𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲.

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Era la décima vez que veía la hora en su reloj pulsera, quince minutos tarde y su paciencia estaba a un paso de agotarse

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Era la décima vez que veía la hora en su reloj pulsera, quince minutos tarde y su paciencia estaba a un paso de agotarse. Caminó hasta el enorme portón verde de la entrada principal del orfanato. Le importaba poco si JungKook llegaba o no. Ella cumpliría con la rutina de siempre, a horario, no lo consideraba una tarea en si, había aprendido mucho y se había encariñado muy rápido con todos, sobre todo con los niños.

Envió un par de mensajes en su móvil contestando otros, saludó con amabilidad y una sonrisa al guardia cuando le abrieron deteniéndose a girarse cuando escuchó el ruido de un motor acercarse. Observó al pelinegro bajar de la camioneta negra en compañía de su guardaespaldas detrás con quién cruzó unas palabras antes de dirigirse a ella.

—¿Acaso vas a un desfile de modas y no me enteré? —se burló Hye-min mirándolo de arriba abajo de brazos cruzados. La vestimenta del chico con el enorme cartel de la marca Balenciaga lo dejaba saber.

—¿Acaso irás a misa santurrona? —respondió con otra pregunta burlona observando el vestido floreado.

Hye-min bufó, rodando sus ojos en un intento por no caer en las provocaciones del pelinegro. Giró sobre sus talones avanzando hasta entrar al patio del orfanato— sabes, me recuerdas a un libro que he leído.

—No lo creo, ¿tú lees? —se burló llevando una mano a la boca fingiendo sorpresa.

—Si, me recuerdas a la protagonista al principio, igual de santurrona. Terminó follándose al aprendiz de padre del convento —chasqueó su lengua.

Hye-min se detuvo en su lugar ante aquella extraña recomendación sin encontrarle el doble sentido característico del pelinegro. Aunque su pregunta mental no hecha fue respondida en segundos.

—Tal vez puedas sacar tips de cómo follar —rio de forma histérica, su cabeza cayendo hacia atrás mostrando su perfecta dentadura blanca mientras sus ojos se arrugaban en dos medialunas.

Hye-min avanzó riendo también, estampando su puño en el vientre bajo de Jeon, causando que este desista de su risa y se contraiga del dolor.

—¡Muévete, animal! —más que satisfecha caminó con paso seguro adentrándose al edificio.

—Me las pagarás, Park —siseó jadeando del dolor, sosteniéndose con ambas manos su parte baja, intentando erguirse para poder caminar.

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El ambiente se mantenía con una temperatura estable, pero al sol se volvía más caluroso. JungKook estaba colgando la ropa de los niños recién lavada, su ceño fruncido en lo que murmuraba insultos entre dientes mientras sacudía las prendas cayéndole minúsculas gotitas de agua en el rostro.

—¡JungKook! —escuchó la voz grave del TaeHyung, volteando a mirarle con sus enormes ojos fulminantes.

—¿Qué?

𝙀𝙡 𝙝𝙞𝙟𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚. [J.JK] COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora