Capitulo 17

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Regina estaba sentada al lado de decano de la facultad, quién era un buen amigo suyo desde hacía bastante años. Su madre y él tuvieron una relación antes de que esta se casase con Henry, su padre.

La morena estaba enfrascada en una conversación sobre la economía del país cuando escuchó a la poeta que coqueteaba con Emma llamarla al escenario. Entonces Regina dejó de prestar atención a la conversación para mirar lo que sucedía delante de ella.

-Me gustaría proponerte algo.- Decía la mujer. Regina no identificaba quién era.

-¿Qué piensas?- Comentó Emma que no se dejaba amedrentar.

-¿Qué te parece tocar mientras yo recito?- Preguntó ganándose el aplauso encantado del público que estaba más que emocionado con la idea.

-Sin ensayar no sé cómo saldrá pero podríamos intentarlo.- Aseguró Emma que se bajó del escenario principal para dirigirse donde estaba su piano.

-Esto es totalmente improvisado así que tenedlo en cuenta- Decía la joven que se había llevado el micrófono donde se encontraba el piano de Emma para recitar desde allí.

La mujer pelirroja se sentó sobre el piano de cola donde la rubia estaba esperando a que le diese el poema para intentar tocar algo mientras que la otra recitaba. Regina no podía evitar sentirse molesta tanto por la desfachatez de la pelirroja como por la actitud de Emma que parecía encantada con el coqueteo.

-¿Empezamos?- Preguntó y Emma simplemente asintió.

Las dos pasaron más de quince minutos con la actuación. Emma tocando mientras que la pelirroja recitaba cada uno de sus poemas prácticamente de memoria, el público estaba totalmente hipnotizado por lo que estaban presenciando, todo el público menos Regina que después de unos minutos se había marchado para dirigirse al baño. No podía entender que sentimientos era los que tenía en esos momentos.

Al volver a la mesa se dio cuenta de que ya habían terminado y ahora había otros poetas recitando. Al mirar al piano vio que Emma no se encontraba sentada allí, tras una ojeada rápida se dio cuenta de que estaba sentada en la barra charlando con la pelirroja que le acariciaba cariñosamente el brazo.

Regina se dirigió a su mesa y tras despedirse de todos los allí presentes, poniéndoles la excusa de que no se sentía muy bien, se dirigió a la salida donde le dio el ticket al aparcacoches para que le trajese su mercedes. Mientras esperaba notó una mano agarrar su brazo.

-¿Te vas?- Preguntó la voz de la rubia haciendo que Regina se girase.

-Sí, estoy algo indispuesta.- Comentó Regina intentado no mostrarse más nerviosa de lo que ya estaba.

-Vaya, pensaba invitarla a una copa cuando terminase de trabajar.- Comentó Emma en voz alta.

-Seguro que encuentra una mejor compañía para esta noche.- Aseguró entonces Regina mordiéndose la lengua al darse cuenta de que había mostrado sus celos.

-¿Hablas de Mérida?- Preguntó entonces Emma que no entendía nada.- Me estaba proponiendo que trabajase para ella.- Comentó sin saber porque tenía la necesidad de explicarse con la morena.

-No tiene que darme explicaciones.- Aseguró Regina que no quería seguir hablando con la rubia para no liarla más.

-Sabe... no sé porque pero sí creo que deba dárselas.- Comentó Emma.- Tal vez le parezca una locura pero desde que la conozco no puedo sacarla de mi cabeza.- Soltó la rubia para después girarse y dirigirse hacia el salón.

-Espere...- Gritó Regina sacando una tarjeta de su bolso.- Este es mi hotel, cuando termine podemos tomarnos algo.

La morena no dijo nada más, simplemente se subió en su coche y se marchó dejando a la rubia petrificada con la tarjeta en la mano.

Regina no entendía el porqué de su atrevimiento pero estaba muy perturbada por las palabras que le había dirigido la rubia antes de que se marchase. Por lo que parecía ambas sentían lo mismo, ninguna de las dos podía sacarse de la cabeza a la otra lo que era cuanto menos perturbador.

Una vez que había llegado al hotel decidió quitarse el elegante vestido para ponerse uno de sus trajes de chaqueta, sabía que la rubia acudiría a la cita lo que no sabía era cuando lo haría por lo que simplemente cogió un libro y comenzó a leer o más bien a intentarlo pues no podía dejar de darle vueltas a todo lo sucedido hasta el momento con Emma Swan.

Una hora después el teléfono de su habitación sonó avisándola de que había una persona esperándola en la recepción. Regina le pidió que la llevase al bar que la vería allí. Tras mirarse un par de veces en el espejo y retocarse su peinado salió de la habitación en dirección al bar del hotel.

-Hola.- Dijo Emma recibiéndola en la puerta del bar del hotel.

-Hola.- Contestó Regina que estaba nerviosa aunque intentaba no demostrarlo.- ¿Pasamos?- Preguntó señalando la barra.

-Claro.- Dijo entonces la rubia siguiendo a Regina hacía la barra donde cada una se sentó.

-¿Qué desean, señoritas?- Preguntó el amable camarero.

-Una copa de sidra.- Pidió la morena.

-Otra.- Dijo Emma mirando a la morena.

-Apuntaló a la habitación 308.- Pidió entonces Regina.

-De eso nada, la que iba a invitar a la copa era yo.- Aseguró entonces Emma.

-¿Por qué discute tanto?- Preguntó Regina sonriendo y negando con la cabeza.

-¿Por qué se empeña en llevarme la contraria?- Pregunto Emma que no se dejaba amedrentar.

-Touché-Dijo Regina cogiendo su copa recién servida y dándole un sorbo.

-Sabe... he tenido mis dudas de asistir hoy aquí.- Aseguró entonces Emma bebiendo también.

-¿Por qué?- Preguntó Regina con curiosidad.

-¿Quiere la verdad o una medio mentira?- Preguntó Emma que no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa.

-La verdad.- Contestó entonces Regina sin dudarlo un segundo.

-No sé qué me pasa contigo, con usted si quiere, pero solo verla lo único que me apetece es desnudarla, besarla, acariciarla...- Antes de poder seguir hablando Regina la interrumpió.

-Capto la idea.- Aseguró Regina.- Podría decir que me sucede lo mismo.- Comentó al ver lo avergonzada que estaba Emma.

-Ahora no sé qué decir.- Aseguró entonces Emma terminando la copa de un sorbo.

-Habitación 308, señorita Swan.- Dijo Regina levantándose del taburete dejando a Emma estupefacta allí sentada.

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