Otra llamada de su esposa que ignoró como casi siempre cuando quería estar en silencio en la completa soledad. Su cabeza era un manojo de pensamientos sin sentido, cientos en tan solo minutos sin detenerse en alguno en particular. El trabajo, su vida, su día a día, las reuniones, el funeral, la gente, aquella niña.
Suspiró mirando a través de la ventanilla de su Mercedes AMG GT, los edificios pasando rápidamente mientras conducía a una alta velocidad, afuera caía una ligera llovizna que derivaría en nieve los siguientes días. Había tardado más de lo esperado en la oficina, la excusa desenvuelta en papeles que firmar y chequear. En el líquido ámbar del whisky abrigando su garganta al beber sin siquiera haber probado bocado alguno en el transcurso del día. En el cuerpo voluptuoso de la secretaria de su padre.
Últimamente todo se había vuelto automático y monótono solo quería dejar de sentir. Su pie en el acelerador presionó llevando la velocidad a los más alto que el auto le permitía, las calles vacías parecían estar preparadas para su carrera hacia ningún lugar, doscientos metros y el chirrido de las llantas derrapando por el pavimento junto con el humo saliendo de las gomas frente a un semáforo en rojo.
Sus ojos se encontraban desorbitados, su respiración era una mezcla de agitación y jadeo, sus nudillos se encontraban blancos por la presión ejercida de sus manos alrededor del volante con material de cuero negro. Y en su mente... el repentino recuerdo de Park Hye-min apareció. Hacía casi cuatro años o poco menos no la recordaba, se había obligado a olvidarle, a encerrarla en lo más recóndito y oscuro de su mente. Sin embargo, ahí estaba, era como una abrupta fuga inevitable que lo sorprendió.
Pero solo por unos segundos, unos pocos, porque volvió a su estado lóbrego y apático al instante tomando control de su cuerpo y todo su alrededor.
Los siguientes minutos manejó con tranquilidad, como si la cordura fuera parte de él y su conciencia le dejara pensar en el otro. O tal vez, la sensación de querer llegar a su hogar no fuera la mejor idea en ese momento y haría lo que sea por qué eso no sucediera.
Suspiró cansado cuando aparcó en el estacionamiento subterráneo al lado de una camioneta todo terreno y una motocicleta. A pesar de que el lugar donde vivía era compartido, gozaba de los principales y mejores puestos, ser dueño del edificio le traía beneficios y dolores de cabeza.
Subió al ascensor marcando su piso privado, en su mano derecha traía su maletín, la izquierda desabotonaba el cuello de su blanca camisa. Contempló su semblante en el espejo. Lucia marcadas ojeras, nunca dormía lo suficiente. Estaba pálido signo de que casi nunca salía algún otro lugar que no fuere su oficina, algún bar o su casa. Su garganta picaba por un trago que sosegara su ansiedad.
Las tenues luces de la entrada lo recibieron advirtiéndole que Sana no se encontraba o que ya estaba durmiendo —algo improbable ya que siempre lo esperaba despierta— se descalzo dejando todo lo que le hacía peso. Caminó hasta una cómoda donde tenía una bandeja con lujosos vasos de cristal para licor, se sirvió uno bebiendo un sorbo rápidamente.
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𝙀𝙡 𝙝𝙞𝙟𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚. [J.JK] COMPLETA.
FanfictionCuando eres el primogénito de uno de los representantes más importantes del país en Corea del Sur, esperan que seas todo lo que debe ser viniendo de una familia de renombre, perfecto y bien portado, pero para Jeon JungKook, eso es un juego de doble...