con su padre. Aún no habían hablado ni arreglado la tensa situación entre ellos. Tanto su madre como hermano mayor se lo habían pedido, que por lo menos, intentará dejar de lado su orgullo y entendiera que algunas cosas se resbalan de las manos cuando no se tiene poder ni control completo sobre ello como su padre no los tenía.

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La cena llegó a su fin mientras las mesas con sus invitados mantenían amenas conversaciones entre banales e insulsas, conversaciones colmadas de críticas y miramientos. Todos con una máscara de elegancia y rectitud, de perfección y adoctrinamiento por el buen gusto y la elegancia impartida por la alta sociedad coreana siempre intentando encontrar lo perfecto.

Hye-min apenas había probado bocado, acotaba en algunas conversaciones a su alrededor cuando le llamaban la atención fingiendo una amable y dulce sonrisa. Suspiró perdiendo la cuenta de todas las veces que lo hizo en acción de cansancio durante la velada. Prefirió levantarse de su lugar excusándose con los demás ante la atenta mirada de dos personas en particular.

Caminó entre las mesas con aire distraído sin rumbo fijo aparente, se sentía inhibida con tanta gente alrededor, su pecho comenzando a sentir una ligera opresión que no le permitía respirar del todo bien. Salió al enorme balcón donde pocas personas se encontraban allí disfrutando de la brisa de la noche, comenzó a hiperventilar, una sensación de vértigo tomándole por sorpresa en todo el cuerpo.

—¿Hye-min? —volteó, jadeando de la sorpresa al encontrar a su padre con semblante acongojado— ¿Podemos hablar?

Asintió tragando saliva duramente, se obligó a calmar su corazón desbordado y respirar con calma, siguió a su padre hasta encontrarse un poco alejados. El señor Park sujetó la mano de su hija percatándose de su tembladera, inquietándole verla tan ansiosa, jamás la había visto así.

𝙀𝙡 𝙝𝙞𝙟𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚. [J.JK] COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora